Coctelera

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Buenas, mi querido Magino. ¿Se acuerda usted de eso que llamaron el «Destino Manifiesto»? Pues bien, esta columna fue víctima, ayer, del «Cegato Manifiesto» y eso me obliga a pedirle disculpas, por encima de todas las cosas y a reproducir un parrafito de lo más que se yo, parrafito que, al parecer, involuntaria o voluntariamente no gustó a algún ajustero de los que gusta tomar iniciativas sin consultar,  omitiéndose parcialmente al dejar inconclusa la columna.

Aquí le va el párrafo: «Pero oiga el colmo de Bush: «Somos una sociedad que da la bienvenida a los inmigrantes pero también somos una sociedad que valora el Estado de Derecho y el imperio de la ley». Por aquí, don Magino, no podemos hacer eso. ¡Dios nos libre de ello! Somos un alicatico gringo y nos mueven a su antojo, por pendejos y por carajetes desde luego…..»Lo lindo de este cuadrito, docto Magino, es que las declaraciones de Bush coinciden con la visita al país del general John Craddock, norteamericano, desde luego, quien dirigió un estudio relacionado con la frontera dominico-haitiana, estudio que entregó o entregará al presidente Fernández. Ojalá se puede conocer algo de ese estudio, a ver si el gas pela. Pero de seguro que no se «hablará» en la misma forma que habló Bush. ¡Dios nos libre muchacho! Haitianos por allá, no, inmigrantes mexicanos indocumentados a recibir guantazos. Pero a los inmigrantes haitianos les queda este refugio que, según los grandotes, es de ellos. Y punto»…..Profunda pena me ha causado el fallecimiento del amigo y distinguido empresario dominicano señor Máximo Pellerano Romano. Conocí a Máximo desde años ha. Siempre afable, jovial, buen amigo. Lo recuerdo desde sus inicios en el mundo de los seguros, en la vieja B. Preetzman-Aggerholm, en la vieja casona colonial de Las Damas y Mercedes, frente al Museo de las Casas Reales. Allí creo que también nació la alianza Reid y Pellerano, que alquilaba y vendía bicicletas dirigido el negocio por Donald Reid Cabral y Rogelio Pellerano. Máximo dedicó la mayor parte de su vida al negocio de seguros y a él se debe el empuje que adquirió la Compañía Nacional de Seguros. Aunque no lucía la agresividad de su difunto hermano Rogelio Arturo, pues era más reservado, medio introvertido, Máximo fue un hombre de mentalidad progresista, a quien no le temblaban las muñecas para impulsar nuevas empresas. Fue el motor más visible de Telepuerto San Isidro, de Tricom en gran medida junto a su hijo Arturo y presidió el Grupo Financiero Nacional, al cual perteneció el Banco Nacional de Crédito…Máximo se encontraba retirado desde hace varios años, aquejado de severos problemas renales. Con él solía conversar, brevemente, en sus caminatas por el Mirador del Sur. Siempre amable, atento al acontecer nacional. Estuvo presente cuando su familia se reunía, en los días finales de la dictadura de Rafael L. Trujillo, para trazar planes que permitieran la salida del Listín Diario cuando cambiara la situación política. Así aconteció. Máximo, junto a Tuturo, Moisés, Nelly y Baby Ricart se la jugaron el todo por el todo y triunfaron. Después de muerto Tuturo, Máximo vendió su paquete accionario en el Listín Diario pero no pudo mantenerse lejos del medio y aquí estoy, dijo, cuando se creó la Editora Doble A, que sacó la revista Rumbo y hoy edita Diario Libre, pionero de los periódicos gratis en el país…Me imagino, Maginito, cuánto debe haber sufrido Máximo, ya retirado y enfermo, con los tristes acontecimientos ocurridos en los últimos años, y que hicieron naufragar negocios por él tan queridos, acontecimientos en los cuales él nada tuvo que ver en forma directa. Como tremendo capitán que era, luchó denodadamente por su vida, dentro y fuera del país. Finalmente, la enfermedad le venció. Por Máximo, una oración al Señor para que le de a su alma el descanso que merece. Y mi pésame a sus familiares, a su esposa e hijos, y muy especialmente al siempre estimado amigo Arturito.

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