Coctelera

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¿Que los diputados ratificaron el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre los Estados Unidos, Centroamérica y la República Dominicana? Hicieron muy bien. ¿Que el embajador norteamericano aquí, Hans Hertell, acudió a la Cámara Baja, como antes lo había hecho en el Senado, después que los diputados aprobaron el tratado y congratuló a los legisladores? También eso estuvo muy bien. Mire, Maginito, déjese de pendejadas.

En primer lugar, el TLC fue suscrito por el gobierno del presidente Hipólito Mejía. Es decir, por un gobierno perredísta. El perredeísmo es mayoría en ambas Cámaras Legislativas. ¿Qué de raro tiene, entonces, que el instrumento fuera aprobado? ¿Que Hertell está contentito? ¿Y qué quiere usted? ¿Qué esté bravo? Ese TLC fue aprobado, desde el principio, por el jefe de la misión diplomática estadounidense en el país. No tiene nada de raro, pues, cuanto ha acontecido. Además, no pase por alto que desde la óptica norteamericana, Hertell ha sido un embajador exitoso en todos los órdenes y ha logrado triunfos en cuantas vainas se ha metido. Que no son pocas. En cuanto al TLC en sí, apriétese el cinturón si le afecta, pero eso era muy necesario. Y en todos los convenios, caro Magino, alguien sale fuñido… Magino, ¡qué bien se ve nuestro presidente Leonel Fernández en la foto tomada en Jamaica junto a los jefes de Estado caribeños! Leonel aparece a la derecha del presidente venezolano Hugo Chávez Frías y eso pone contentitos a los descendientes de aquel luchador mexicano apodado “Cavernario Galindo”. Malo hubiera sido que se colocara a la izquierda del mandatario venezolano, pues como están las cosas con los gringos, entonces a lo mejor aparece un Patterson cualquiera. Quien sí figura a la izquierda de Chavéz es el presidente comunista de Cuba, doctor Fidel Castro Ruz, vistiendo elegante traje oscuro y corbata roja, que nada tiene que ver con los colores de la antigua Unión Soviética hoy viuda Gorbachov. No hay duda alguna de que Chávez Frías, a base de puro petróleo, ha formado tremendo combo show caribeño… El dólar, mi querido Magino, ha dado su subidita, para contento de alguna gente que quiere verlo en permanente ascenso aunque se joda la inmensa mayoría de los dominicanos. Pero el alza, hasta ahora, es bastante modesta. ¿A qué se debe? Ni modo, a la compra de la moneda extranjera por grupos petroleros dominicanos, dizque a presiones de los sectores turismo y zona franca y a que alguna gente ya comienza a ponerse más bronca que una guinea. De eso se ha dado cuenta el Banco Central o de lo contrario no se hubiera reunido con los cambistas y hubiera hecho pronunciamientos de que tiene reservas para las importaciones de tres meses y unas cuantas firmas más… Decía anoche un chusco: “Si la cosa sigue como va con los precios del petróleo y sus derivados, no será necesario que el gobierno restrinja la salida de los vehículos privados un día a la semana. Si eso sigue así, ni modo, tendremos que guardar los carros un día sí y el otro también”… El secretario de Obras Públicas considera que el otorgamiento de obras de grado a grado no puede eliminarse “de un día para el otro”. ¡Bingo! ¿Y es de un día para el otro lo que ha permanecido vigente más años que el carajo? Entiende el funcionario que hay obras de urgencia que no pueden esperar concursos y tienen que asignarse de grado a grado. ¡La pólvora ha sido descubierta y también el hilo en conitos! Pero quisiera que me dijeran si alguna vez podría considerarse de urgencia la construcción, digamos, de un edificio como el que aloja la Suprema Corte de Justicia ¿O los llamados “palacios escolares”? No acomodemos tanto las jugadas, pues si es así, las autoridades son capaces de endilgarle el calificativo de urgente a todo, hasta los mobiliarios que se saben necesarios y se adjudican de grado a grado. Todos sabemos, mi querido Magino, por cuáles motivos existe el grado a grado. Y eso no significa que creamos que todas las obras de grado a grado sean dominadas por la corrupción y todas las que se efectúan por concurso vengan revestidas de pureza… ¿Qué hay piratas haitianos que siembran temores en las costas dominicanas? ¿Y para qué carajo está la Marina, cuyo apellido es de Guerra? No se quieren atropellos, pero si de verdad hay piratas, ni modo, a luchar, soldados valientes…

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