Coctelera

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¡Muy buenas, mi querido Magino! ¿No cree usted, viejo charlatán, que el inicio del mes es propicio para botar el golpe? Mire, entre la reforma fiscal, los proyectos políticos de alianzas y otras vainitas, le inflaman las peronilas a cualquiera. Por eso, adelante y con valor, que e’pa’lante que vamos, carajo…  Cuando escucho eso de que en Francia se revoluciona todo con el “cambio de cara”, no me queda más remedio que reír y reír mucho.

Sin embargo, creo justo dejar que los doctores Jean-Michel Dubernard y Bernard Devauchelle, del Centro Hospitalario Universitario de Amiens, Francia, disfruten su trabajo y se crean los pioneros en los cambios de rostros…  Eso sí, caro bandidazo, después que pase un tiempecito, habrá que decirle a los reputados galenos que en este pequeño país del Caribe, del cual un poeta escribió que está colocado “en el mismo trayecto del Sol”, se cambian caras desde hace muchísimo tiempo. Y lo lindo del caso es que el cambio se hace de la manera más desvergonzada, sin ruborizar a los beneficiados. La mayoría de esos cambios se efectúan en el campo de la política y es posible que, en ocasiones, dichos cambios resulten sumamente caros para quienes se someten a las “intervenciones”, pues los “cirujanos especialistas” a cargo de los trabajos son jefotes que no perdonan. De todos modos, quien el rostro se cambia de esa manera, es porque ha visto la posibilidad de recuperar su “inversión” con creces…  Desde luego, parece que el método local no ha sido perfeccionado por completo, pues hay ocasiones en que “efectos secundarios” aquejan a los que su rostro han cambiado y uno de esos efectos es ser implacable con sus compañeros que prefieren mantener su rostro original, aun cuando éste sea tomado a manera de “patrón de caretas”. No crea, querido Magino, que eso del cambio local de rostros es patrimonio exclusivo de los políticos. Eso se ve en todos los campos de acción de la vida dominicana, incluyendo el periodístico, y ahí sí que esa pintura es dura. Casos se dan de cambios de caras en esa actividad, cambios que provocan una pureza extraordinaria y convierten a los cambiantes en abanderados de la ética profesional y otras cosuanitas más. De todos modos, habrá que esperar que por estos lares aparezcan algunos clientes para los doctores Dubernard y Devauchelle, pues hay ejemplares que, como nuevos “hombres lobos”, al llegar la luna llena espantan hasta a su mamacita, a cualquiera de las dos… Magino, ahora y más en serio que el carajo. Por aquí pasaron cirujanos italianos, hace algunos años, que eran acusados en su país de cambiar el rostro a miembros de las tristemente célebres “Brigadas Rojas”. Hubo un caso de uno de esos cirujanos, quien ejercía clandestinamente en el país, al cual estuvieron a punto de echarle el guante a petición del gobierno italiano después del asesinato de Aldo Moro, pero el hombre espantó la mula y fue a tener a Francia, donde se asegura que labora como cirujano plástico, pues se trata de un auténtico “diablo a caballo”…  Propicia es la ocasión, viejevo, para recordar una anécdota. Se cuenta que, en una oportunidad, le dijeron a Ernest Hemingway que la bella actriz Marilyn Monroe quería tener un hijo suyo, pues la diva del cine norteamericano consideraba que sería un ejemplar de feria, nacido con su belleza física y el talento del autor de “¿Por quién doblan las Campanas”?. Hemingway, riendo, dijo que rechazaba la propuesta, pues él sería el primero en deplorar que del “cruce” naciera un niño o niña con la “belleza física” suya, del escritor, y el talento de la señorita Monroe. ¡Come ahí, papá!…  Magino, ¿Sabe usted, acaso, qué cantidad de caras habría que cambiar, si deciden “transplantar” nuevos rostros a los habladores?

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