Coctelera

Coctelera

Buen día, amigo Magino. En los últimos días he citado      varias veces al inolvidable amigo Freddy Miller   Otero, autor de la expresión de que la vieja Radiotelevisión Dominicana constituía “el manicomio mejor organizado del Caribe”.

He recordado anécdotas, también, en que se involucra a Miller Otero. Ya que se ha tocado el tema de la emisora manejada por el general José Arismendy Trujillo Molina (Petán), justo es rememorar con mayores detalles, al extraordinario Miller Otero, el polifacético artista con cuya amistad me honré por tantos años. Miller Otero era hijo de una exquisita soprano, doña Julieta Otero Damirón. Doña Julieta casó con un oficial del Ejército norteamericano de intervención (1916-24) llamado James Hamilton Miller y el matrimonio procreó dos hijos, Freddy y Alvin, este último médico y militar retirado. En segundas nupcias, doña Julieta fue la esposa del general Fernando Sánchez Maggiolo, nieto del prócer Francisco del Rosario Sánchez, y quien llegó a jefe del Ejército durante el régimen de Rafael L. Trujillo. Al general Sánchez se le consideró un militar correcto y pese a servir a un gobierno dictatorial, no se le recuerda como oficial represivo o currupto. Doña Julieta y el general Sánchez solo procrearon un hijo, Fernando (Tuntin), quien en las postrimerías del gobierno trujillista, con el rango de general, llegó a jefe del Ejército y de la Fuerza Aérea Dominicana…q  Freddy fue un tipo talentoso, brillante. Desde muy jovencito se vinculó a la radio, como locutor, como productor de programas. Fue cantante de tangos y tocaba la guitarra. Cultivó la poesía y su vena poética fue reforzada por su íntima amistad con el poeta Héctor José de Regla Díaz. La muerte del bardo azuano, en Nueva York, afectó mucho a Miller Otero, quien pronunció el panegírico cuando los restos fueron trasladados a Santo Domingo. Aún muchos recuerdan que Freddy comenzó la oración fúnebre diciendo: “Volviste al fin vagabundo/ y ahora dices que vienes muerto/ a otro perro con ese hueso”…q Freddy era  un hombre poseedor de gran capacidad intelectual y como muchos otros de su época, afectó el desarrollo de esa capacidad por la bohemia a que se dedicó. El mismo decía que no se podía dedicar mucho tiempo a lo que llamamos “trabajo”. Aún así, sus producciones eran muy cotizadas y codiciadas. Cuando la televisión comenzó en el país, Miller estuvo en primera fila, como productor y director de programas. Un espacio nocturno, “Narraciones de un Viejo Loco”, que protagonizaba otro grande de la época, Liliano Angulo, fue uno de los grandes éxitos de Miller Otero. Freddy era dueño de un sentido del humor poco común y son incontables las anécdotas que de él se recuerdan…q Freddy era un diabético crónico. Pese a eso, era muy convencional a la hora de respetar la dieta que de los médicos creían que le habían impuesto. Escogidista rabioso, recuerdo las veces que nos juntábamos en el restaurante Julia, al lado del cine del mismo nombre, propiedad del chino Tony Chez, el papá de “Chuchu Boruga”, ambos fallecidos. Junto a una mesa, entre otros, se sentaban el narrador cubano Rafael Rubí, Félix Mario Aguiar, Luis Cedeño, el doctor Víctor Chalas y el Coctelero, entre otros. En una mesa contigua, Freddy se colocaba alrededor de una mesa, solo, y pedía un litro de scotch, que no dejaba que nadie tocara. Cuando había ingerido la mitad del contenido de la botella, tomaba ésta y se dirigía a nuestra mesa. Colocaba allí la otra mitad del scotch y nos decía: “Pueden tomarse ese whisky, que ya yo cubrí mi dieta de medio litro; júntenlo, pues, al Jacas Especial que consumen y que yo voy a beber también”…q En una ocasión, a las puertas del edificio Copello, en El Conde, se quejaba de que quería un queso blanco higüeyano, pero que carecía de dinero para comprarlo. Esperó la salida de Frank Hatton, dueño de la HIZ y cuando lo vio le dijo que había leído un artículo en el cual se daba cuenta de que el consumo de queso blanco beneficiaba la salud de los enfermos de alta tensión arterial. Frank, quien era muy impresionable, invitó a Freddy a caminar por El Conde, hacia el Este, y al llegar al colmado Elah, de Adelino Sánchez, en la vía citada esquina Sánchez, entró al establecimiento con Freddy. Compró unas frutas y pidió dos quesos de bola, blancos. Tomó uno de los quesos y lo entregó a Freddy, agradeciéndole la “receta para la alta presión arterial”… q Mañana, si Dios así lo permite, continuaré este trabajito relacionado con Miller Otero, un personaje prácticamente olvidado hasta en las esferas a las cuales dio tanto brillo.

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