Coctelera

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¿Qué hay, Magino? ¿O no hay? Usted, como quiera, va a gritar y a pedir más que un receptor de béisbol. Tengo para decirle, viejo sinvergüenza, que al pobre Almirante Descubridor de América le ha caído los palitos. Al conmemorarse el quinto centenario de su firma con los Carmelitas, le han dicho hasta botijuela verde. Ahora mismo, caro viejo, circula una obra, en España, en la cual se expresa que el Almirante era un tirano y un hombre avaricioso todo el tiempo. Lo mismo se afirma de su hermano Bartolomé y su hijo Diego. Se denuncia que el Descubridor no permitía que los indios fueran bautizados en la fe cristiana, para así mantenerlos esclavizados. Bueno, Magino, si era así, si era un tirano y avaricioso, no hay dudas de que sembró, pues desde esa fecha —hace cinco siglos— los países por él descubiertos, y sus vecinos, lo que más han tenido son tiranos y acaparadores de riquezas.

El nuevo libro reitera que el Almirante fue llevado encadenado a España y tirado en una ergástula hasta que fue puesto en libertad. La verdad de todo, viejo fucusero, es que al Almirante lo único que falta es decirle que era gay. Por cierto, Maginito, el amigo y genial humorista Freddy Beras Goico dijo una vez que Rodrigo de Triana dió el grito de “tierra”, dado que una tarde el Almirante subió a cubierta acabado de asearse, perfumado y usando una faldita. Según Freddy, ya el viaje llevaba treinta días, y cuando uno de los hermanos Pinzón vio al Almirante con faldita perfumado le dijo “adiós, mamacita”. Según Beras Goico, el Almirante se trancó en su camarote y no volvió a subir a cubierta hasta la hora de preparar el desembarco en Guananí… En estos días, querido Magino, mucho se habla del Concordato firmado por el dictador Rafael L. Trujillo con la Santa Sede, en 1954. Tengo entendido, viejo charlatán, que aquí hubo oposición a la firma de ese instrumento, y que uno de los que se opuso a la firma, con argumentos contundentes, fue el ex presidente del Consejo de Estado y de la República, licenciado Rafael F. Bonnelly. He leído que Trujillo firmó ese Concordato porque buscaba, desesperadamente, que le otorgaran el título de Benefactor de la Iglesia. No sé, Magino, si eso es así y estoy dispuesto a correr el riesgo de equivocarme, consciente de la fragilidad de la memoria. Pero tengo entendido que esa propuesta fue hecha después de la firma del citado concordato y desde Roma, por el sacerdote católico Zenón Castillo de Haza (Papito). No es ocioso decir que la petición cayó en el vacío y los obispos dominicanos se opusieron con energía a la misma. De nada valieron las presiones oficiales… Leo una muy buena entrevista hecha a Cuqui Córdova por el Listín Diario. El polifacético y gran amigo habla de que, en 1953, estuvo en un campamento formado por unos mil hombres que el gobierno de Trujillo iba a enviar a la guerra de Corea. Cierto muy cierto, que fueron reclutados jóvenes desafectos al régimen o hijos de familias que se consideraba que adversaban la dictadura. Pero tengo entendido que esa fue una de las tantas poses dramáticas de Trujillo, quien, en momento alguno, pensó en enviar a los jóvenes al frente de batalla. El dictador quería sojuzgarlos, tenerlos amenazados todo el tiempo, a ellos y a sus familiares. Al terminar la guerra de Corea concluyó el peligroso show. Observe —y Cuqui lo admite varias veces— que a los ‘futuros combatientes’ no se les enseñó a tirar, a manejar armas de fuego. Lo mismito que ocurrió con los centenares de miles que pasaron por el llamado Servicio Militar Obligatorio. Trujillo no era ningún bobo para tener una población que supiera manejar armas de fuego… ¿Qué pensar está prohibido en el gobierno? Quien dijo eso fue el ingeniero Hamlet Hermann, quien dió garrote al caos en el tránsito que eso manda madre. Pero oportuno sería que sus observaciones no cayeran en el vacío, pues hizo puntualizaciones muy acertadas. Bien. Maginito, a esperar la reunión de hoy, encabezada por el presidente Fernández y que tratará el tema de la violencia que nos azota.

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