Coctelera

Coctelera

Tenga muy buenas, mi querido Magino. Y siga disfrutando del gratuito calor que nos regala la naturaleza en estos días del otoño que acaba de comenzar. “Clausuran 37 envasadoras de agua. ¿Cuándo las reabren?”. Farmacia Mella…

Muy sensatas lucen las declaraciones del Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, doctor César Pina Toribio: que a los oficiales del Estado Civil se les asigne un sueldo decente, que sea pagado por el gobierno central. ¡Y qué los recursos que se generen en las Oficialías del Estado Civil ingresen al Fondo General de la Nación! ¿Por qué tiene el dinero así recaudado que ir a la Junta Central Electoral? La propuesta del doctor Pina Toribio merece respaldo. Eso sí, que la Oficialías del Estado Civil sean puestas en condiciones decentes para trabajar y se acabe el caos imperante…

Maginito, si la isla artificial se construye con aval del Estado, ¡Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo! ¡Dele crédito al Coctelero que le advirtió a usted, hace algún tiempecito, de que eso podría venir! ¿Qué peligro ofrece eso del aval? No se me haga el pendejo. Después que el contrato para la construcción de la ya famosa isla sea aprobado por el Congreso, si usted es uno de los favorecidos, puede salir con “esos papeles” a buscar financiamiento en el exterior para los trabajitos que hay que hacer. Usted coge su préstamo y quítese de bulla, pues si usted no paga, tiene que pagar el Estado. No me venga con el cuentazo ese, por favor, de que en la construcción de la isla maravillosa el Estado no tendrá que hacer inversión alguna. El Estado tendría, como quien no quiere la cosa, que pagar las letras que no cubran los cuberos y sus canchanchanes locales y extranjeros. Y detrás de esas vainas tienen que venir más jureles que el carajo. Y no pase por alto el hecho de que el jurel es de aguas profundas. ¡Al carajo con el aval! ¿O es que no aprendemos las lecciones?. Pata para Daniel Toribio, el administrador del Banco de Reservas, del Estado; ¿Por qué no sacar de la discusión de la reforma fiscal el asunto ese de gravar los beneficios que produzcan los ahorros en los bancos, si ese gravamen se haría efectivo en el 2009? No hay duda alguna que el mejor discípulo que tuvo don Florencio Lorenzo Silva en el viejo Impuesto sobre la Renta conserva toda su lucidez impositiva?…

El presidente Leonel Fernández, y eso es bueno, luce como el mejor relacionador público de su propio gobierno ante los pronunciamientos formulados por el obispo de La Vega, monseñor Antonio Camilo. El mandatario comprende que las críticas que hace el prelado, así como cualesquiera otras, tendrá que recibirlas con humildad, aunque no le gusten, y ojalá eso contagie a funcionarios de su régimen que, por agresivos, puedan ser vistos como intolerantes y arrogantes al mismo tiempo…q Monseñor Camilo hizo críticas a la política seguida por el gobierno en distintos puntos del Cibao y citó obras necesarias, con nombres y apellidos. No se trata, ahora, de refutarlo con esas cosas de que “hacemos obras nuevas”. Si el obispo católico indica que una carretera espera más de un año para su reconstrucción, se necesita ser muy duro de caco para no darse cuenta de que no culpa a la actual administración del Estado en que recibió la obra. Culpa al gobierno como institución e invoca, queriéndolo o sin querer, el principio de continuidad del Estado. Cuando el presidente Hipólito Mejía tomó las riendas del poder, el 16 de agosto del 2000, perdió muchísimo tiempo hablando pendejadas de que su gobierno estaba en ruinas, que le dejaron deudas por más de 28,000 millones. Y lo mismo sucede ahora: todo es culpa del gobierno de Hipólito y el tiempo avanza…

Mire, Maginito, el Coctelero no conoce personalmente a monseñor Camilo, pero sí sabe que ese obispo es un hombre de una santa trayectoria a lo largo de los años. En Santo Domingo hizo historia con su trabajo en populosos barrios que le adoran. Si usted quiere conocer a monseñor Camilo, ni modo, lea la columna publicada ayer en “El Día” por el subdirector de ese periódico, José Monegro. Y a cuanto dijo Monegro, puedo agregarle un episodio que viví hace unos años en San Juan de Puerto Rico. El chofer del taxi en que me trasladaba era dominicano y al enterarse que yo también lo era, me preguntó si conocía a monseñor Camilo. Le dije que personalmente no. Y entonces el conductor me dijo que él formaba parte de una comisión que recaudaba fondos para obras de bien social que hacía monseñor Camilo en el país. Aún retumban en mis oídos sus expresiones: “Ese sí que es un hombre en quien se puede confiar, que se preocupa por los suyos sin beneficio de especie alguna” ¿Cree usted, Maginito, que un hombre así va a formular denuncias para dañar o para que las cosas mejoren?

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