Coctelera

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¡Hola, don Magino! Lindísimo, como diría usted, el disco navideño auspiciado por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Formidables interpretaciones de la Rondalla Universitaria. Gracias a la UASD por este CD, especialmente a su rector, Porfirio García, quien ha hecho un trabajo fino en el aspecto cultural, pese a las limitaciones económicas con que cuenta la alta casa de estudios…

Magino, ¡qué bueno es tener paciencia! Siempre le hemos dicho que no creemos en las medidas restrictivas dispuestas por órdenes administrativas para casos de supuestas violaciones a la Ley de Expresión y Difusión del Pensamiento. Siempre le hemos dicho, también, que cuando se considera que un espacio ha violado disposiciones legales, ni modo, que se someta a la acción judicial a los supuestos infractores. Si Narciso Isa Conde y Fernando Peña, comunistas, dirigentes de la Fuerza de la Revolución, han violado disposiciones legales, si se considera que han injuriado y difamado, lo lógico sería que fueran sometidos a la acción judicial, que se les garantizara el debido proceso y que se les someterá a un juicio público, oral y contradictorio. Se nos dirá, caro Magino, que a Narciso y a Fernando no los han sancionado por vía administrativa gubernamental, sino que los dueños del canal donde hacían su programa acudieron al pitching-box y pidieron la bola. ¡Lindo eso! Sobre todo cuando hay managers de equipos que le tienen terror a los dirigentes de la liga, sobre todo si éstos `recomiendan` o `sugieren` hacer cosuanitas con algunos peloteros. Bueno, Maginito, no es la primera vez que eso pasa ni será la última. De eso puede usted estar completamente seguro…

¡Qué ricura de catedráticos de periodismo tenemos por estos lares y solares. Usted, Maginito, al recoger una especie puede incurrir en un error. Pero olvídese, que hay especialistas que no perdonan e ignoran que el error es parte del juego, sobre todo si no hay intensión de cometerlo y mucho menos de afectar a terceras personas o instituciones con esa jugada. Quienes se consideran afectados, en esos casos, son implacables. Recurren a todas sus armas para ofrecer, gratuitamente, unas tremendas y sesudas lecciones de periodismo, indicando que debió o debe hacerse en cada caso. Pero pasan unos días y ¿qué ocurre? Pasa, entonces, algo curioso: desde el litoral profesoral no solo se introduce el delicado pie, sino que se llega al extremo de reclamar que a terceros se les coloquen sordinas o, más aún, que se sancionen con vendas sobre la boca para que no puedan abrirla y expresar sus juicios libremente. Si esos juicios son buenos o malo, esa es otra cosa. Lo que interesa es que se tocan intereses y eso es intolerable para los profesores de periodismo que no quieren periodismo sino relaciones públicas favorables. Por todas esas cosas, mi querido viejo, es que en este periódico se prefiere aguantar cajeta, que le acusen abusivamente de pecados que no comete, es más, soportar hasta algunas malacrianzas de soberbios que se creen por encima del bien y del mal, todo eso, antes que sacrificar ser rabiosamente independiente hasta donde se puede ser independiente en esta sociedad regida por un capitalismo salvaje que conducen salvajes del capitalismo…

La Suprema Corte de Justicia está de fiesta. El 5 de enero venidero le entregan su lujoso palacio del Centro de los Héroes, que cuesta al contribuyente más de ochocientos millones de tululuses y cuyo mantenimiento no es un maní. Bueno, Maginito, a congratular a los magistrados de la Suprema y de la Procuraduría General, y a reclamarle que esa joya arquitectónica tenga una extensión nacional, cuando se llenen de excelentes jueces todas las cortes de la nación no solo algunas…

Bien, Maginito, ríase con la muela de atrás, que hay profesores que, en realidad, solo son censores.

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