Coctelera

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¡Buenas, Magino! ¿Cómo le va con los apagones? Usted es tan sinvergüenza, pero tan sinvergüenza, que es capaz de decirme que no los conoce. Bien, vamos al grano, ya que no se puede ir a otra parte… El doctor Luis Augusto Ginebra Hernández (Payo), cuyos restos fueron sepultados ayer tarde, desempeñó altas funciones públicas antes de convertirse en un próspero, audaz y agresivo empresario. Hombre de gran capacidad, fue también poseedor de un gran sentido del humor y protagonista de muchísimas anécdotas. Recuerdo dos, sobre todo, que él contaba con muchísima gracia… Al dictador Rafael L. Trujillo se le llenó el cuarto de agua después de auspiciar la tentativa de asesinato del presidente venezolano Rómulo Bentancourt. La Organización de los Estados Americanos (OEA), reunida en San José de Costa Rica, y con presiones enormes de Venezuela y Estados Unidos, decidió que todas las naciones del hemisferio deberían romper relaciones diplomáticas con el gobierno dominicano, al cual se le impusieron, además, severas sanciones económicas. Trujillo llamó en esos días de 1960 a Payo Ginebra y le dijo que viajara a Quito, Ecuador —donde había estado acreditado como jefe de misión—, y le pidiera a su amigo José María Velasco Ibarra que no retirara su embajador en esta ciudad. Payo viajó con celeridad a la nación sudamericana y al llegar a Quito pidió una entrevista al jefe del Estado, quien se la concedió de inmediato… Payo recordaba que, al verlo, Velasco Ibarra le saludó con mucho afecto y de manera sorpresiva le dijo que Ecuador le daría asilo político con mucho gusto, pues pensaba que en eso él andaba. Payo le ripostó, amablemente, que no buscaba asilo alguno y que, por el contrario, viajaba en una misión encomendada por Trujillo. Le planteó el asunto al cinco veces presidente y éste le dijo que eso era imposible, que su gobierno tenía que acatar la decisión de la OEA y clausurar la embajada, pero que como gesto de buena voluntad dejaría a su embajador en calidad de cónsul general, algo similar a lo que hizo el presidente Miguel Ydígoras Fuentes, de Guatemala, quien convirtió a su embajador, coronel Ramiro Gereda Asturias en cónsul general. Payo retornó al país y enteró a Trujillo del resultado fallido de la misión y el todavía hombre-fuerte aceptó resignado la situación… La otra anécdota ocurrió pocos días después que Trujillo cayera abatido a tiros. Payo desempeñaba las funciones de director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), entidad que acababa de recibir unos equipos de Rayos X para uno de sus hospitales. El entonces general J. Arismendy Trujillo Molina (Petán) llamó por teléfono a Ginebra y le dijo que él necesitaba esos equipos para instalarlos en un campamento que haría para los «Cocuyos de la Cordillera». Payo se hizo el bobo y le habló de trámites burocráticos y otras cositas… Pocos días después Petán volvió a llamarle y le advirtió que si no le entregaba esos equipos, mandaría gente a matarlo. Payo recordaba que entonces se marchó al Palacio Nacional y dijo al subsecretario de la Presidencia, su amigo Virgilio Díaz Grullón, que necesitaba, con carácter de urgencia, una entrevista con el presidente Joaquín Balaguer. Virgilito trató de conseguirla enseguida, pero Balaguer, cachazudo como siempre, envió a decirle que preparaba una reunión con unos delegados de la OEA que vendrían ese día al país y que, por tanto, no podía darle la audiencia… Payo le manifestó entonces a Virgilito que retornara a las oficinas del Presidente y le dijera que tenía que recibirlo en ese instante «pues Petán me quiere matar». Díaz Grullón cumplió el cometido con el amigo y cuando volvió frente a Payo, éste le preguntó: «¿Y que te respondió el presidente cuando le dijiste que Petán quiere matarme?». «Qué a él también», fue la seca respuesta de Díaz Grullón… ¡Que en paz descansen los restos del viejo amigo Payo Ginebra!

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