Coctelera

Coctelera

El presidente de la Asociación Nacional de Detallistas de Gasolina (ANADEGAS), cuando menos se supone, no es un hombre que habla por hablar, un simple deslenguado o una persona sin control alguno. Por tanto, Maginito, sus denuncias no deben caer en saco roto. El ha hecho pronunciamientos, en distintas y recientes ocasiones, que muy bien han debido movilizar áreas del gobierno. En cambio, la callada ha sido la respuesta y, por tanto, hay gente que entiende que le asiste la razón y que el gobierno está cogido por “la guardia de Mon”.

Ahora, a nombre de Anadegas desde luego, se denuncia que con la venta del gas propano hay “un gran engaño”. Se habla de que no se cumplen con las estipulaciones de ley en el suministro de ese combustible. Si eso es cierto, estamos frente a una estafa. Y como estafa al fin, cuando menos debería mover la oficina del procurador general de la República, pues se trata de un combustible que se vende a nivel nacional y muy caro por cierto. ¿Algo impide la acción pública en estos casos, claro que en defensa del consumidor? ¡Cualquiera diría que sí!..

Maginito, entonces tenemos que la Autoridad Metropolitana del Transporte AMET) meterá en cintura a los choferes que se creen dueños de las calles. ¿Y qué harán con aquellos que realmente lo son?. Lo mismito se puede decir de la cantidad de tarantines que surgen, por doquier, en las aceras de la avenida San Martín. Lo lindo del caso es que ya, públicamente, se venden hasta tapabocinas de vehículos y hasta donde se ha podido establecer, ninguno de esos vendedores es importador de tapabocinas, un negociazo que, desde años ha, se desarrolla en Villa Consuelo, a la vista de todos, inclusive de quienes han perdido esos tapabocinas…

La San Martín, poco a poco, ha sido ocupada por abnegados padres de familia, marginados de la fortuna, a quienes se permite hasta conectarse directamente de los postes de luz del alumbrado público, para que puedan desarrollar sus actividades nocturnas, claro, sin pagar un centavo a las Jode. De todo ya se vende en la San Martín y no hay que dudar que dentro de poco tiempo, para desalojar a esa gente, el Cabildo o el Gobierno Central necesitan disponer de unos treinta millones de pesos para indemnizar a los trabajadores. Sabemos, de sobra, mi querido Magino, lo bien jodido que estamos, pero no es justo ni lógico que para beneficiar a unos cuantos desempleados se fastidie a millares que trabajan y que la ciudad se haga cada día más asquerosa…

Maginito querido, una pregunta tontita: los decretos que puedan ser expedidos durante los días en que el gobierno, de hecho, este aposentado en San Francisco de Macorís, ¿cómo dirán? ¿”En Santo Domingo, capital de la República Dominicana, o en San Francisco de Macorís, a los tantos días… Se lo pregunto dado que el artículo 6 de la Carta Magna señala que “la ciudad de Santo Domingo de Guzmán es la capital de la República y el asiento del gobierno nacional”…

Cuba y Panamá restablecieron sus relaciones diplomáticas. Muy bien hecho, ¿Acaso se olvida usted, mi querido Magino, de aquella canción intitulada “América Inmortal”, que se cantaba en decenio del 40 del pasado siglo, cuando éramos veintiún países come-cocos y éstos eran llamados “hermanos soberanos, de la libertad”?…

Educación mi querido Magino, instaló 630 nuevos inodoros en escuelas públicas. Y ya han comenzado a desaparecer. ¿Es eso justo? Al parecer la vigilancia tendrá que ser redoblada en los planteles escolares, pero también habrá que tratar como puros delincuentes a quienes roban o destruyen propiedades públicas. No me vengan con muchas contemplaciones. Cada año, Educación tiene que cambiar miles y miles de butacas que son destruidas por estudiantes, llamándoles así en forma piadosa, pues ni siquiera son niños traviesos, sino puros vagabundos a quienes en las escuelas no se les puede llamar la atención y carecen de hogares donde les den una buena paliza por sinvergüenzas. Con esos carajos solo queda dejarlos en manos de la autoridad pública, para que las leyes se les apliquen con todo rigor, no la blandenguería con que son tratados en la actualidad para que vuelvan a las andadas. Millones y millones de pesos tienen que invertir las autoridades en reparar cuanto destruye una partida de sinvergüenzas a quienes algunos, para estar bien con Dios y el diablo, llaman “muchachos”, en vez de designarlos por sus verdaderos nombres, ¡delincuentes!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas