Coctelera

Coctelera

José Goudy Prat Pierret, quien falleció ayer a los 72 años de edad, es uno de mis personajes inolvidables. Por encima de todas las cosas debo destacar que fuimos amigos durante más de cuarenta años y jamás le escuché hablar mal de persona alguna. Eso, de por sí, no es una pendejadita en este medio. José Goudy fue un periodista de altos quilates. Inteligente y culto. Un lector incansable. Laboramos, juntos, en El Caribe, cuando este diario era propiedad y era dirigido por el doctor Germán Ornes. Germán Emilio le profesaba gran cariño y consideración. José Goudy sabía escribir. Sabía buscar la noticia en sus días de reportero. Nunca usó el poder que le confería su profesión para dañar sino, por el contrario, para ayudar. José Goudy, en los días convulsos que siguieron a la muerte del dictador Rafael L. Trujillo tomó parte activa en las movilizaciones callejeras que tenían lugar contra los remanentes del régimen dictatorial. Ya, en vida de Trujillo, fue encarcelado por sus actividades conspirativas, como también lo fueron sus hermanos. José Goudy fue quien más peligro corrió, por el hecho de haber sido militar. Trujillo le perdonó la vida por su amistad con el padre de José Goudy, el antiguo oficial Leovigildo Prat, a quien advirtió, cuando le entregó al hijo, que si volvía a conspirar, lo fusilaría junto a él (junto a Leovigildo)…  José Goudy fue socialcristiano, pero bien pronto se dio cuenta de que la política no era su meta y sí el periodismo. Supo ganarse el respeto de sus compañeros y superiores por su gran capacidad profesional. Pero, Maginito, no vamos a ser hipócritas y a disfrazar la verdad, una verdad que, en sus últimos tiempos, el propio José Goudy reconocía. José Goudy tuvo un enemigo que no le dio tregua en toda su juventud: el propio José Goudy. Nunca pudo disciplinarse en su trabajo y la vida desorganizada que llevó le costó hasta la estabilidad familiar. Jamás pudo sujetarse a un horario y ese fue su principal problema en El Caribe, donde solo la amistad que le profesaba Germán Emilio le permitía “el entra y sale”. Sus funciones ejecutivas no podían depender de sus caprichos. Que recuerde, en el entra y sale, José Goudy pasó cinco veces por El Caribe. A José Goudy le perdí de vista durante mucho tiempo, hasta que en una ocasión llegó a mi despacho en busca de trabajo. En horas de la noche ya laboraba como corrector de páginas y allí permaneció muchos años. No molestaba a persona alguna, aunque en ocasiones había que pedirle que dejara los cuentos para el final de la jornada. Ponga en el récord de José Goudy que era muy buen guitarrista, intérprete de Vivaldi, pues lo que gustaba eran los clásicos. Fue un excelente jugador de ajedrez y juntos editamos un folleto que contiene todas las partidas del match entre el norteamericano Bobby Fischer y el ruso Boris Spassky, match ganado por el controversial Fischer para coronarse campeón mundial y desaparecer del escenario. Con nosotros, José Goudy laboró hasta que mentalmente le fue imposible seguir trabajando. Su situación se fue deteriorando hasta que, al final, le fue diagnosticado un cáncer de pulmón a un fumador impenitente. Cuando me enteré del fallecimiento de José Goudy, me entristecí mucho, pues no hay duda alguna de que el viejo amigo desperdició un talento extraordinario. Quiero, por este medio, expresar mi más sentido pésame a su madre, doña Mercedes; a quien fuera su esposa la doctora Dana Espinal, a sus hijos y nietos, a su hermano Frank y a una tía que le quiso entrañablemente, la eximia pianista dominicana doña Florencia Pierret, hoy residente en Colombia. Paz a los restos del gran colega y amigo José Goudy Prat Pierret…  Maginito, ¿le habrán dicho a usted que la construcción del Metro tiene que ser detenida, para complacer a sufridos obreros del volante dirigidos por gente que nunca ha dado un golpe? La queja es que la construcción del Metro afecta la zona en que se estacionan los carros públicos en el Centro de los Héroes. Pero como aquí autoridades le tienen tanto miedo a los abnegados hombres que resuelven los problemas del tránsito, a lo mejor los indemnizan y los reubican. Por cierto, anoche me dijeron que en el Caribe no hay estacionamiento alguno y que el amplio mar está libre para que se parquee en sus aguas quien así lo desee. Desde luego, esto es bueno que el pase a las autoridades, pues han sido tan complacientes, tan boca de burros y falto de timbales, que han tolerado que partes de calles y avenidas, “porque sí”, son tomadas por choferes como zonas de parqueos y hasta señalizadas. ¡Carajo, pues que cojan ahora y no jodan!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas