Coctelera

Coctelera

Radhamés Gómez preguntaba ayer la razón por la cual el gobierno tiene que costear las organizaciones no gubernamentales si éstas, de acuerdo a su nombre, no tienen vinculación oficial. Esa pregunta, mi querido Magino, también se la formula el Coctelero. Se presume que las organizaciones no gubernamentales, las populares ONGs, procuran sus recursos con donaciones de entidades privadas, filantrópicas o de lo que usted quiera llamarlas.

Aquí tenemos, por ejemplo, a Rehabilitación, Cardiología, Cáncer, Dermatología, Sordos, Ciegos y otras, que se lanzan a las calles a buscar recursos económicos, que hacen maratones benéficos, rifas y muchísimas otras actividades. Los dineros recaudados, sin embargo, no son suficientes y entonces el Estado va en auxilio de esas instituciones que realizan una labor a favor de la población más necesitada. Cierto es que ese concurso gubernamental es imprescindible para esas entidades, pero más cierto es que dichas entidades asumen la responsabilidad, en materia de salud, que debería asumir el Estado. Aun así, las contribuciones gubernamentales se prorratean y se otorgan duodécimas partes cada mes. Vale decir, sin embargo, para que gente avispada no haga cerebro, que hay asignaciones para entidades de esas citadas, que resultan inferiores al pago total del servicio eléctrico, agua, teléfono y recogida de desperdicios. Se entiende, se comprende, se justifica, que el Estado acuda en auxilio de esas ONGs que son verdaderamente útiles al país y las cuales laboran en forma positiva desde años ha, desde los días en que no se hablaba de las ONGs tan queridas por el amigo imperial que no es de Guerlein, pues Guerlein afortunada o desafortunadamente, nació en Francia… Lo que no acabo de entender es como el gobierno, desde hace unos años, se dejó envolver por legisladores, para que le “patrocinaran” ONGs que puedan calificarse de personales más que de apadrinamientos. Son centenares de millones de pesos que, anualmente, tienen que destinar los contribuyentes para ese tipo de ONGs que va en beneficio directo de los legisladores. NO quiero que se me entienda mal. Va en beneficio directo pues quienes reciben el concurso de manos de los legisladores juegan al proselitismo partidarista costeado por los contribuyentes. Uno no se explica, por ejemplo, por cuales motivos no es el gobierno que asume directamente la responsabilidad de esa ayuda. Un legislador, al protestar porque en el presupuesto cepillaron su cosuanita, se preguntó dónde van a conseguir dinero para el pasaje unos treinta estudiantes a los cuales él facilitaba el asunto. Y la pregunta viene: ¿No podría Educación disponer de esos recursos para ayudar a los estudiantes necesitados, en vez de hacerlo a través de legisladores que capitalizan, políticamente, la entrega de dinero pagado por un contribuyente que espera que sus obligaciones fiscales se retribuyan en servicios y no en prosélitos para guanajos… Ya usted vio, querido Magino, el pataleo en la Cámara de Diputados, con legisladores de todas las tendencias, es decir, a todos le dieron por el buchito. Discusiones y más discusiones sobre ese asuntito y nada de tiempo para hablar sobre educación, salud y sistema vial. Lo personal primero. El contribuyente después. Por eso, Maginito, me permito sugerir que en la próxima reforma constitucional se establezca un articulado que disponga la obligatoriedad de establecer una ONG para cada diputado y senador, financiada por el Estado en su totalidad. La suma a establecer se determinaría por la población de la demarcación que diga representar el beneficiario y eso se hará en la misma proporción que se fija para escoger al representante a la Cámara Baja. Y colorín, colorao… Pero el ejemplo sigue: en la Carta Magna podría establecerse, además, que a cada dominicano, cuando llegue a la mayoría edad, se le otorgaría la exoneración para importar un vehículo de motor, sin límite alguno, es decir, que podría tratarse desde un holandés de dos cilindros hasta un Bentley, hecho a mano, en la exigente Gran Bretaña que ahora también bendice, de manera oficial, a notorios cundangos. Todo eso sería muy loable, aunque no eliminaría la posibilidad de que se honre al “Contrabandista Desconocido”, con un monumento a la entrada de cualesquiera de los muelles que sirven para que cabronazos de verdad traten de engañar a los demás.

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