Coctelera

Coctelera

Mi querido Magino,  si usted está inscrito en el sindicato de los envejecientes, retroceda, sin túnel del tiempo, hasta el decenio del 40 y parte del 50 del pasado siglo, cuando Santo Domingo, entonces Ciudad Trujillo, era una aldea grande, formada por vecinos afectuosos y solidarios. Verá usted, viejo amigo, cómo se batía el cobre en esa época…

¿Qué a su muchacho  le dieron un golpe en el pecho o un pelotazo que le sacó un chichón? Pues leche con bija con él y mantequilla con sal para la totuma. Hoy tiene usted que recurrir a la radiografía, la sonografía o la resonancia magnética. Todo eso antes de que el régimen contributivo le enredara la soga. El médico le cobraba dos o tres pesos por la consulta y si iba a la casa, medio coco adicional para el transporte. ¿Un hemograma con servicio a domicilio? Entre tres y cuatro pesitos. Hoy le vale entre 550 y 580 tulipanes…?  Recuerda usted  medicamentos muy conocidos de la época? Aquí le van unos cuántos: 914 Alemán para la sífilis; Magmesúrico, el «más radical disolvente del ácido úrico»; Kinabin y Aralem contra el paludismo; Tónico Bayer, Chevaline, vino de Carne y Hierro, Vino Sansón y BG-Phos, reconstituyentes; Mitigal para los pajaritos púbicos; Jarabe Limor, antigripal; Jarabe Yodado de Rábano para males de la garganta; Sal de Uvas Picot, Digestivo; Cafiaspirina y Cortal, calmantes; Tiro Seguro para las lombrices; Aceite de ricino, «Las tres sales», Citrato de Magnesia, Jagua con Sen, Cañafístola con leche, purgantes; Pomada Che-ché para barros y espinillas…. Para su higiene  personal estaban los dentríficos Kolynos y Gravi; los jabones para Mi, Camay y Reuter, además del Palmolive de toda la vida; desodorante Yodora; los polvos Noche Azul y para refrescarse, el Agua de Florida de Murray y Lahman, con su Almanaque de Bristol; Glostora le daba «brillo y esplender a su cabello»… Otras cositas  para recordar: Los refrescos Kist y La Toma se vendían a cinco centavos la botella. ¿Estaba usted en edad de comprar su romito? Pues tenía gran variedad disponible: Peso Oro, Carta Real, Jacas Especial, Whisky, Imperial, Tres Estrellas, Nika, Comando, Dos Negritos, Amargo de Berro, 1852, Cidra, Toro, Conde, Caña Oriental, Caballito de Brugal. Ninguno costaba más de un peso la media botella. ¿Y qué me dice de la panadería de Quico, en la Padre Billini? Allí se disponía de panes sobao y de agua a chelito. Confeccionaba los llamados panes polaco, alemán, de Mallorca, de pasas y un pan de leche, cortado en rodajas, a diez centavos, envuelto en papel encerado… Los dulces callejeros  eran la del carajo; bolas de papas, piña y batata, naranja con melao, cocadas, pan de maíz, mata-guardias, palitos de coco, pilones de varios tipos, de jagua y de guineo, choco-choco. En los restaurantes chinos, el pai costaba 40 centavos, entero, bien fuera de crema, de guayaba o de ciruela. De las frutas, ¡ni hablar!. En época de mangos, una docena del tipo «guerrero» costaba uno o dos centavos. Los banilejos siempre fueron muchos más caros. Se conseguían mamones, caimitos, parchas, caimoní, níspero, pumarosa y jamás faltaban los guineos y la lechosa… Los restaurantes  más populares de la ciudad eran el Hollywood y el Ariete y también los comedores de los hoteles Fausto, Francés y La República. Men Chez, frente al parque Independencia, dominaba los de chinos hasta la aparición de Mario’s, que revolucionó el negocio. ¿Periódicos? Se disponía del Listín Diario, La Opinión, La Tribuna y Domingo y la Lista. La Nación salió en 1940 y El Caribe en 1948… ¿Cines de 5 y 6  centavos? Claro. También existía el de 35 y 45, el Rialto, «para los habituados a lo mejor». Recuerdo el Independencia, Encanto (luego Santomé), Travieso (posteriormente Max), Micine, Apolo, Ramfis, Diana, Capitolio, Paramount. Las emisoras que dominaba el dial eran la HIZ, de Frank Hatton, la HIG de Pupo Cordero, La Voz del Yuna y luego Voz Dominicana, del general J. Arismendy Trujillo Molina (Petán) la HIN, originalmente del Partido Dominicano y La Voz del Trópico de Joaquín Custals…  ¿Y los bancos?  No proliferaban. Existían The Royal Bank of Canada, The Bank of Nova Scotia y First National City Bank, convertido en 1940 en el hoy poderoso Banco de Reservas, del Estado. Los banqueros de esa época eran especie de sacerdotes económicos, que eran consultados por sus clientes a la hora de emprender negocios. No disponían ni de aviones ni de barcos. ¿El transporte público? Diez centavitos en carritos del concho, con chofer uniformado, tarjeta de identificación en la parte delantera del vehículo y una ruta más larga que el carajo. Lo mismo de las guaguas, a cinco centavos. El galón de gasolina costaba 38 centavos. ¿Verdad, Maginito, que recordar es vivir? Solo me falta decirle que quien ganaba 125 pesos al mes tenía un sueldo de lujo. ¿Estamos?

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