Coctelera

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El profesor Miguel Escala, rector del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), no es un hombre que está permanentemente en el tinglado con la formulación de declaraciones o cosas parecidas. Por eso, mi querido Magino, cuando ese prestigioso educador habla, hay que ponerle atención. Al profesor Escala, según expresa, le preocupa el bajo rendimiento de los estudiantes en matemáticas y lectura comprensiva y lo que es peor, aún, le mortifica en grado extremo el poco dominio de esas materias que tienen los profesores supuestos a enseñarlas a sus alumnos. ¿Quiere usted algo más elocuente de un drama que, al parecer, es conocido por mucha gente y poco se hace para remediarlo?…   Kevin Manning, el influyente presidente de la Cámara Americana de Comercio, entiende que el «país debe propiciar el desarrollo del capital humano». Sí hombre, ya es tiempo, sobre todo por los años que se han dado al desarrollo del otro capital y más que al capital, a los intereses…   Otro educador, antiguo rector de Intec, suelta paquetitos. Es Rafael Toribio. No se anda con muchos rodeos para decir que la pobreza y la baja escolaridad contribuyen al auge de la delincuencia que sacude a la nación. Y tiene razón de sobra. Mire, Maginito, no sé si usted habrá observado un detalle. Mientras mejor es la condición económica de un ciudadano, más radical es en su petición de sanciones para la delincuencia. Inclusive pide hasta la pena de muerte o, sencillamente, que maten al delincuente si lo cogen con las manos en la masa. Esa gente quizás no se fija, Magino, que por estos lares tienen más de quinientos años matando gente y aun no se resuelven los más importantes problemas que nos afligen… Toribio, mi querido Magino, enfoca, con claridad meridiana, un asuntito que muchos pasan por alto al enjuiciar las causas que generan o contribuyen a aumentar la delincuencia: cómo se incita el consumo por distintos medios y todo el tiempo. Usted no me dirá, viejo vagabundón, que esa devoción al consumo no provoca terribles efectos en quienes desean comodidades que solo pueden obtener por medios ilegales…  José Enrique Sued, el síndico reformista por Santiago, tiene los pies puestos sobre la tierra. No le importa un carajo que lo auditen los muchachones de la Contraloría, pues no tiene nada que esconder. Fue esa su respuesta categórica cuando se enteró de que la Contraloría había decidido auditar los ayuntamientos de Santiago, La Vega y Moca, es decir, tres cabildos controlados por la oposición. Mire viejito vagabundo, la Contraloría, de acuerdo con la ley, tiene derecho legítimo a auditar cabildos y demás yerbas. Pero poca gente dudará de que ahora mismito, en vísperas de elecciones, la política esté lejos de esas auditorías selectivas. De todos modos, caro amigo, lo que se necesita, como dice José Enrique, es tener la casa en orden. Con estar hablando pendejadas, de respuestas contundentes y otras vainitas, nada se logra. Las cuentas claras dominan hasta las intenciones aviesas… Me dicen que doña Camila Parker Bowles, la esposa del príncipe Carlos, gasta unos cinco mil dólares mensuales en salones de belleza. Es decir, unos 60,000 dólares cada año. Eso no es nada si se toma en cuenta que ni ella ni el príncipe pagarán la cuentecita ya que las libras esterlinas para satisfacer esa cosita saldrán de los bolsillos de los ingleses que pagan la tradición más cara del mundo.

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