Muy buenas, don Maginito. ¿Qué le parece a usted eso de pedirle al presidente Leonel Fernández que auspicie reformas constitucionales y que una fecha buena para comenzar esas pendejadas es la del venidero 27 de febrero, en ocasión de la conmemoración de un nuevo aniversario de la Independencia Nacional?. Por cierto, Maginito, ¿no gustaría a algunos legisladores `correr` la fecha de la independencia, como han hecho autoridades administrativas con la de la Restauración y el día de Duarte, entre otros? No, por nada…
Tengo entendido, viejo vagabundón, que el presidente Fernández tiene por delante muy serios problemas sociales y económicos para estar pensando en eso de patrocinar la modificación de la Carta Magna. ¿Qué necesidad hay de embarcarse en esa cosuanita, en convertir a los señores miembros de las Cámaras Legislativas en papaúpas de una Asamblea Revisora? ¿No fue suficiente con las últimas reformas, cuando una especie de circo modificó la Constitución para consagrar la reelección presidencial, considerando que este es un pueblo de guanajos? Ya usted sabe cual fue el resultado de esa pendejada: una pela de calzón quitao al aspirante a reelegirse, un partido dividido y líderes opuestos a la reelección, en principio, bajando su popularidad al mínimo por come-jaibas…
Cualquier mediano entendedor de la situación dominicana llega a la conclusión de que este país tiene por delante muy serios problemas para embarcarse en una modificación de la Carta fundamental de la nación. Que no vengan con los cuentazos esos de que hay que modernizar el instrumento que sigue siendo un pedazo de papel hasta para muchos que están obligados a respetarlo por encima de todas las cosas. Hasta el orden público y la seguridad ciudadana reclaman la atención permanente de las autoridades antes que pensar en reformas constitucionales. La situación económica no es un manicito tostado. Y los reclamos de organismos internacionales no se podrán satisfacer con programas a desarrollar por los legisladores que quieren convertirse en revisores de la Constitución…
¿No sería mucho mejor y más beneficioso para el país el reforzamiento constante del aparato judicial, para que este país, ¡por fin! pueda dirigirse por una senda en la cual la justicia sea su vía principal? Eso no se logra con puras teorías ni con palacios rimbombantes cuyo mantenimiento le hincha un ojo a cualquiera. Es una lástima, inclusive, que la vanidad no sea posible de sanciones. Mire, don Magino, cuando se decida que es imprescindible una reforma a la Constitución, ¿no sería lo ideal que ese trabajo descansara en manos de una Asamblea Constituyente, cuyos miembros sean electos por voto directo? De esa manera los constituyentes podrían trabajar, a tiempo completo, en las reformas de lugar, mientras que los señores legisladores se encargarían de sus labores cotidianas hasta agotar el período para el cual fueron escogidos, también por voto directo. Ni un día más, como decía el Velazquito del decenio del 80 del pasado siglo…
Esos constituyentes podrían ser electos en los comicios del 16 de mayo del 2006 o en los del 16 de mayo del 2008 y que entonces se fajen, de campana a campana, a revisar un instrumento legal que no debería ser tocado tantas veces como se toca nuestra Carta Magna. Desde luego, Maginito, demás está decirle que el Coctelero es de opinión que la reelección presidencial debe ser proscrita en cualquier modificación constitucional que se haga, aún cuando respeta todas y cada una de las opiniones contrarias a la suya. Es que creo, ciegamente, en que debe constituir una especie de axioma eso que dijo el extinto expresidente Joaquín Balaguer en una oportunidad: que él sería el último mandatario en sucederse a sí mismo. Bastante dolores de cabeza causó a este país ese afán reeleccionista del doctor Balaguer. Y bastante líos ha provocado en sus sucesores el deseo de permanecer en el mando por cuatro añitos más. ¿Que el carguito es bueno? Ni modo, pues desémpeñelo por cuatro años y abur abur.