Coctelera

Coctelera

El general José Arismendy Trujillo Molina (Petán) fue un hombre de una personalidad sumamente compleja. Fue el más agresivo de los hermanos del dictador Rafael L. Trujillo Molina y si bien éste trataba de mantener a raya a su pariente, a veces daba la sensación de que le “respetaba” si es por los excesos que le permitía.

Petán Trujillo era ambicioso en grado extremo y aunque llegó a ostentar el rango de teniente general en el Ejército, mucha gente nunca se dio cuenta de que dicho rango era honorario y su beneficiario jamás tuvo influencia militar. Si Petán Trujillo, en realidad, codiciaba la posición del dictador, tuvo que conformarse con serlo en Radiotelevisión Dominicana, donde firmaba como fundador-presidente-tesorero del circuito de radio y televisión. Allí, en ese pequeño imperio, fue un personaje de contradicciones, aunque es justo admitir que siempre quiso lo mejor para la planta radial. Las anécdotas que de él se cuentan, revelan que no era una persona normal y que muchas veces procedía en forma emocional…  Se cuenta que en los primeros años de La Voz del Yuna, establecida en Bonao, Petán Trujillo invertía allí los beneficios que lograba en otros negocios que mantenía en forma muy ventajosa. En La Voz del Yuna laboraba un personaje muy pintoresco, Enriquillo Sánchez, talentoso músico, pianista y compositor, autor del merengue San Cristóbal, dedicado a Trujillo, y de la bella melodía Casita de Campo y quien luego también ganaría gran popularidad con “El Guardia con el Tolete”. Enriquillo fue el primer director de la Super Orquesta San José, donde actuó brevemente….  Se relata, Maginito querido, que en ocasión del día del músico, la fiesta de Santa Cecilia, Enriquilo Sánchez reunió al personal de La Voz del Yuna y le notificó que por disposición del mayor Trujillo -ese era el rango de Petán en la época- la emisora saldría del aire al mediodía y que funcionarios, empleados y artistas debían trasladarse al club social bonaense, donde le sería ofrecido un agasajo a nombre del fundador de la empresa. El propio Enriquillo se encargó de preparar el agasajo en el club. Petán Trujillo se encontraba en la ciudad capital y al observar que la emisora no estaba en el aire pasado el mediodía, indagó el motivo de ese cambio. Se le informó que se había dado una orden para eso, en ocasión del Día del Músico. El hombre, aparentemente, montó en cólera y salió hacia Bonao. Al llegar a la Villa de las Hortensias, se dirigió a su emisora donde se le notificó que todo el personal se encontraba en el club social. Hacia allí fue Petán Trujillo…   Al llegar a las puertas del club, -y previamente avisado Enriquillo Sánchez- el famoso compositor vegano le esperó con los brazos abiertos y dando gritos le dijo más o menos que todo el personal se encontraba muy feliz, que no sabía como agradecerle que hubiera dado medio día de descanso a los empleados de la emisora y reconociera su labor durante el año con una fiesta en el Club. Petán Trujillo, ante el coberío usado por Enriquillo, cambió completamente de aspecto, rió a mandíbula batiente y exclamó: “Es lo menos que podía hacer por ustedes, disfruten de una fiesta que les ofrezco con el corazón”…  Al concluir la segunda guerra mundial, Radiotelevisión Dominicana se valió de la necesidad que dominaba a grandes artistas italianos y fue así como llegaron al país, contratados por centavos, astros como el violinista Danilo Belardinelli, la arpista Laura Cacipoutti, los pianistas Mario Carta y Enrique Cagna Cabiatti, el técnico A. Montelli, entre otros. El director artístico de Radiotelevisión era el afamado conductor de la San José, el panameño Avelino Muñoz, quien, para el primer ensayo de los italianos, invitó al general Trujillo Molina. Petán acudió a su hora y por eso le fue extraño que el ensayo no dilatara. Comenzó a indagar las razones del retraso y Avelino a justificar el mismo. Sucedió que en la oficina de Avelino se había extraviado una partitura para piano de una pieza del inmortal Frederic Chopin. Avelino acostumbrado a bregar con músicos, a hablar en la jerga que éstos a veces emplean, también fue presa del nerviosismo, provocado por las presiones desatadas por Petán. Eso provocó que cuando el fundador-presidente-tesorero preguntara una vez más a qué se debía el ensayo no comenzara, el genio panameño le dijo, creyendo que hablaba con alguien que entendería el lenguaje artístico: “es que todavía falta Chopin para comenzar”. Cuando Petán escuchó esas expresiones le gritó a Avelino: “pues póngale cincuenta pesos de multa, que yo lo contraté para que estuviera a su hora en el trabajo”…. ¿Habrá sido todo eso rigurosamente cierto? Pocos lo dudan, conociendo como procedía Petán Trujillo en ese feudo de la Ciudad de Miami, cita obligada de los mejores artistas dominicanos, donde la entonces tecnología de “punta” siempre estuvo a la orden del día. Paradójicamente, donde no se escatimaban chelitos para colocar la planta a la altura de una XEW de México, chelitos se regateaban si iban a los salarios que se pagaban a más de 500 dominicanos. Donde por mirar a una guapa muchacha se podía perder el empleo o ir a chirola. En fin, cualquier cosa podía ocurrir en el “manicomio mejor organizado del Caribe”, como lo definió, con justeza, el inolvidable Freddy Miller Otero.

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