Coctelera

Coctelera

 Los empleadores, de acuerdo con la ley, son agentes de retención de la renta a pagar por sus empleados al Estado. Perogrullo está de fiesta. Ahora bien, mi querido Magino, retener el dinero a los empleados y no pagarle a la Renta no es más que un soberano abuso de empleadores que quieren capital de trabajo formado con dinero ajeno, pues eso es la platita retenida a los empleados, dinero ajeno.

Desde luego, viejito vagabundón, el gobierno tiene que cantar “tolete, ya los rulos están” y no permitir esa vagabundería en que pueden incurrir empresarios más gustosos de la cuenta. Darle por el coco a los estafadores es un deber oficial que no siempre se cumple, pues hay veces en que se tiene más miedo que vergüenza. A quién le sirve el traje que se lo ponga, después de enviarlo a la lavandería, para que no se siga lavando ropa sucia en público…  Magino querido, ¿duda usted, todavía, la cosuanita esa de que en la política continental nadie se quema? Mire usted lo que pasa en Perú: Alan García salió de la presidencia, hace algunos años, con las nalgas ardiendo. Tuvo que dejar Perú para no quedarse en chirola por un tiempecito largo. Le acusaron de lo que hizo y de lo que no hizo. Pero vinieron gobiernos catastróficos para la nación sudamericana. Alan volvió. Fue candidato y no le fue tan mal hace unos añitos, antes de que el “cholo” defraudara a titirimundachi. Alan García volvió a candidatearse. Le fue bien al llegar segundo detrás del indio Ollanta Humala, quien logró un 30 por ciento de las votaciones después de cometer errores garrafales. Una segunda vuelta se impone y el 23 por ciento de la derechista Lourdes Flores es más que codiciado. Humala ha metido la pata hasta la tambora y ya debe haber descubierto que la lengua es el peor castigo del cuerpo. Quizás sea tarde. Alan García, apoyado hasta por su adversario Mario Vargas Llosa luce conquistar los votos de la señora Flores y con esa cosita, al parecer, volverá a la presidencia peruana. Cabe suponerse que cuando se juramente, cantará sus boleritos por la televisión, como hizo aquí cuando Salvador le invitó a visitarnos. Y no estaría demás que para su toma de posesión, le enviemos por allá al amigo Eduardo Selman, para que le ofrezca su siempre admirada creación de “Cucurrucucú, Paloma”… Incluir a Zoe Valdez en una delegación cubana, procedente de Cuba, es un error. Ni modo. Pero invitar a Zoe Valdez a hablar en la Feria del Libro es un derecho de los organizadores de ese espectáculo. Como lo fue, hace unos pocos añitos, dedicarle la Feria a Cuba, nación hermana a la cual queremos y respetamos. Zoe Valdez tiene legítimo derecho a exponer sus juicios sobre la revolución cubana. Nadie, en un ambiente de libertad, puede impedírselo. Como tampoco se impide a los simpatizantes de la revolución comunista cubana a que externen sus criterios sobre el asunto. Ahora bien, es una lástima que en la Feria, mientras hablaba Zoe Valdez, se tomaran medidas represivas para evitar que comunistas y simpatizantes comunistas entraran al salón que se usaba. Pero no se pase por alto que en horas de la mañana ya se pedía a los izquierdistas que acudieran a la Feria para expresar sus protestas ante lo que dijera Zoe. Desórdenes, bajo circunstancia alguna, no se podían tolerar. Y no es verdad que los juicios externados por la exiliada cubana van a cambiar cuanto se piensa aquí de Fidel Castro y su gobierno, en bien o en mal ¿De acuerdo?…  Una delegación de la embajada de los Estados Unidos en el país visitó ayer las oficinas de la Junta Central Electoral (JCE) para enterarse de como se prepara allí el locrio del venidero 16 de mayo. Un funcionario norteamericano dijo que cualquier embajada acreditada aquí puede interesarse en saber cómo marchan las cosas. Y como por aquí somos más pendejos de la cuenta, le metemos el dedo a la cotorrita en la boquita, para demostrar que si el pajarito tuviera dientes, comiera maní tostado…

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