Coctelera

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Buen día, mi querido Magino. Para comenzar la jornada una preguntita muy tontita: ¿Cuál es la Secretaría de Estado en la que se niegan a entregarle «papeles», durante once días consecutivos, a los inspectores de la Cámara de Cuentas? Quienes respondan correctamente dispondrán de un almuerzo gratis en el gubernamental Parador del Mar…

Y ya que se habla de Parador, no hay duda alguna de que hubo un «sentador» para que don Aristipo Vidal, director de Bienes Nacionales, muy mansito, diera marcha atrás y hable ahora de una licitación para arrendar el Parador ese. De todos modos, ¿resulta un tanto cuesta arriba que se hablara de licitación al día siguiente de notificar el arrendamiento y defender el mismo? ¿Y las base de esa licitación? ¿Surgió, acaso, por generación espontánea? Pero eso no es todo, después del tablazo para que se licitara el Parador, vino el torpedito firmado por el presidente de la Camisón Nacional de Etica y Combate a la Corrupción, doctor Chichí Bidó Medina: Aristipo tiene 72 horas para presentar «un informe contentivo de los detalles a que se refiere el caso del arrendamiento del Parador del Mar». Es decir, dar cuenta de los detalles del arrendamiento ya anulado. El Parador fue construido durante la administración del presidente Hipólito Mejía…

Mi querido Magino, no hay duda alguna de que la «globalización» todo lo ha cambiado. Y en estos paisitos chiquititos y cargados de necesidades, más todavía. Tenemos, por ejemplo, que ahora los embajadores meten torpedos públicos que para qué le cuanto. Y sobrevienen esos torpedos, de embajadores de países que «ayudan», «socorren», «auxilian» o demás yerbas a la República Dominicana. Es decir, te damos y nos metemos. Nada hay que decir, de nuevo, de la participación del embajador de los Estados Unidos en los asuntos internos nacionales. Eso, desde que al Perínclito le rompieron la «santabárbara» ha sido una constante. No vea, en esto, una defensa del gobierno de el Jefe sino que se dice la purita verdad. El jefe de la Unión Europea, en reiteradas ocasiones, ha tirado cohetes que no son chinos y hasta los chinos, no los chinos de la Continental, sueltan ahora sus críticas, aunque veladitas. El presidente de la Suprema Corte de Justicia tuvo que responderle enérgicamente al embajador de Francia, quien calificó con duros epítetos a las cortes criollas. Y el embajador de Venezuela, general Belisario Landis, ha soltado misiles petroleros que recuerdan los campos ardiendo que en la pantalla grande explotaron James Dean y Rock Hudson. No son dos ni tres las personas que entienden que los embajadores deben presentar sus quejas, sus querellas y demás vainitas a la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores y que, a través de la Cancillería, se hagan los trabajos de lugar…

Pero, Maginito, ¿no será que la burocracia duerme mucho las cosas y por eso algunos embajadores se valen, ya sin discreción alguna, de los medios de comunicación social, escritos y electrónicos, para producir denuncias y formular críticas? Por ejemplo, las que tiró ayer el general Belisario Landis no fueron pendejaditas. Da la impresión de que el texto que publica El Nacional, enviado por la embajada venezolana, es el mismo que leyó o dijo de memoria el embajador Landis en el popular programa «El gobierno de la mañana». En el programa, no obstante, hubo preguntas y respuestas del embajador sobre el tema. Pero el meollo de la cuestión está en funcionario no identificado por el embajador, al que se acusa de «torpedear» el convenio dominicano con Petrocaribe venezolana, convenio que, aparentemente, es muy bueno para el país. Aunque Landis no mencionó nombre de funcionario alguno, en el programa radial se citó el nombre del presidente de la Refinería Dominicana y el diplomático ni negó ni asintió. Es decir, por omisión aceptó que sí era a ese funcionario al que se refería…

Mire, Maginito, el gobierno está obligado, muy obligado, a enfrentar las denuncias del embajador Landis contra uno de sus funcionarios, dado que el país necesita una respuesta oficial a los cargos lanzados por un diplomático que representa a una nación que nos suministra la mayor parte del crudo que usa el país. En cuanto a la existencia de una «campaña mediática» para contribuir a torpedear el asunto, el embajador Landis pisa un terreno delicado y ojalá que sus organismos «de inteligencia», a los cuales se refirió, hilen finito y siempre con la verdad. Sucede que hay sectores que no favorecen el acuerdo y tienen libertad absoluta para exponer sus puntos de vista y eso necesariamente no los vincula a los «intereses particulares, usureros empresarios y hambrientos lobistas». Es cuanto. Por ahora.

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