Coctelera

Coctelera

Osvaldo Virgil, mi querido Magino, es digno y merecedor de cuantos homenajes le ofrezca la sociedad dominicana, especialmente la clase deportiva. No solo por haber sido el primer dominicano en jugar en la Gran Carpa -ayer se conmemoró el cincuenta aniversario de ese hecho- sino también por su vida ordenada, su comportamiento cívico de ese hecho- sino también por su vida ordenada, su comportamiento cívico a toda prueba. No fue una estrella de Liga Mayor. Pero sí lo ha sido como ciudadano ejemplar. Como atleta jugó en Puerto Rico y en su país natal. Si la memoria no me falla, ganó un título de bateo para el Escogido en los primeros años del béisbol invernal. Fue un jugador de gran valía y después de retirado, supo transmitir sus conocimientos en calidad de manager, entrenador o coach. Y cuando dijo adiós a los diamantes, regresó a vivir en su tranquila Monte Cristi, donde reside rodeado del respeto y del cariño de sus compatriotas. Hombres como Osvaldo Virgil hacen mucha falta a esta nación. Congratulaciones al viejo amigo….   Una foto publicada en primera página por el colega El Nacional, hace unos días, en un fiel reflejo de lo que se vive aquí en todos los órdenes: pilas de blockes, varillas y otros materiales de construcción ocupan aceras, contenes y parte de una calle, ante la mirada indiferente de las autoridades o, mejor dicho ante la evasión de miradas para no cargar pesado. No me culpe a la gente por falta de educación en esos menesteres. Para comenzar, se supone que el ingeniero o constructor que dirige una obra es una persona con algún sentido de responsabilidad. Pero cuando usted ve cuanto hace, no le queda más remedio que llegar a la conclusión que se trata de un irresponsable abusador….   Naturalmente, Maginito, esta pendejadita no se resolverá sembrando maticas o hablando pendejadas a través de los medios de comunicación. Se resuelve con la aplicación estricta de la ley pero parece que eso no es muy fácil, muy sencillo, para evitar que se afecte la gobernabilidad. Por eso el caos que se vive en la ciudad. Aceras son tomadas y casetas levantadas para la venta de comidas, bebidas, frutas. Hay una esquina, en pleno corazón de la San Martín, por ejemplo, en la cual se venden desde gorras de béisbol hasta tapa bocinas de los que usted conoce tan bien como el Coctelero. Lo lindo del caso es que el “arrendatario” de ese espacio público tiene su conexión directa con un poste de energía, pues no va a operar “sin luz”. Cerca hay friquitines cuyos dueños hacen lo mismo. Se ven, por doquier, puestos de expendio de comidas y no es raro ver agentes policiales, de esos que pican más que el pobre mosquito productor del dengue, haciendo de las suyas….   Es muy rara la calle o avenida en que no aparecen unas zanjas muy mal cubiertas, después que los propietarios de construcciones abren vías para preparar la “acomedidas” del acueducto. Se tenía entendido que listas éstas, había que reconstruir la parte de la vía afectada, directamente, o previo pago de una suma de dinero a la CAASDD para que ésta lo hiciera. Pero todo eso es letra muerta. Igual que la vaina esa de los “policías acostados”. Aquí cualquiera acuesta su policía en la calle mientras la obra Policía da su dormidita. Naturalmente, no es responsabilidad policial la de quitar los llamados “policías acostados” sino de organismos civiles que no se dan cuenta de cuanto pasa…. De la ocupación de espacios públicos, de áreas verdes, por choferes o agrupaciones de choferes, es muy poco cuanto hay que decir de nuevo. Esa gente hace lo que le viene en ganas y desde los días en que a Balaguer le hicieron tremenda huelga en 1961, hay muchos funcionarios más pendejos que las gallinas, que creen que choferes tumban gobiernos. No se preocupe mucho, mi querido Magino, que usted vive en una ciudad tranquila, en una ciudad que bien podría cambiar su nombre por el de “Villa Chantaje” o recinto abierto donde cada munícipe hace lo que le viene en ganas y no tiene que rendir cuentas a persona alguna. Amén. Y que !viva Fidel Castro!

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