Coctelera

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“En materia de insultos a su propia gente, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fue electo el novato del año”. Farmacia Mella… ”Hugo Chávez quiere un partido único en Venezuela. ¿Qué el poder embriaga? No señor, ¡ajuma!”. La misma farmacia… Cuando el entonces presidente Joaquín Balaguer ordenó la construcción de lo que es hoy la Plaza de la Salud, hubo gente que consideró que se trataba de agregar un hospital más al caótico sistema dominicano de salud. Otra gente gritó por asuntos de intereses, incluyendo al Ayuntamiento del Distrito Nacional, que reclamaba la paternidad de los terrenos.

Al Cabildo no le fue mal, pues el gobierno central se entendió con el organismo para pagar el valor de los terrenos, y el Cabildo, a su vez, pagó a Eventos Deportivos, arrendataria del asqueroso hipódromo que iba a ser destruído… Lo que el país ignoraba era que Balaguer, malicioso a tiempo completo, tenía cartas debajo de las mangas de la camisa para la operación del ambicioso proyecto concebido. El gobierno luchó contra el reloj para la construcción de las edificaciones y jamás faltó el dinero para cubrir a tiempo las cubicaciones que se le presentaban. Tampoco faltó plata para el debido equipamiento de los centros. Por la mente de Balaguer nunca pasó la idea de entregar los hospitales a Salud Pública. El tenía su propio proyecto y es muy claro que en todo momento contó con el asesoramiento de un dominicano ilustre, el doctor Juan Manuel Taveras, de sólido prestigio, como médico radiólogo, en los Estados Unidos, especialmente en el Hospital General de Boston. Textos de radiología preparados por el doctor Taveras son empleados en universidades estadounidenses. Balaguer creó un Patronato para que dirigiera los trabajos del hospital general de la Plaza de la Salud y Taveras se encargó de jugar un papel clave en la formación del Centro de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (CEDIMAT). La conducción de CEDIMAT fue confiada a otro Patronato, este presidido por Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, un vertical hombre al cual Balaguer sabía de sobra que no se le podían mandar papelitos ni “instruirle” por la vía telefónica… Balaguer no hizo caso a los reclamos para que el centro fuera colocado bajo el mando de Salud Pública. El anciano estadista, ciego por completo, mostró que tenía más visión que nosotros. Evitó que la Plaza cayera en un sistema caótico, donde la indisciplina es una carta muy conocida y donde a nadie le duele lo que tan caro cuesta al contribuyente… Hoy, diez años después de haber iniciado sus operaciones, la Plaza de la Salud y CEDIMAT constituyen motivo de orgullo para la medicina dominicana. Si bien es cierto que disponen de subvenciones oficiales, no lo es menos que éstas cubren solo una porción de los gastos y que la mayor parte de dichos gastos son financiados con lo que producen los centros. Para los pacientes, es falso de toda falsedad, que sus costos sean exagerados. Y en el hospital general paga quien puede pagar, eso sí, tras la comprobación de que no se trata de engañar a la entidad. Si usted compara lo que la cobra CEDIMAT, por un tratamiento de primer orden, con lo que le cobraría un hospital norteamericano, por ejemplo, notará que lo de los costos exagerados no es más que un cuentazo… En los centros médicos de la Plaza usted no ve vagos, ni vendedores de chucherías en sus pasillos. La limpieza es notoria a tiempo completo. Médicos, enfermeras y personal administrativo están en sus puestos durante los horarios de labores. Los profesionales son contratados de acuerdo a su capacidad. Mire, Maginito, cuando usted llega a la Plaza de la Salud, le da la impresión de que entra a un cotizado hospital de los Estados Unidos… Los centros están equipados con los más sofisticados aparatos para diagnósticos, manejados por un personal muy bien entrenado. Y sin duda, viejito querido, que uno de los secretos para el éxito de la Plaza radica en el criterio gerencial con que se manejan las cosas. Es más, caro Magino, a veces creo que el gobierno debería cerrar los ojos y continuar con el desarrollo del proyecto tal y como fue concebido originalmente, es decir, construyendo, cuando menos, los hospitales de cardiología y el infantil así como disponiendo la terminación de edificios que, a medio palo, se observan en la Plaza, no sé si los de la Cruz Roja y la Defensa Civil… No podemos soslayar el hecho de que el propio Cardenal López Rodríguez ofreció una prueba de que en la Plaza se cree en lo que se predica. El purpurado puso su vida en manos de jóvenes especialistas dominicanos, de capacidad y preparación óptimas, para que le practicaran en CEDIMAT, una delicada operación de corazón abierto. El resultado ha sido tan satisfactorio, que Nicolás, como dice Alvaro Arvelo, está listo para convertirse en el primer Papa latinoamericano. Magino querido, la ocasión es propicia para enviar una cálida congratulación al presidente del Patronato de la Plaza, el distinguido hematólogo doctor Julio A. Castaños Guzmán y al hombre fuerte de CEDIMAT, el prestigioso neurólogo doctor Eduardo Yermenos, así como también a todos aquellos que laboran en esos centros que enaltecen la ciencia.

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