Coctelera

<p>Coctelera</p>

Profunda pena me causó, mi querido Magino, leer un reportaje, debidamente graficado, en el cual se describe el deplorable estado en que se encuentra el parque infantil Eugenio María de Hostos, de esta ciudad. Y es que, sencillamente, me duele ese parque, en el que transcurrió mi niñez, mi adolescencia y parte de mi juventud.

 No recuerdo el año exacto en que se inauguró esa instalación, comprendida entre la avenida George Washington, Arzobispo Portes, 10 de Septiembre (posteriormente Benefactor y hoy Fabio Fiallo) y la Sabana Larga (después Trujillo y hoy Presidente Vicini Burgos). Me atrevo a asegurar, sin embargo, que la inauguración de ese parque infantil, con el nombre de Ramfis, ocurrió entre 1937 y 1939. Y allí ofreció un concierto nada menos que Leopoldo Storowsrl. Prestigiosos arquitectos y paisajistas, encabezados por Guillermo González, se encargaron del diseño de la obra, que fue considerada la más bella de las Antillas… Ese parque, construido en el solar donde se ubicó la Plaza Colombina, le quedaba grande a la Ciudad Trujillo de la época. Disponía de una bella jardinería por sus entradas de la 10 de Septiembre y la Sabana Larga, jardinería cultivada a base de claveles, dalias y rosas. En su parte norte contaba con una biblioteca infantil bellamente decorada y que disponía de miles de libros adaptados para los niños, independientemente de suscripciones a revistas infantiles, incluyendo la argentina Billiken. Tenía también, en ese lado norte, un gimnasio con piso de tabloncillo, que posteriormente fue sede de la escuela de ballet Flor de Oro, originalmente dirigida por los esposos Herta y Otto Brower y luego por la profesora Magda Corbett… Contaba el parque, con un gran templete con una pista para patinaje, a la cual se le colocaron tableros para baloncesto. En sus laterales tenía, en la 10 de Septiembre, una pajarera, y en la Sabana Larga, un pequeño acuario. Su piscina era objeto de cuidados extremos y el agua se le cambiaba cada semana, además de ser clorinada debidamente. Esa piscina fue destruida en 1960 y allí se levantó un gimnasio para volibol y baloncesto, construido por el ingeniero Diego de Moya Canaán. El parque contaba con juegos infantiles que eran muy bien cuidados, y que iban desde las llamadas montañas rusas hasta los columpios, pasavolantes, mar de leva, sube y baja y aparatos para gimnasia…q Sus amplias zonas verdes servían para el deleite no solo de los residentes en Ciudad Nueva sino de casi toda la pequeña ciudad de la época. El parque, en todos su perímetro, salvo en sus entradas estaba rodeado por pinares que eran podados periódicamente y que le daban un aspecto señorial a la instalación. Del lado de la Sabana Larga existía un estanque en el cual se colocó un busto de Lord Baden Powel, fundador del movimiento scout. En el templete, durante años y años, operó el club de ajedrez denominado Presidente Trujillo y luego Salvador Aristy Ortiz, bautizado así para honrar a un viejo y distinguido ajedrecista y servidor de la judicatura. Puede decirse, sin temor a equivocaciones, que ese club fue la meca del juego ciencia durante largos años… El entonces Consejo Administrativo del Distrito Nacional le dio excelente mantenimiento a ese parque hasta mediados del decenio del 50 del pasado siglo. Mantenía un servicio de vigilancia civil, ayudado por los agentes del destacamento policial que funcionaba en el propio parque, hasta la inauguración de la estación del Palacio de Justicia en 1944. Mantenía, también, un dispensario médico de primeros auxilios… Después de 1960, el parque se convirtió en una ruina hasta que el gobierno del presidente Joaquín Balaguer, en uno de sus períodos, decidió reconstruirlo, dejándolo prácticamente igual a como fue originalmente, incluyendo la restitución de la piscina. Pero poco a poco el parque, en su parte sur, se fue convirtiendo en una gran discoteca, con espectáculos musicales y ventas de bebidas alcohólicas que fueron minando toda la instalación. A nadie debe sorprender la falta de mantenimiento de la obra pues ese, al parecer, es un factor común en las propiedades del Estado. La simple lectura del reportaje que, sobre el estado del parque, muestra Diario Libre, lo que debe causar es pena e irritación al mismo tiempo. Es increíble que un verdadero pulmón de una atestada ciudad capital, a orillas del turístico Caribe, ofrezca un espectáculo tan deplorable. Ojalá que el Ayuntamiento del Distrito Nacional vaya en auxilio del parque infantil y después del rescate, use la muñeca para evitar que, nueva vez, se convierta en un arrabal.

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