Coctelera

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¿Cómo está, mi querido Magino? No me diga nada, pues hay que suponer que, para usted, todo sale a pedir de boca, buen bandido. Mire, viejo amigo, tengo un colega que me dice, cada día, que la crisis en la persecución del delito es sistémica. No me gusta discutir con ese compañero, pero creo que la crisis no es sistémica sino vagabundémica. En los últimos días, por ejemplo, hemos visto como la Policía Nacional, en sus funciones de auxiliar del Poder Judicial, peina calles dominicanas y arresta a gente sumamente “peligrosa”, gente que puede alterar la “paz pública” y el “orden establecido”, se trata de los vendedores callejeros de DVD y CD pirateados… Vamos a aclarar, para evitar malas interpretaciones, que no podemos apoyar al denominado “pirateo” de películas en DVD y de CD. Sabemos, de sobra, que todo eso va en contra del derecho de propiedad intelectual, derecho que debe ser protegido por la autoridad. Por tanto, no apoyamos esa venta a todas luces ilegal. Ahora bien, Magino del alma querida, ¿son esos infelices arrestados en los últimos días -153 según el jefe de la Policía- los responsables de la venta de los CD y DVD que les ocupan, son los responsables de la violación al derecho de propiedad intelectual? No me fuña usted la pista, esos no son más que chivitos expiatorios por unos cuantos días, mientras los verdaderos “piratas”, industriales de la ilegalidad, permanecen a muy buen recaudo. ¿Cuándo no ha sido así?…  Quienes fabrican miles y miles de copias de CD y DVD deben disponer de sofisticados equipos para mantener su industria en producción. Y esos equipos, hasta donde puede presumirse, no fueron lanzados en paracaídas sobre puntos de la geografía nacional. Se puede suponer, por tanto, que esos equipos fueron importados “con todas las de la ley”. Es decir, mi querido Maginito, ¿no es posible a la autoridad conseguir, a través de las Aduanas, una lista de todas las personas que han importado equipos industriales para la fabricación de CD y DVD? ¿No es posible, con esa lista en las manos, conocer quienes trabajan a nivel comercial? ¿No puede Impuestos Internos ayudar en esa tarea? Es claro que la “batida” de los últimos días ha sido motivada por las protestas de directores y productores dominicanos de películas, quienes han visto como “piratean” su trabajo desde la salida del mismo. Esos directores y productores reclaman sus derechos, con sobrada razón, y deber de la autoridad es protegerlos. Pero se necesita ser un boca de burro o creer que la Unión Cívica ganará las próximas elecciones, para llegar a la conclusión de que los infelices arrestados en calles son los responsables del que luce un negocio muy lucrativo…  Mire, Maginito, este negocio es tan serio, que por ahí existen establecimientos comerciales que pagan sus impuestos, de mucho prestigio, que venden CD que contienen la leyenda impresa de que son expedidos únicamente para la República Dominicana. Esos CD son vendidos a precios que oscilan entre 90 y 100 pesos la unidad y “vox populi” señala que son “pirateados por las firmas que poseen sus derechos antes de caer en manos de los “piratas” dominicanos, “piratas” a los cuales no llamaremos protegidos, pero sí muy “difíciles” de localizar…  No se por cuales razones, Magino querido, esta vaina me recuerda el asunto del tráfico de narcotráfico en los Estados Unidos. Caen en las redes de las autoridades norteamericanas grandes capos que introducen los narcóticos y chivitos que los venden en las calles. En algo coinciden los detenidos; sus apellidos son latinos y por allí no aparece el de ningún jerarca con el apellido sonoro que a diario vemos en la prensa. Los latinos son tan hábiles que se han cogido el mercado yankee, mientras los norteamericanos entienden que la cotorrita tiene dientes y por eso come maní tostado. Lo mismo para por aquí con la piratería de CD y DVD, infelices que a lo mejor comen y visten con la venta de las pendejuanas que se les entregan, son los responsables del ilegal mercado, pero los júreles que lo dirigen están en un permanente carnaval; muy bien disfrazados y con el favor del jurado. ¡Las fallas no son sistémicas, mi querido Magino, son vagabundémicas!

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