Coctelera

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Muy buenas, mi querido Maginito. Se rompió el juvenil “pacto de civilidad” y don Agripino, esta vez, no pudo reunir los pedacitos para pegarlos con algunas de las tantas vainas que se venden aquí para eso. Al carajo también se fue, al menos públicamente y en la forma en que estaba compuesta, la comisión de seguimiento con el nombre cambiado. Ojalá que hayamos aprendido la lección y tengamos, de manera permanente, un pacto de civilidad que a todos nos obligue: la Constitución y las leyes adjetivas. ¿Comisión de seguimiento entonces? Las que se forman por la interpretación de las leyes y aplican los tribunales. De todos modos, transparencia es lo que se ofrece y transparencia es lo que se espera. O el día menos pensado, “¿bururú, barará, dónde está Miguel?”…  Maginito, una lección positiva: la miseria ha impactado al candidato del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), señor Gustavo Turull, aspirante a síndico por el Distrito Nacional. Este ha dicho que “gane o pierda”, seguirá trabajando a favor de los pobres, si pierde a través de una fundación. Eso es muy bueno, Maginito, y a darle seguimiento tocan…  Nadie ha respondido aún al columnista Orlando Gil, quien afirma que la candidata a síndico de los reformistas en Baní, Vianella Bello, había decidido dar el salto al peledeísmo desde mucho antes de que se firmara el denominado “pacto de civilidad” y que el secretario Amable Aristy Castro había conversado con ella para que el anuncio del cambio se produjera en otra ocasión. El detonante para reventar el “pacto” fue la juramentación de la señora Bello por el presidente Leonel Fernández el mismo día en que los tres grandes se pusieron “de acuerdo”…  Maginito querido, entreténgase un chin: a contar del 16 de agosto venidero contaremos con 178 diputados, lo que obliga a la ampliación de la sala de sesiones del edificio de la Cámara Baja. Esos 178 legisladores representan 356 exoneraciones de vehículos de motor, exoneraciones que en su mayoría tienen un efecto multiplicador, pues se venden muy bien a los jureles para importar marcas sumamente cotizadas, hasta de autos que sólo se ven a las puertas del casino de Monte Carlo. Entonces, los diputados cogen la boronita y adquieren vehículos de menos costo y todos contentos. Cada vehículo representa un chofer, que paga la Cámara y el consumo de combustibles, gomas, mantenimiento y exoneraciones de placas. Hay diputados con dos períodos y van para el tercero. Esos, en materia de exoneraciones, casi son dealers. Por eso, Maginito, hay que insistir, para acabar con el discrimen. En la próxima reforma constitucional —y eso viene— se debe incluir un artículo que rece más o menos así: “Todo dominicano, al llegar a la mayoría de edad, tiene derecho a importar un automóvil o vehículo similar, libre de toda clase de impuestos, tasas, gravámenes o contribuciones”…  ¿Conoce usted, mi querido Magino, al cantante de opera Jerry Hadkey? Mire, viejito charlatán, ese es uno de los mejores tenores sobre el planeta. Pues bien, el amigo Hadkey se pasó de tragos. La Policía de Nueva York le sorprendió sentado en su auto, en el sitio del conductor, con la llave colocada en el “encendido”. Se le hicieron las pruebas de lugar, que dieron positivas y hoy Hadkey está frente a un juez, respondiendo por una violación a la ley. Nadie se atreve a intervenir como “padrino” por el hecho de ser Hadkey un hombre conocido en casi toda la Unión. Ese, Maginito, es el hombre-fuerte que necesitamos por aquí, la ley, una ley que se imponga a todo aquel que le pase por encima, y que mande al carajo a los intermediarios que buscan arreglarlo todo con dinero o con amenazas. Una ley que mande al carajo desde los secretarios de Estado y los generales hasta el más simple agente oficial, si éste quiere colocarse por encima de la Carta Magna y leyes adjetivas. Amén. Y a esperar. Eso llega. 

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