Coctelera

Coctelera

Mi querido Magino, buenos días. ¿Podemos hacer un pequeño aparte en nuestro diálogo sobre asuntos haitianos? ¿Qué no? Ni modo, pues váyase a donde usted sabe, ya que hoy estoy contento, pero muy contento, con la elección de dos amigos muy queridos al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. Ellos son el doctor Alejandro Asmar Sánchez (Chito) y Tomás Troncoso Cuesta, ambos en calidad de propulsores…

La elección de Chito me ha permitido conocer que me engañaron durante muchos años, pues el benjamín de don Alejandro y doña Nena es más viejo que el Coctelero, por unos meses solamente, pero más viejo al fin. Chito Asmar ha sido un deportista de cuerpo entero, miembro de una familia de deportistas. Fue jugador de béisbol, lanzador y primera base, aun cuando solo don Alejandro le consideró material “de grandes ligas”. Pero como propulsor ha estado presente en muchas causas nobles para impulsar organizaciones deportivas. Fue, también, y quizás eso muchos no lo recuerden, un excelente árbitro de béisbol profesional, aunque de carrera muy corta…

Chito procede de una familia muy querida que sentó reales en la Estrelleta casi esquina Arzobispo Portes, en Ciudad Nueva. Sus padres, don Alejandro y doña Nena fueron personas muy queridas, así como los hermanos del honrado Chito: Federico, Guillermo, Purruco, Santo y Zaida. Federico es un prestigioso gineco-obstetra que, como Angel Chan Aquino, es tremendo compositor de boleros y guitarrista. Purruco fue beisbolista amateur, uno de los peores campocortistas que recuerdo. Los Asmar Sánchez, todos escogidistas, supieron ganarse el cariño de cuantos le conocieron, pero, eso sí, ¡pobre de quien criticara a Chito como beisbolista, pues ese tenía que ser procesado por la Inquisición de los berrinches! Para Chito, Maginito querido, un abrazo de su amigo de toda la vida, el Coctelero, y congratulaciones a toda su familia, familia muy querida por el mismo Coctelero…

¿Qué decir de Tomás Troncoso Cuesta, caro viejo vagabundón? Tomás, durante más de cuarenta años, ha mantenido una carrera muy activa como cronista y dirigente deportivo. Y desde esa posición, no solo ha sido un comentarista de noticias, sino un verdadero propulsor de las actividades deportivas. Fue un entusiasta que respaldó, en todo momento, la consecución de la sede de Santo Domingo para los Centroamericanos y del Caribe de 1974 y contribuyó, en forma decisiva, a la fundación de un Comité Olímpico sin ataduras…

Su pasión y su especialismo, al mismo tiempo, ha sido el béisbol, el nativo y el de las grandes ligas. Tenía que ser así. Su padre, don Manolín Troncoso, fue un seguidor de esas actividades durante toda la vida, pero Manolín siempre fue un hombre humilde, que prefirió el bajo perfil a la ostentación. Hay que decir que don Manolín, por encima de todas las cosas, fue un educador, y un educador de primera línea, desde el Colegio Santo Tomás y el Liceo Secundario Juan Pablo Duarte…

Del hijo de Manolín Troncoso y doña Estela Cuesta no se podía esperar otra cosa que no fuera un hombre de trabajo. Y eso ha sido Tomás…

Independientemente de su programa “Los Deportes en Marcha”, con más de cuarenta años de vida ininterrumpida, Tomás se las ha compuesto para comentar partidos de béisbol por la radio y la televisión, del béisbol local y del béisbol norteamericano. Es un hombre cuidadoso, que estudia y que no tiene temor a expresar sus juicios con absoluta independencia. Es un trabajador incansable. De pasada, se puede decir que, como dominicano sensible a nuestros problemas, no se le aprieta el pecho para enfocar cuestiones ajenas al deporte y lo hace con valor. Hace muy bien, pues los problemas que analiza no se pueden ver fuera del contexto de la realidad nacional. Y no se puede aspirar un deporte sano, bien organizado, en un medio caótico en todos los órdenes de la vida nacional. Quienes critican a Tomás por hacer uso de esos temas, cuanto deberían hacer es imitarlo y quizás así las cosas mejorarían un tantito, pues se lograrían más votos para que los asuntos se enderecen Maginito, un fuerte abrazo para Tomás. Mis recuerdos más cariñosos para la memoria de mi inolvidable Manolín. Mis cariños a Estela. Al siempre afable Chiqui, y mis congratulaciones muy sinceras para la compañera y abnegada esposa de Tomás, para sus cuatro vástagos y para sus once nietos. ¡Qué todos gocen un galardón más bien ganado que el carajo!

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