Coctelera

Coctelera

¿Se acuerda usted, mi querido Magino, de aquel juego llamado “sube y baja”? En el viejo parque Hostos, entonces Ramfis, y en el parquecito de Güibia, funcionaban varios. El juego tenía gran demanda. Habían momentos en que el más pesado de los dos jugadores se quedaba abajo, prensando el aparato y de buenas a primeras se salía de la madera. El que estaba arriba, de menos peso, caía como un bólido y como le hubiera dicho don Hipólito, se rompía el pichirrí. Cualquier parecido o semejanza entre este sube y baja y el juego con el precio de los combustibles no es coincidencia ni ficción. Es obra oficial, si importar las razones que sean…

Mire, Maginito, si entre la Lope de Vega y la Kennedy los peatones tienen que tirarse a la calle dado que una construcción impide el paso, no culpe a los constructores. La culpa, todita, es de las autoridades, encargadas de aplicar la ley y lo más probable es que esas autoridades, a lo mejor por temor a los dueños de la construcción, y para taparse del sol, usan sombreros Borsalino…

Cinco provincias más quieren los diputados. Es justo y necesario. Eso tiene que aprobarse a la carrera. A fin de cuentas, ¿qué son cinco senadores más y cuando menos diez diputados? Las tetas de la vaca gubernamental aguantan eso y mucho más, así como también la secuela de gobernadores, regidores, síndicos, suplentes de síndicos, suplentes de regidores, asesores de todas clases, hasta de los mensajeros. En fin, cinco provincias nuevas crearían fuentes de empleo. No importa que no sean fuentes de trabajo, pues el trabajo atrofia, daña y mata. Los contribuyentes pagarán con gusto el dinero que reclamen las autoridades de las nuevas demarcaciones…

Lo que uno lamenta de veras es que el prejuicio legislativo impida que la calle El Conde sea convertida en provincia, cuando esa vía y sus alrededores cuentan con toda la infraestructura necesaria para constituirse en nueva demarcación, hasta con sus vagos. El Conde tiene prácticamente de todo, agua, luz, teléfono, nada de vehículos de motor jodiendo las 24 horas del día, lo que al mismo tiempo elimina a la gente de Amet de ese servicio, lo cual es de por sí un gran paso de avance. El Conde dispone de su gran palacio municipal, que podría ser la sede de las oficinas que se necesiten. Tiene atracciones turísticas de todas clases, comenzando por La Catedral, cuenta con el Baluarte, el Parque Independencia que se lo agregaríamos y algunas otras cositas. Para los turistas, como a usted le gusta, don Magino, siempre hay “carne fresca”. En fin, en El Conde encontrará usted todo lo necesario para una tremenda provincia. Y para cerrar, entre El Conde, la Nouel, Las Mercedes y pedazos de Isabel La Católica y la parte posterior del Independencia, hay más habitantes que en muchas de las provincias que crean los legisladores que nos gastados y que, lamentablemente, nunca acaban de gastarse…

Magino querido, es con profundo pesar que consigno la muerte de mi entrañable amigo el doctor Fernando Amiama Tio (Marullo), un hombre que se destacó por haber desempeñado altas posiciones en la administración pública y por su extraordinaria vocación de servicio. Son muchas las cosas que se puede y se deben decir de Marullo Amiama Tio. Por eso, viejo querido, le pido su autorización para dedicar mañana nuestro dialoguito a un hombre que sí sirvió a la patria y jamas se sirvió de ella, que vivió con austeridad y así se despidió de todos nosotros. Mientras tanto, paz a los restos de este gran amigo…

El gobierno autorizó la importación de un millón de pollos. Quiere garantizar, así, que no haya culebreo en diciembre, pues las Navidades, con teleras hasta ahora, están a la vuelta de la esquina.

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