Coctelera

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Buenas, mi querido Maginito. Cualquiera diría que el gobierno amaneció este lunes muy bien asustado por la vainita petrolera. Así se interpreta el anuncio de cuatro páginas que envuelve la edición de “Diario Libre” de ayer, pagado por la Comisión Nacional de Energía y la Refinería Dominicana de Petróleo, organismos que no están bajo el control de las hermanas Carmelitas sino del estamento oficial. No hay duda alguna de que cualquiera, al leer el texto y los titulares de ese anuncio, siente que la carne se le pone de gallina y le dan ganas de acuartelarse hasta que pase el temporal…

Mire, Maginito, está la frase al pecho que eso manda madre: “el país a un tris de la crisis por el petróleo”, “somos pobres y lo gastamos (el petróleo) como ricos”, “a punto de tocar fondo”, “tenemos que parar el coche”, “o frenamos el consumo o caemos en crisis”, “el petróleo nos amenaza”, “bombillo a bombillo, galón a galón, salvemos la nación”. Todo, viejito charlatanazo, muy cierto, muy real, y por eso se espera, ahora, que del verbo bonito se pase a la acción dinámica, seria y responsable…

Imagínese usted, mi querido vale, que el anuncio de que le hablo se preparó cuando el petróleo costaba 60 dólares el barril. Eso así, dado que se anuncia que gastamos 1.9 barriles por segundo, con un costo de 114 dólares. Los organismos oficiales ofrecen una serie de atinados consejos para reducir el consumo de petróleo. Por cierto, viejito verde, se nos ocurre que el gobierno exonere de impuestos, tasas, contribuciones o lo que sea, la importación de bombillos de bajo consumo, pues los mismos son un tanto caritos. No todos los abnegados y sacrificados pueden pagar, digamos, entre 100 y 115 de los hediondos por un bombillo de trece vatios…

Son muchas las cosas que habrá  que hacer para enfrentar este problema que nos presenta el alto precio del petróleo. Por ejemplo, el gobierno tiene que ponerse a la cabezuana de cuanto se haga para estimular a la ciudadanía a que le siga el paso, paso que ahora tiene que ser, como la vieja rumba, “el más chévere”, o nos fuñimos sin bailar el ritmo aquel. La cuestión imagen se tiene que cuidar y cuidarla bien, sin que eso altere el ritmo normal de vida del gobierno. Por ejemplo, viejo ladino, y sin que eso vulnere las normas de seguridad establecidas. ¿No se podrían reducir las cositas esas de los franqueadores y las escoltas motorizadas? Eso, además de ahorrar un chin de combustible, evita la irritación de quienes manejan y tienen que lanzarse “a la derecha” para dejar paso libre a funcionarios que cualquiera no se imagina en esas pendejuanas, dado que ya no son el presidente y el vicepresidente de la República quienes las usan, sino cualquier pelafustán, como decía el inolvidable Leonel Concha P. …

No es posible, caro Magino, que centenares y centenares de vehículos de alto consumo, del Estado o con placa oficial y combustible facilitado por el gobierno para que lo paguen los contribuyentes, no es posible que esos vehículos, repito, estén por calles y carreteras cuando producto del alza del precio del gas oil, cualquier infeliz observa como le suben el valor a los productos del agro y de la pecuaria que proceden del Cibao o del Sur…

El problema energético es la del carajo y parece que se agrava en vez de mejorar. Eso hace difícil el ahorro de combustible en determinadas áreas, pues la producción no se puede detener y todos sabemos lo que cuesta el mantenimiento de las grandes unidades privadas, independientemente de que siguen corriendo las cuentas de las Jodes, por más apagones que se nos regalen. Queda otro problema: ¿Puede usted resignarse, en su casa, en su apartamiento, a permanecer veinte horas sin energía? Ni modo, tiene que recurrir al gas oil para el funcionamiento de las pequeñas unidades que, sumadas, hacen una tremenda montañita para el consumo…

Este problema energético no es de fácil solución. El de la reducción del consumo de combustible, tampoco. Se necesita voluntad política en ambos campos y para ahorrar derivados del petróleo es necesario, imprescindible, que la ciudadanía esté consciente del permanente peligro que nos acecha. No nos pongamos a pendejiar, a hablar bobería ni cosas por el estilo. Chávez tiene derecho a hacerlo, inclusive a jugar públicamente con sus agresores, pues el mandatario venezolano —y que lo disfrute— tiene algo de lo cual nosotros carecemos: petróleo que va para los 70 dólares el barril.

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