Coctelera

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Buen domingo le deseo, mi viejo querido. No me atrevo, sin embargo, a recomendarle que recorra la ciudad en guaguas de la OMSA, pues ignoro si derogaron la disposición aquella de que el domingo era gratis la cosa. De todos modos, vaya a la Feria del Libro para que goce. Y a propósito de Feria del Libro, hay quienes han recordado, en estos días, a don Julio Postigo, “librero” de verdad. Don Julio era uno de los hombres fuertes de la Iglesia Evangélica, de esta ciudad, ubicada en Las Mercedes con 19 de Marzo. Al lado del templo se encontraba la librería que regenteaba y que disponía de tremenda clientela. A don Julio se debe aquella famosa Colección Pensamiento Dominicano, que editó tantas obras valiosas para la bibliografía quisqueyana….  Don Julio, hasta donde era del conocimiento público, no intervenía en asuntos políticos, en unos días sumamente difíciles, y su accionar se circunscribía a la iglesia que dirigía y a la librería. Pero un buen día, creo que en las postrimerías del decenio del 50 del pasado siglo, corrió la especie de que don Julio había sido arrestado “por política”. Es claro que la especie sorprendió a todo el mundo, pero en la época el silencio era norma. Con don Julio no tenía amistad en este tiempo. Pero interesado en el asunto, visité a una persona muy querida y que podía informarme qué pasaba. Esa persona me dijo que, hasta donde sabía, Postigo estaba preso por órdenes directas de Trujillo, quien había dicho que el religioso y librero quería ser Presidente de la República. Reí con ganas y dije a la persona que consultaba que don Julio era un santo que no iba a meterse en líos políticos dominicanos. Por toda respuesta me dijo que no fuñera mucho con ese tema, que en cuestión de dos o tres días, como ocurrió, a Trujillo se le pasaba la rabiaca y ordenaría su libertad. Don Julio, ya en libertad, volvió a sus labores normales. Pasó el tiempo. Trujillo cayó abatido a tiros. Consejo de Estado. Elecciones que ganó Bosch, derrocado siete meses después. Vino el Triunvirato hasta que estalló la revuelta armada del 24 de abril de 1965. Gobiernos de horas entre los militares hasta que surge el de Reconstrucción Nacional, bajo la presidencia del general Antonio Imbert Barreras y en esa junta figuraba nada menos que… ¡don Julio Postigo! Al día siguiente de anunciarse ese asunto, la persona que había consultado cuando don Julio fue arrestado me llamó por teléfono y me dijo: “Y ahora, ¿qué decimos, estaba loco el hombre que mandó a trancar a don Julio o en este caso específico se convirtió en adivino?…  Mi querido Magino, me decía una vez un amigo psiquiatra que el poder provoca, en ocasiones, una enfermedad llamada “cocus patinacci”, que se caracteriza por la intolerancia y por el uso de un lenguaje de comadre de barrio de los sucios de verdad. Sería interesante que, en estos precisos instantes, el aspirante la presidencia de Perú, Alan García, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, dispusieron sentarse en el diván del siquiatra y allí, con asesoramiento del profesional, retornar hasta su infancia, para establecer el origen del vocabulario que emplean y el nulo tratamiento diplomático a que recurren…  Ocurre que don Hugo no es partidario de tratados de libre comercio con Estados Unidos y no esconde esa posición. Don Alan, en cambio, favorece los convenios esos. Y hace unos días le entró a dos manos al presidente venezolano, en un estilo poco usual en un hombre que busca la jefatura del Estado de su país, llamando “caradura” y “sinvergüenza” al bolivariano. Chávez, a quien no hay que darle cuerda, pues es automático, ripostó rápido y también con estilo diplomático que cualquiera no desea, dijo que Venezuela retiraría su embajador de Lima en caso de que Alan gane los comicios en segunda vuelta. ¡Mamacita! ¿Y si la mayoría de los peruanos escoge a García, no es en contra de esa mayoría que estaría actuando el locuaz mandatario venezolano? Pero eso no es nada, Chávez le metió a Alan los calificativos de sinvergüenza, ladrón, corrupto, tahur. Dígame una cosa, viejo Magino, cuando en la cúpula se recurre a esos vocabularios, ¿qué se le deja a las llamadas bases?

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