Coctelera

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No sé, mi querido Magino, si estoy equivocado cuando enjuicio al expresidente norteamericano Jimmy Carter. Cada vez me convenzo más de que Carter llegó a la presidencia de su país adelantándose a la época y por muchos años. Creo, y a lo mejor falto a la verdad, cuando llego a la conclusión de que el señor Carter concibe la democracia como una forma de gobierno muy distinta a la que practican los inquilinos de la Casa Blanca. Ahora mismo, Maginito, el antiguo mandatario ha puesto el dedo sobre la llaga en un problema que afecta a varias naciones de este continente, en las miras de los halcones por servir como productores de drogas narcóticas a puentes para que las mismas lleguen a los Estados Unidos…

El expresidente Carter, al inaugurar las “Cátredas de Las Américas” en la Organización de los Estados Americanos (OEA), afirmó que la demanda de estupefacientes en los Estados Unidos es lo que atiza la producción y el tráfico de esas sustancias en los países de la región. ¡Una verdad, como un templo, que es reiterada por un hombre de firmes convicciones democráticas y que tiene en su haber nada menos que el premio Nóbel de la paz. Pero Carter fue más lejos al asegurar que la fácil disponibilidad de armas desde su nación hacia las de esta región convierten el crimen en un serio problema especialmente para América Central y el Caribe. Creo que poca gente pondrá en dudas que tráfico de narcóticos y de armas de fuego son detonantes para la ola de criminalidad que sacude gonas geográficas continentales…

Es comprensible, muy comprensible, la preocupación que cunde en los Estados Unidos por el incremento del tráfico de estupefacientes hacia allí. Lo que no se alcanza a comprender es que las campañas dirigidas por las autoridades norteamericanas jamás alcanzan a los consumidores de drogas narcóticas, independientemente de que es chocante que no se conozcan “capos” yankees. Las exigencias de ese gran mercado consumidor, cono bien enjuicia Carter, estimula a los productores hispanoamericanos, que todo lo desafían en un negocio que produce incalculables beneficios económicos, beneficios que permiten corromper los estamentos de poder de naciones que son sacudidas por problemas de índole distintas. No se olvide, amigo Magino, que Estados Unidos es un país que siempre está en guerra, declarada o no. Durante la Segunda Guerra Mundial necesitó de narcóticos al por mayor y al detalle y esos narcóticos, en gran medida, fueron conseguidos con la familia mafiosa de Lucky Luciano, puesto en libertad por virtud de negociaciones. Corea y Vietnam reclamaron enormes cantidades de drogas y ahí comenzó la gran producción sudamericana…

Carter no ve los problemas de la región fuera de contexto. Por eso, con gran clarividencia, entiende que el mayor desafío de la época es la brecha, que califica de creciente, que existe entre los ricos y los pobre. ¿Puede esa brecha, en cierto sentido, constituir un estímulo para la producción o el tráfico de narcóticos? Basta decir, mi querido Magino, que un campesino boliviano, hará un par de años, ganaba mas dinero en una noche, pisando hojas de coca, que labrando la tierra durante un mes en un sistema de aparcería que llora ante la presencia de Dios en estos tiempos…

El expresidente estadounidense no camina por las ramas. Va, directo, al tronco. Por eso le dice a los gobiernos, que democracia no es la celebración de elecciones. Recuerde, maginito que fue el presidente Carter el hombre decisivo, en 1978, para hacer fracasar el gran fraude electoral gestado cuando se comprobó que era un hecho y la derrota del oficialismo balaguerista frente al perredeísmo y sus aliados. En esta ocasión, Carter recuerda que los gobiernos deben rendir cuenta a sus pueblos y como si viviera en este país, advierte, aunque en sentido general, que se debe poner fin a la impunidad de los poderosos y garantizar una justicia independiente e imparcial…

Uno no se hace muchas ilusiones, pues la conjunción de arrogancia e insensatez provocan que los pronunciamientos de Carter queden en el campo retórico. Pero aquí se debe invocar, nueva vez, al expresidente, quien advierte, sin muchos rodeos, que cuando la gente vive en una pobreza dolorosa, sin ningún tipo de esperanza para sus hijos, a la larga hace reconocer sus reclamos, y tal vez lo hagan de manera radical y destructiva, tratando de llevar derrocamientos a través de medios inconstitucionales. ¿Verdad?

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