Coctelera

Coctelera

“El país, todo el país, estará comunicado por medio de una red ferroviaria en el 2117, es decir, dentro de cien años. Se supone que, para ese año, no habrá protestas de parte de Juan Hubieres, Antonio Marte y seres afines”. Farmacia Mella…“En la Suprema Corte de Justicia solo se escucha un grito: ¡agua, mama!”. La mismita farmacia…

¿Se fijó usted mi querido Maginito, en otra coincidencia provocada por la haitianofilia? Muy recientemente, viejo vagabundo, el presidente Leonel Fernández dejó claro que es partidario del asunto sangre para el otorgamiento de la nacionalidad dominicana. Pues bien, caro amigo, de inmediato se intensificó la campaña que, en contra del país, se libra en distintos frentes dirigidos por una partida de cabrones entre los cuales, lamentablemente, se encuentran ciudadanos dominicanos… Y todo eso viene a cuento con una película que se exhibirá en París, el próximo día 17, intitulada “El Precio del Azúcar”, producida y dirigida por un señor llamado Bill Haney. Esa cinta ha sido definida como difamatoria para el país, para la industria azucarera y para la familia Vicini, propietaria de varios ingenios y con inversiones en distintos campos de negocios. Francia, mi querido Magino, la Francia que es cuna de la democracia, se presta hoy a denigrar una nación pobre y pequeña como la República Dominicana, tal vez afectada por una conciencia que le recuerda cómo atropelló al Haití del cual se define como “amigo”, pero se niega a recibir sus habitantes en acatamiento a una política migratoria que se agudizará ahora con un Presidente hijo de inmigrantes, pero que dará funda a la migración extranjera que eso no será un cuento. Tenemos, Maginito, que nada menos que la Alcaldía de París auspicia la campaña antidominicana, que mucho tiene de carácter comercial, pues es evidente que los vagabundos se mueven a base de dólares, de euros y de cualquier moneda fuerte que se les ofrezca… Una organización no gubernamental, gringa ella, denominada Fair Trade, reclama no comprar azúcar dominicano para el mercado de Estados Unidos, pero si la inglesa y la estadounidense, coincidiendo con la solicitud que formula el carajete de Haney en su documental difamatorio. Es más, este nuevo genio de la cinematografía solicita un boicot contra República Dominicana, para que los azúcares producidos aquí no puedan entrar al mercado imperial. Y el colmo de los colmos, recomienda a los turistas europeos que se abstengan de visitar esta república que carga con el fardo haitiano y no vacila en acudir a las naciones más poderosas, en los foros internacionales, para reclamar que se auxilie al vecino y empobrecido país… La industria azucarera dominicana, para los braceros haitianos, no fue una delicia. Como tampoco lo fue para los dominicanos que allí laboraban. Las cosas, sin embargo, han ido cambiando con el paso de los años y eso no se debe a los aportes hechos por unas cuantas ONG que viven de la miseria ajena o a la labor de algunos curas revoltosos a los que no ha ido del todo mal en sus movimientos. Los rectores de la industria azucarera nunca han pertenecido a los Niños Cantores de Viena o a las Hermanas Carmelitas o a los Capuchinos o Franciscanos. Pero tampoco son demonios ni merecen ser satanizados por dedicarse a los negocios. Por eso creo, viejo santurrón, que la familia Vicini hace muy bien en advertir a Haney de los riesgos legales que corre si proyecta el documental difamatorio. Lo mismo debería hacer el gobierno dominicano, pero de otra forma: esperar que el documental se proyecte y demandar al productor y a sus auspiciadores. El presidente Fernández, mejor que el Coctelero, sabe el “cariño” que nos tienen en el Ministerio de Cultura de Francia por la cuestión haitiana. Y no es posible que amor pague odio. Al carajo con la Alcaldía de París, con el alcalde y con los cabronazos dominicanos que se prestan a identificarse con las calumnias contra su propio país…q Finalmente, viejo charlatán, ¿por cuáles motivos nunca se entrevista a los haitianos que viven por aquí, indocumentados o no, en relación al supuesto régimen de esclavitud a que son sometidos? ¿Es que se teme que las respuestas que den esos haitianos no coincidan con las cosas que se expresan en las campañas antidominicanas? Estados Unidos apresa unos cincuenta haitianos que trataron de entrar ilegalmente en su territorio. Los repatriaron sin consideración alguna. Pero nosotros, aquí, no podemos hacer eso, pues hasta el Departamento de Estado se atreve a acusarnos de violar los derechos humanos. Volviendo al caso, los haitianos, indocumentados o no, se dedican aquí a numerosas actividades. Es más, en una esquina que conoce bien el Coctelero, un frutero es haitiano. Se faja a trabajar como un campeón, de lunes a lunes. Ni el agua lo detiene. No se mete con nadie y nadie se mete con él. ¿Es eso esclavitud? Además, ¿hay esclavitud voluntaria? Si los haitianos indocumentados se consideran “esclavos”, abierta está la frontera, por donde entraron, para retornar a su nación ¿Estamos?

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