Coctelera

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¡Feliz 16 de agosto, mi querido Magino! Un recuerdo y un reconocimiento para los hombres de la Restauración, esos que siempre creyeron en la nacionalidad dominicana, en la independencia, en la soberanía. Y una pela moral para los sinvergüenzas que, cada día, defraudan los sueños de los restauradores y de los valientes de febrero…o Maginito querido, el comesolismo como doctrina para recaudar recursos por donde quiera que usted se menee, acaba de regalarnos una atención para que disfrutemos mejor de las fiestas patrias. La Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) anuncia y factura —comiendo, sirviendo y pagando— un cargo de cuarenta pesos mensuales, es decir, 480 podridos al año, para el mantenimiento de los medidores de agua instalados en esta capital que festeja hoy el aniversario de la Restauración con más basura regada que el carajo. Pero sigamos con la CAASD…  Anexo a la factura del mes viene una linda carta, escrita con amor y devoción a los usuarios del servicio. Después de floreos y más vueltas que el carajo, la “Gerencia Comercial de la CAASD se destapa con este párrafo-perla: “Los equipos destinados a medir el consumo de agua al interior de los hogares y comercios, dadas sus características, y a fin de garantizar la calidad de sus lecturas, necesitan un mantenimiento periódico para calibración, reparación y reposición al final de su vida útil. El costo para realizar estas tareas depende del diámetro del medidor instalado y deberá ser cubierto por cada cliente. Por tal motivo, a partir de julio del presente año 2006, su factura incluirá un cargo mensual por RD$40, valor correspondiente al diámetro de su medidor de media pulgada”. Amén. El imperio dispuso cuanto hay que hacer…  La CAASD busca dinero, desesperadamente, para el desarrollo “de un proyecto de optimización del sistema de abastecimiento de agua de la ciudad capital”, proyecto que, según dice, comenzó en el 2001. Es decir, tenemos que hacer llegar nuestro reconocimiento, por eso, al viejo y querido amigo Julito Suero Marranzini y un reconocimiento adicional por el hecho de que Julito, al parecer, no se dio cuenta de que era necesario clavarle las costillas con cuarenta tululuses mensuales, mínimo, a quienes tienen instalados medidores, es decir, a los mismos pendejos de siempre, a los que tienen que pagar lo que otros consumen sin control alguno. Por cierto Maginito, la CAASD mantiene una viejísima conducta de premiar a los pícaros: ahora mismo tiene anuncios de que reducirá hasta un 70 por ciento las deudas de quienes están atrasados para considerarlos que se han puesto al día. El anuncio es más ambiguo que ciertas defensas que se le hacen al proyecto de la isla artificial y desvío de avenidas y otras pendejadas globalizadas. Hay mala-pagas que consideran que si deben mil pesos, se ponen al día pagando trescientos, con una rebaja de un 70 por ciento. Otros, más broncos que guineas, consideran que si deben mil pesos, los “perdonan” pagando 700, pues el descuento, en realidad es de un 30 por ciento. Pero la CAASD, Maginito querido, es el más justo de los organismos: premia con un diez por ciento de descuento a quienes están al día en sus pagos. Carajo, cuando usted nota estas vainas, tiene que alegrarse muchísimo cuando ve las tremendas fotos de Fidel, Raúl y Chávez juntos. ¡Los mala pagas tienen que pagar cuanto deben. Y quien está al día no necesita premio alguno, ¿O hasta cuándo estaremos otorgando tributos por cumplir con un deber?. Y eso que la CAASD dizque tiene cobros AAA!…  Para quienes llevan anotaciones: el estadio Cibao fue construido por el ingeniero Bienvenido A. Martínez Brea (Bebecito), quien también dirigió los trabajos del Quisqueya y del Tetelo Vargas, de San Pedro de Macorís. Hay que recordar que en Santiago y San Pedro no se jugó y las campañas invernales 1955-56 y 1956-57 tuvieron por escenario el flamante Quisqueya de la capital. Si la memoria no me falla, durante una manifestación-desfile en Santiago, en honor al dictador Rafael L. Trujillo en 1956, jugadores de las Aguilas Cibaeñas, con Tiant Tineo a la cabeza, desfilaron ante el hombre-fuerte, lo vivaron y pidieron la construcción del estadio de Santiago, cuyos terrenos se encontraban disponibles. Unas dos horas después del desfile, el señor Jaime Sued se encontraba en la residencia del ingeniero Martínez y de parte de Trujillo le preguntó que cuándo podía comenzar la construcción del parque. “Mañana”, le respondió Bebecito. Y así fue. Al día siguiente de la petición, centenares de hombres se encontraban desyerbando y limpiando el terreno. Lo demás es historia. El estadio, muchos años después, fue ampliado para ponerlo como se encuentra hoy. Esos trabajos de ampliación los dirigió el ingeniero Juan B. Sánchez Correa, un veterano presidente de las Aguilas Cibaeñas y hombre de béisbol a tiempo completo.

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