Coctelera

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Muy buenas, Magino del alma querida. Creo, viejo ecologista, que al país no le interesa un carajo si Felucho Jiménez, el secretario de Turismo, ha sembrado más árboles que Max Puig, su colega de Medio Ambiente. Al país cuanto interesa es que en Bahía de las Aguilas no armen el lío de Belén y los pastores.

Y lo que fuñe la pista de verdad es que las opiniones del par de secretarios de Estado del gabinete del doctor Leonel Fernández prueba la falta de coherencia oficial, lo que no sucede por primera vez. ¿Cómo es posible que un proyecto para construir “hoteles ecológicos” por 600 millones de dólares sea un programa anunciado por Turismo con el desconocimiento de Medio Ambientes? Max Puig, según la refutación de Felucho Jiménez, ha dejado entrever como que son “piratas” los franceses que construirán las obras anunciadas durante el muy reciente viaje del presidente Fernández a París. Nos alegra saber que son, de acuerdo a Felucho, gente buena y sin malicia, con experiencia hasta en Croacia. Y eso así, dada la cantidad de piratas que ha venido a este país durante todos los gobiernos que hemos soportado, incluyendo unos ñoños piratas energéticos que le zumban la manigueta hasta al primer auto que fabricó Henry Ford…  El presidente Fernández, que prueba ser el mejor relacionista de su propio gobierno, ha hablado con sensatez en este asunto. El cree que se puede lograr una solución que permita el desarrollo de una paupérrima zona con riquezas naturales que manda madre. Hay que oír todas las campanas y cabe esperar que eso se hiciera aunque Max Puig lo ignore. Se debe proteger la naturaleza y se debe proteger la vida. No es posible que los contemplacionistas se pasen el día cantando las bellezas de la zona y al mediodía junten dos o tres palitos para cocinar una batata, algo que hasta sofoca a cualquiera. Que se proteja cuanto haya que proteger. Que se desarrolle cuando se pueda tocar. Y, por encima de todas las cosas, que se estudie la ambición desmedida de gente que quisiera que aquí no se construyera una habitación más, que no hubiera un solo polo turístico más, para así proteger sus intereses, intereses que, en gran medida, han sido desarrollados por el Estado con la construcción de carreteras, caminos y otras cosuanitas. A comer todos, o a ponernos todos a dieta…”Bimbinaron al desbimbinado de Barahona”. Farmacia Mella…   ”Al desbimbinado que bimbinaron sólo le permitirán corriente de 110 en lugar de la 220 que tenía”. La misma farmacia…  Maginito, ¿y qué carajo es lo que pasa a lo interno del PRD? Su presidente y secretario general hablan de la institucionalización del partido, un partido que es algo serio en cualquier situación, pero que tiene una facilidad para autojoderse que eso manda madre. Sucede que la exvicepresidenta del país, Milagros Ortiz Bosch, da señales de que no las tiene todas consigo y anuncia como que formará su tiendecita. Y ahora salen tres vicepresidentes, Enmanuel Esquea Guerrero, José Rafael Abinader y Virgilio Bello Rosa, tres hombres serios hasta la tambora, dando cuenta de que podrán establecerse por su propia cuenta…  Maginito querido, el juez electoral Rafael Díaz Vázquez se opone a la intromisión de una “Comisión de Seguimiento” en el proceso comicial del venidero 16 de mayo. Pero eso no es nada. Con un tiempecito bastante largo, el juez Díaz Vázquez le entra a dos manos a la comisión agripiniana, a la cual acusa, en el 2004, de haber usurpado funciones y veinte mil firmas más. Mire, Magino querido, hay que respetar cada uno de los juicios externados por el magistrado Díaz Vázquez, sobre todo aquel de que la Comisión de Seguimiento, en la noche del 16 de mayo del 2004, subió al podio suplantando a la JCE. Cabe suponerse que el magistrado se refiere a la comparecencia de don Agripino y su Mariachi, para hablar de una situación que se tensaba inexplicablemente. Y todo se provocó, aunque no lo diga el juez Díaz Vázquez, por el larguísimo y temeroso silencio de la JCE en anunciar un nuevo boletín con resultados, una hora después que ya la radio española y francesa habían dado cuenta de la victoria del doctor Leonel Fernández. Toda la tensión acabó no por la decisión de la JCE, sino por el anuncio que hizo el entonces presidente Hipólito Mejía, reconociendo su derrota y el triunfo de su principal adversario.

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