Coctelera

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¿Qué le parece a usted, mi querido Magino, si tomamos el día de Corpus para zafarnos de todos estos líos criollitos y dedicarnos a bromear un poco? ¿Le parece bien? Okay. Vamos al grano…q Un viejo amigo me entregó, el pasado miércoles, copia de un pequeño libro intitulado “Cimientos del Idioma Caona”, original de Pedro de León Marte (El Renovador). ¿Conoció usted, Magino querido, a ese pintoresco personaje, “Creador” de un idioma? El Renovador fue un hombre muy conocido en Villa Francisca. Tenía un taller de reparación de sombreros en la Avenida Duarte, casi frente al bar-colmado “Mi Cariño”, de Luis Mejía T. De buenas a primeras, sin embargo, prácticamente abandonó el trabajo de “sombrerero” y se dedicó a divulgar su creación idiomática, hasta el punto de que la insistencia en eso le provocó que lo internaran en el hospital psiquiátrico Padre Billini, que dirigía el doctor Antonio Zaglul (Toñito)…  Puesto en “libertad”, De León volvió a las andadas y se dedicó a preparar anagramas de distintas personalidades y a seguir con su “idioma”. El tomaba elementos del griego y del latín y los entremezclaba con términos del idioma inglés o francés para formar un vocablo “caona”. Otras veces ligaba palabras del castellano. Lo cierto del caso es que El Renovador era un sujeto “de excepción”…  En una ocasión le prepararon una charla en el café Ariete, de la 19 de Marzo con El Conde, de esta ciudad. Se dio gusto hablando pendejadas hasta que, por petición “popular”, “explicó” cómo la actuación del dictador Rafael L. Trujillo estaba contenida en su propio apellido. Ante un silencio sepulcral (?). El Renovador señaló que “Tru es verdad (true del inglés), ji (es hit, golpear) y yo la primera persona de singular”, por lo cual Trujillo quería decir “yo golpeo de verdad”. Cabe suponer que al charlista se le hizo medio el claro, ¡por si acaso!…  ¿Sabe usted, Magino, lo que es “pansuaviza”? Pues, sencillamente, la mantequilla, que suaviza el pan. El explicaba lo fácil que era entender su “idioma”. Por eso, viejo querido, él le enseñaba a usted que la camisa es el “cop-torax”, que cubre el torax. ¿Sencillo, verdad? Si él notaba que usted estaba gordito, le recomendaba que hiciera ejercicios en la “pie-pulsa” y usted tenía que entender que se trataba de la bicicleta, que era impulsada con los pies…  En los “Cimientos del Idioma Caona”, usted puede leer, para que se divierta, lo siguiente: “Palabras con sentido pornográfico, pero objetivas, son: las palabras coitano, afeminado, y copano, bugato. Se le dice machaeva a una mujer invertida, con vicios masculinos hacia la fémina o sea de su mismo sexo”…  Allá por el año 1950, El Renovador iba “a picar” al Banco Central, una vez por semana, y recuerdo que lo llevaba a Estudios Económicos, donde impartía sus lecciones en caona, usando lo que él designaba su “libro Mantilla”. Me imagino que la hoy exquisita pintora Carmen Pool de Pellerano, Josefina Boumpensiere y Manuel del Río no habrán olvidado los ratos de relajo que vivíamos allí con el pintoresco personaje hablando sus cosuanitas. Aquí, en el periódico HOY, hasta poco antes de su muerte, hace unos años, El Renovador acudía en día domingo y a todos nos amenazaba con una charla. A veces se la permitíamos para luego lenvantarle unos pesos…  El solía decir que en HOY contaba con muchos “cardio-fren. ¿Sabe usted que es eso, don Magino? Pues amigos, ya que cardio es corazón y friend, del inglés, amigo. ¿Por qué llamar taquígrafo a ese amigo que a base de signos convencionales, con rapidez del rayo, toma un dictado? ¿No sería más entendible decirle “volescry”, que vuela al escribir? Usted ve viejo bandido, qué facilito es todo esto. Usted se fijará que una pieza del baño se denomina “lavamamos”. ¿No es más sencillo decir “lavecho”, es decir, “lave eso”. Es lo mismo con el inodoro, ¿Por qué usar ese término, cuando se puede decir “il traguese”…  El Renovador fue un incomprendido y una víctima de la envidia. Una vez, actuaba en el Antillas, de Santiago, con tremenda valla humana a su alrededor. El general Federico Fiallo retornaba de inspeccionar cuarteles por el Norte y al ver la aglomeración de personas en el popular café, se apeó a indagar qué ocurría. Se le dijo que un señor recitaba la Biblia de memoria. Fiallo entró al lugar y vio a El Renovador, a quien conocía. Lo llamó y cuando De León le dijo que le permitiera terminar con unos versículos, el militar le respondió: “Ven móntate en el carro y me los recitas en el camino”. Le dejó depositado en el psiquiátrico…  Ahora cabe preguntar, mi querido Magino, ¿Será útil buscar la manera de imponer el caona en las escuelas dominicanas? Total, muchos de los estudiantes que salen de ellas escriben palabras que se entienden menos que las que usaba el hombre que llamaba “kinbota” al presidente de la República, es decir, rey de las botas, y quien estaba seguro de que todo aquel que se equivocaba del 30 hacia adelante era porque le venía en ganas.

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