Coctelera

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¿Cómo está mi querido Magino? ¿Preparándose para la Semana Santa? Ojalá sea así, pero desee que su actuación se dirija a recordar al Hijo de Dios y nunca a participar en las fiestas paganas que se hacen hoy….

¿Sabe usted, viejo Magino, que significa la palabra xenofobia? ¿Y xenófobo? ¿Y xenofilia? Pues bien, caro amigo, xenofobia es el “odio u horror a los extranjeros”. Xenófobo es “enemigo de los extranjeros”.

Y xenofilia significa “simpatía hacia los extranjeros”… Bien, vamos a recordar que hace unos días dos llamadas “organizaciones” acudieron al Washington imperial para acusarnos de racistas, discriminadores raciales, xenófobos y veinte mil firmas más. Vamos a ocuparnos, hoy del cargo de xenófobos que nos hacen “defensores del Derecho Internacional” y unos jinetes “jesuítas” que se caerían del caballo de don Ignacio cuantas veces trataran de montarlo.

¿Xenófobos los dominicanos? Los descerebrados que nos acusan de eso ignoran, por ejemplo, la existencia de una comunidad española y de una comunidad formada por sirios, libaneses, árabes y palestinos, cuyos miembros se han destacado y se destacan en las principales actividades nacionales. ¿Se pretende ignorar, acaso, que representantes de esas comunidades han gravitado, en forma decisiva en el manejo del comercio dominicano, sin confrontar problemas de especie alguna?

Los pioneros de esas migraciones, generalmente, casaron con dominicanas o formaron sus familias en el país, siendo sus descendientes auténticos y verdaderos dominicanos. Siempre han sido tratados con respeto y consideración y se les agradece su concurso para el desarrollo de la nación.

¿Dónde está, pues, el denunciado xenófobo?…. República Dominicana ha sido invadida varias veces por el “hermano norteamericano”, vestido de guardia de la cabeza a los pies y esos soldados han jugado con duro contra los infelices pero timbaludos criollitos. Restablecida la calma, en cada ocasión, los norteamericanos han vivido sin mayores dificultades en este país tan abusado. Los dominicanos no han culpado a los nacionales estadounidenses por los excesos cometidos por su gobierno. Ha proliferado una comunidad norteamericana, aun cuando ésta no echa raíces como las anteriormente citadas, pues su origen migratorio es bien distinto al de otras colectividades. ¿Dónde carajo está la xenofobia denunciada? Los dominicanos hemos visto proliferar comunidades cubana, colombiana, italiana, canadiense y puertorriqueña, entre otras. Estas comunidades se han dedicado al trabajo constante y los dominicanos, jamás, por el error cometido por algunos de ellos, ha juzgado la colectividad en su totalidad. ¿Dónde están, pues, los xenófobos que ven los cegatos que solo sirven para extender las manos y agredir a quienes jamás les han ofendido, ¿Y qué me dice de la gran comunidad china que albergamos, super trabajadora?….  Hemos dejado, para el final, el asunto de la colectividad haitiana residente en el país. Ese es el punto que real y efectivamente interesa a los hipócritas que nos acusan, quienes desean cubrir su manto de haitianofilia acusándonos de discriminar a los “extranjeros”. Según los protectores principales de nuestros acusadores, los Estados Unidos, viven en el país entre 600,000 y un millón de haitianos, casi todos indocumentados. Esos haitianos, generalmente, huyen de la miseria en Haití para vegetar o chiripear en la pobreza dominicana… q Por factores que no vienen al caso analizar en esta columna, esos haitianos se han hecho imprescindibles para el buen funcionamiento del sector agropecuario y de la industria de la construcción. Muchos otros venden, en calles y campos, las pinturas de los artistas haitianos. Otros se dedican a la venta de billetes y quinielas. Tienen puestos de frutas en esquinas de la capital y de poblaciones del interior del país. Haitianas desvalidas, con nenes en los brazos, piden en las esquinas de la ciudad. Es cierto que pueden cometerse algunos abusos en contra de los indocumentados haitianos.

Como ocurre con los indocumentados en todas partes del mundo. Puede que existan personas -y existen- que no gustan de los haitianos. Pero de ahí a decir que contra los que huyen del vecino país se practica la xenofobia hay una gran diferencia. ¿Qué xenofobia del carajo ante un diez por ciento de la población de la República? Si la presión haitiana no es más fuerte, se debe a cuestiones de orden cultural entre ellos mismos. La comunidad haitiana no tiene la preparación, digamos, de la cubana, ni sus miembros cuentan con la capacidad intelectual de los otros antillanos. ¿Es eso culpa de los xenófobos? Nuestros acusadores y sus padrinos “amigos de Haití”, con hábiles y no nos sacan el guante de la cara, para atemorizar al gobierno y evitar que cumpla sus obligaciones en materia migratoria. Sin duda que, hasta la fecha, lo han logrado. A veces se cree, Maginito, que es una lástima no ser un “xenófobo especializado”, para enviar a casa del carajo a los cabrones que se enquistan hasta en agrupaciones supuestamente religiosas para morder la mano de quien les permite ganar el sustento.

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