Coctelera

Coctelera

  Maginito querido, como este país nada en dólares, tenemos que las empresas EGE-Itabo y la Dominican Power Partner (DPP), aspiran que se les entregue 60 millones de los verdecitos y olorosos a la hora de firmar nuevos contratos entre los explotadores, perdón, los generadores, y el Estado de invalidez, perdóneme de nuevo, el Estado dominicano. Los exigentes representantes imperiales pertenecen al denominado Grupo AES, socio de The Trust Company of the West (TCW).

 Sucede que esta TCW es la misma vaina que ha demandado al Estado por 680 millones de dólares, acusándole de violar disposiciones contenidas en las regulaciones con la Ede Este, cariñosamente identificada como Jode Este…   Ocurre que el Estado tiene el 50 por ciento de las acciones en Jode Este. El cincuenta por ciento restante correspondía a AES, pero hace poco tiempo se supo que esta AES, hace más añitos que el carajo, vendió su parte en la citada Jode Este, sin ofrecer las acciones al Estado, como se estila en materia de negocios y lo que es peor, aún, sin participar la mencionada venta a su “compañero” accionista. Este es el momento que el Estado ignora en cuánto vendió AES sus acciones en Jode Este y algo peor, todavía, Impuestos Internos guarda un hermético silencio y nada dice en el sentido de si AES tiene que pagar tributos por ganancias de capital. Por eso estamos como estamos. Lo lindo de todo esto, mi querido Magino, es el optimismo que muestra el amigo Radhamés Segura, hombre fuerte de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas del Estado, a la cual podemos llamar Triple E. El ingeniero Segura asegura que después que se revisen los contratos con los generadores, el costo de la energía bajará de precio para los usuarios del servicio. Mientras tanto, en lo que el hacha va y viene, las facturaciones de las Jode le rompen la parpatana a cualquiera…   Karl A. Kohler, embajador de Alemania en el país, afirma que aquí falta orden. Ojalá, caro diplomático, que ese orden no sea restablecido en estos lares por un Adolfo Hitler, como ocurrió en la nación germana…   Mire, Maginito, el embajador Kohler, quien se retira después de culminar una gestión de poco más de tres añitos, nos dio tremenda pela de lengua. Se puede censurar su falta de tacto diplomático o lo que usted quiera decir, pero nos cantó más verdades que el carajo. El alemán censuró la falta “de orden, limpieza, seguridad y hasta amabilidad”. No vaciló en decir que ha visto en esta pequeña nación caribeña lo que no ha visto en parte alguna del globo: a unos tajalanes que abren las ventanas de un bus en marcha para lanzar botellas y desperdicios a las carreteras. No joda nadie, que eso es la pura verdad. El embajador pintó un cuadro dramático en relación a la visita de turistas alemanes, y manifestó que de unos 500,000 que venían cada año, la cifra se ha reducido a poco más de 230,000. Y para terminar su filípica, pidió que se cumplan las leyes, se pague el consumo de energía eléctrica y se cubran los impuestos. ¡Feliz viaje al señor Kohler y si cae en un país que verdaderamente se respete, que no se le ocurra dar consejos como hizo aquí!…   El Ayuntamiento del Distrito Nacional proyecta invertir cuarenta millones de pesos en la arboleda y construcción de nuevas aceras en la ciudad. El programa es bonito, pues persigue embellecer la vieja capital dominicana. Pero se nos ocurre preguntar: ¿no sería más beneficioso para los munícipes que ese dinero, o parte del mismo, se invirtiera en destapar los filtrantes que convierten la ciudad, cuando cae cualquier lloviznita, en una “Venecia pequeña”, sucia y mal oliente como estuvo una vez la de las góndolas? Por ejemplo, Maginito, en la Rómulo Betancourt, entre la Bohechío y la Doctor Defilló, se forman tremendas lagunas, que impiden a los residentes en varias viviendas salir a las calles después de un aguacero, pues las aguas estancadas no juegan y eso ocurre desde hace años.

 Lo mismo sucede en distintos puntos de la Independencia, de la George Washington y de la parte alta de la capital, ¡ni hablar! Se agradecen los árboles bellos, sobre todo ahora, cuando los “especialistas” municipales saben cuáles sembrar. Las aceras se ven de lo más que se yo, aunque a veces es difícil entender que sé rompa lo que está en buenas condiciones para joder la pista con otras cosuanitas. Pero la ciudad, Maginito, no se vería del todo mal si se acaban con las aguas estancadas y se permite mejor calidad de vida quienes hoy tienen que aguantarlas.

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