Coctelera

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¿Cómo está mi querido Magino? Por aquí, contentísimos con la noticia esa de que tendremos un tremendo parque eólico, para producir energía limpia, disminuir la dependencia del petróleo y, suponemos, también, de los barones de la generación. Ahora bien, con todo y todo, cualquiera recomienda la más estricta vigilancia en las zonas donde se instalarán los molinos y en sus amplios alrededores, para evitar que “vivos” se roben los vientos y traten de negociarlos con los dueños del parque. No me diga que exagero, que si en este país se desaparece una turbina de un avión de combate en un aeropuerto militar, ¿Qué diablos no pasaría con el aire que sopla por el sur en rumba abierta para baile?…

Por cierto, don Magino, como que está raro eso de la turbina “desaparecida”. ¿La sustrajeron por hobby, para subir average? Eso así, en vista de que no es fácil disponer de una turbina, a menos que se tenga un “cliente” de antemano, como tiene que haber ocurrido, en el pasado, con las piezas de repuestos de un DC-9 que tenía la saqueada estatal Compañía Dominicana de Aviación (CDA) que algunos ilusos quieren “capitalizar. De todos modos, mi querido Magino, la “negociación” de una turbina de avión de combate me recuerda a un viejo amigo, ido hace muchos años, el cronista deportivo Miguel A. Nadal A., quien decía, con excelente buen humor, que un buen vendedor no era quien lograba colocar el exclusivista zapato Fa-Doc, —industria de El Jefe— sino quien se atreviera a vender un ancla de barco en Santiago, una mitra para Papa y un campanario de Iglesia…

Mi querido Magino, tenemos entonces que el presidente dominicano, Leonel Fernández negó que vaya a reunirse, en Salamanca, España, con el primer ministro de Haití Gerard Latortué. Ambos se encontrarán en la ciudad española durante la decimoquinta reunión de jefes de Estado y de gobiernos de Iberoamérica. Se supone que Fernández y Latortué hubieran hablado de la evidente crisis en las relaciones dominico-haitianas, aunque es seguro que ambos hombres de Estado hubieran negado la existencia de esa crisis. Que los gobernantes hablen y que tracen pautas para resolver problemas es muy buenito, pues nadie con dos dedos de frente quiere violencia ni cosa por el estilo. Ahora bien, Leonel hubiera tenido que hablar claro a su amigo Latortué, pues el horno no está para galletitas. Este país, por pendejón, es el malo de la película. Hoy los haitianos, que no juegan en materia diplomática, sacan la ventaja con una diabólica campaña internacional en que hablan de que aquí existe un estado de animosidad contra sus compatriotas…

Es más, viejito verde, un periódico de Puerto Príncipe se atrevió a publicar la especie de que doscientos haitianos habían sido asesinados en Higüey en un mes. Fue un antiguo cónsul haitiano, nada menos y nada más que el conocido Edwin Paraison, quien salió al paso al infundio, negándolo categóricamente. Religiosos extranjeros se encargan del resto, inclusive de joder con asuntos que pueden hasta perturbar el orden público por la irresponsabilidad gubernamental en una confusa y álgida zona del Este del país. Quedé medio frío ayer en la mañana cuando escuché a Yolandita Martínez decir que haitianos lucían pancartas en el Este con leyendas que pedían a los dominicanos que se mantuvieran fuera del lugar. ¡Timbales que tienen unos y que faltan a otros! De todos modos, mi caro Magino, vale esperar que Leonel Fernández no baje la guardia en cuanto a cuál va a ser la posición del país y que no debe ser otra que la del ejercicio pleno de su soberanía, dejar entrar a quien desee y sacar a quien también lo desee, máxime si está en contra de la ley. Aquí no se puede ceder a presiones, ni de Estados Unidos, ni de Francia, ni de Canadá, ni de la Iglesia Católica ni de nadie. Si estas gentes exigen mengua de la soberanía nacional, pues mandarlos al carajo es un deber, una obligación. Vamos a respetar los derechos de los haitianos, a no maltratarlos, pero, por encima de todas las cosas, vamos a respetar los derechos de los dominicanos y la defensa de la soberanía nacional es, tal vez, el más esencial de todos…

Maginito, para terminar por hoy, nuestras congratulaciones al querido colega doctor Rafael L. Molina Morillo, por su elección como vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa de la (SIP). Rafaelito fue presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP, por varios años y ahora tiene el carril de adentro para ser un futuro presidente de esa organización. Felicitaciones, también, para la esposa de Rafaelito, la siempre querida Francia, quien acompaña a su marido en todas sus jornadas.

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