Coctelera

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 Mis mejores saludos son para usted, mi querido Magino. Tengo para decirle que para el infrascrito no constituye sorpresa alguna la demostración de civismo ofrecida por los haitianos al concurrir a las urnas el pasado martes. Eso lo había visto en nuestro país, en varias ocasiones, y en las circunstancias más adversas.

 Gran porcentaje de los habitantes de una nación acuden a las urnas para elegir a sus gobernantes. Lo hace en orden, en paz, y desean lo mejor para la tierra que los vio nacer. No importa que los electores sepan leer y escribir. No importa que sean analfabetos. Los líos vienen después que se cierran los colegios electorales, las mesas electorales y comienzan las maniobras sucias y las trapisondas de quienes quieren imponerse a cualquier precio. Por aquí, viejo verde, y eso lo sabe usted de sobra, eso ha pasado en múltiples ocasiones. Ojalá eso no ocurra ahora con los haitianos que tantos deseos de paz muestran y que saben cuantos oscuros intereses se agazapan a la espera de su oportunidad para clavar un puñal en las espaldas al orden público y a la institucionalidad que se busca…  Las elecciones de ahora en Haití, caro viejo, me recuerdan las efectuadas el 1ro. de junio de 1966 en la República Dominicana, comicios efectuados bajo la atenta mirada de poderosas fuerzas interventoras que hicieron de las suyas desde el 28 de abril de 1965, para evitar que la constitucionalidad rota en septiembre de 1963 fuera reimpuesta. Aunque guardando las debidas distancias que muestran los pueblos que comparten el domino de la isla, aquella vez los comicios ganados por el reformista Joaquín Balaguer al entonces perredeista Juan Bosch —el mismo Bosch derrocado en 1963— fueron efectuados en un país ocupado por tropas militares extranjeras que le adversaban, con Estados Unidos a la cabeza y “dirigido” por un gobierno provisional que aunque presidido por un grande hombre que sí creía en la democracia, Héctor García Godoy, se encontraba mediatizado en sus actuaciones por poderosos intereses en pugna. Hoy Haití tiene un gobierno que no gobierna todo cuanto debería gobernar, dado que tropas extranjeras deciden la suerte del hermano país y el poder imperial, disfrazado de ONU o de OEA se impone a rajatablas…  Mire, Maginito, los problemas persistirán en Haití, pero lo deseable es que el gobierno que emerja de los comicios de anteayer, sea un gobierno que trate de imponer el orden basado en el respeto a la ley. Nunca me inscribiré en esa funesta escuela de quienes consideran que Haití debe ser gobernado por una dictadura, una tiranía, un régimen de mano fuerte que sojuzgue a los haitianos y eso permita “tranquilidad”, en ese aspecto, para los dominicanos..  Quienes añoran un trato así para los haitianos asumen una posición hipócrita, maligna si se quiere llamar así, pues esa misma gente en su mayoría, quieren un ejercicio de libertades plenas en la República Dominicana, al menos así lo pregonan públicamente, aunque un ejercicio psiquiátrico a lo mejor muestra que resabios dictatoriales subyacen en su subconsciente…  ¿Por que razón, Magino querido, deben ser encadenados millones de haitianos para garantizar la “tranquilidad” de los dominicanos? ¿No tienen los haitianos los mismos derechos que nosotros a disfrutar de libertad, de respeto a sus derechos? ¿Cree usted, viejo vagabundo, que los haitianos merecen regímenes como los de Duvalier padre y Duvalier hijo, si esos regímenes garantizan cierta “tranquilidad” en la demarcación fronteriza y una especie de contén a la migración hacia la República Dominicana? Creo lo contrario, el freno a la migración lo representaría el ejercicio de la libertad en un Haití donde la inversión extranjera —incluyendo la dominicana— no tema aposentarse. Un Haití en vías de desarrollo, con orden, sería el mejor freno a la huida de sus nacionales, a la huida masiva, pues la migración en sí jamás será contenida sino no es con la aplicación de la ley de este lado de la isla. Mientras aquí esa ley se aplique al capricho de autoridades que solo busquen “ganancias de pescadores”, mientras esa situación persista, pobre de nosotros…  Haití, Magino, necesita que la comunidad internacional vaya en auxilio masivo del gobierno que se elija libremente. Desde aquí debemos apoyar ese gobierno y observar sus ejecutorias. ¿Quién quita que las inversiones dominicanas en un Haití ordenado constituyan una garantía para la existencia de nuestra propia nación? Habrá que esperar.

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