Coctelera

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Tenga usted un buen domingo, mi querido Magino. Primero que todo, mi más sentido pésame al caro amigo Ubi Rivas que la muerte de su señora madre. Ubi es un apreciado columnista de este diario y quienes le conocemos de cerca sabemos como se siente en estos duros instantes. Debo consignar, viejo Magino, al mismo tiempo, mi profunda alegría al enterarme de que el entrañable amigo ingeniero Bienvenido Martínez Brea (Bebecito) se encuentra de nuevo en su hogar, restablecido, después de pasar varios días internado en la clínica del doctor Abel González de la Lincoln. Abrazos para Bebé…. Mire, Maginito, el discurso que pronunció el presidente Leonel Fernández en la Cancillería, hace un par de días, en relación con el siempre candente tema haitiano, dará mucho de que hablar. Y lo dará no solo por la profundidad del asunto tocado, sino por ese interés de joder la pista que tienen los políticos, quienes cree pescar en río revuelto sin darse cuenta de que cuando el río se revuelva en forma irreversible puede tragárselos a ellos mismos, por irresponsables y nalgas flojas a la hora de la verdad…. Es cierto, como dijo el presidente Fernández, que grupos extranjeros asentados sin límites ni control, más tarde o más temprano, reclamarán como suyo los territorios en que viven y trajo al primer plano la lucha étnica entre albaneses y kisovares. Es, Magino, un soberano abuso decir que si eso pasa aquí sería culpa del presidente Fernández, pues si hay un mandatario dominicano que ha tenido que lidiar con esa vainota en un momento difícil es el actual ejecutivo. ¿No tiene que resistir, acaso, la presión de las naciones grandes y poderosas que, evidentemente, favorecen la migración haitiana incontrolada hacia esta nación? ¿No tiene que zapatos los embates de los dominicanos haitianófilos que, prácticamente, le exigen la entrega del territorio a los vecinos y aguantar también, las exhortaciones de los haitianófobos que propugnan por el “exterminio total”?….  Ya nadie recuerda que cuando el dictador Rafael L. Trujillo cayó abatido en 1961, el problema de la migración haitiana no existía y que los convenios suscritos en Washington, con la bendición del Tío Sam, se mantenían vigentes. Esos convenios fueron suscritos en 1938, después del genocidio dispuesto por Trujillo para contener la entrada de haitianos y frenar hechos en territorio nacional. Si ese convenio favoreció al agresor, no solo culpa tienen los haitianos de la época, sino también los gringuitos que amablemente vieron como con 750,000 dólares —que no se pagaron en su totalidad— Trujilo resolvía una seria dificultad. Pero lo importante del caso es cómo se regularizó la entrada de haitianos, algo con lo que nadie jugó mientras Trujillo vivió….  Si bien el Consejo de Estado fue débil, se debe decir que el flujo de una migración haitiana incontrolada se produjo durante los veintidós años de la administración Balaguer, con el pretexto del convenio para importar braceros que solo parcialmente se repatriaban. Y penoso es admitir que funcionarios de los dos gobiernos especialmente militares, se prestaron a una estafa que hoy pagamos muy cara y de la cual tanta gente quiere lavarse las manos. ¿Puede culparse a Leonel Fernández por eso? ¡No joda, Magino! Ahora el Presidente dominicano está en una situación de palo si bogas y palo si no bogas. Pero es evidente que él tiene que enfrentar con valentía la situación. No le vamos a recomendar violencia ni cosa que se le parezca. Pero tampoco que ofrezca la otra mejilla, pues pueden dejarlo sin rostro….  Primero que todo es que el gobierno solo no podrá resolver la situación. Necesitará el respaldo de la sociedad. Y en ese respaldo tiene que encontrarse el de los partidos políticos, que deben dejar de lado sus rencillas para hacer algo útil en favor de la nación, en peligro constante. Haití no va reclamar territorio dominicano ahora mismo. Pero sí se siembra una semilla peligrosa. Muy peligrosa. Si la irresponsabilidad colectiva permite una situación similar a la de la balcanización, no culpemos a Leonel Fernández, que no estará en el poder. Culpemonos todos. Y miedo aparte, mi querido Magino, le relato esta anécdota: Trujillo almorzaba con un grupo de tenientes en el Palacio Nacional. Eran días complicados de 1960, con el hombre-fuerte ya acorralado. Pidió a los oficiales, uno a uno, que le relataron sus experiencias en la frontera. Ninguno había estado destacado en esa zona! Colérico, el dictador embistió al secretario militar, general José René Román Fernández y entonces dijo, dirigiéndose a los militares, más o menos estas palabras: “Yo desapareceré del escenario dominicano, pero si ustedes siguen esa línea de huir de allí, dentro de cincuenta años sus descendientes hablarán creole y no castellano”.

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