Coctelera

Coctelera

Mi querido Maginito, que tenga buen día. Y mejor semana laboral. Es decir, que trabaje poco y gane mucho. Como parte de la dieta aquella. Si no recuerda el nombre ahora mismo, le diré que el más poderoso jardinero del equipo Habana era Pedro Formental. Y le decían don Perucho. Amén… Leo, mi querido viejo, que el presidente boliviano don Evo Morales cogió su cuerdita con los medios de su país.

Sucede que se filtró la noticia de que don Evo se había mandado a confeccionar cinco trajes en un centro de “alta costura”, para lucirlos en los actos conmemorativos de la toma de posesión de la presidenta Michelle Bachelet, en Santiago de Chile. Medios de comunicación social de esos que joden al cubo, publicaron la noticia de que don Evo no producía lo suficiente para pagar el costo de los trajes… El pintoresco mandatario dio demostraciones de que no gustaba del asuntito y de buenas a primeras, el centro de “alta costura” emitió un comunicado, en el cual señalaba que la confección de los trajes era pagada por el presidente, sin erogaciones oficiales, y que la casa le había concedido un “descuento de cortesía”. Los medios dieron el cajetazo a don Evo, cuando dijeron que éste, en marzo, solo percibiría un salario de 1,870 dólares, pues el que devengó en febrero lo había reducido a la mitad “por razones de austeridad”… Choca, mi querido Maginito, que don Evo no disponga de una suma para “gastos de representación”, dirigidos a satisfacer sus gastos personales y los de su familia, como ocurría aquí en una época. Ignoro si eso pasa todavía. Pero aún en el año 1978, el presidente de la República tenía ingresos mensuales, para gastos de representación, de cien mil pesos mensuales, es decir, 1.2 millones al año y 4.8 millones en el período de cuatro años. Eso, al menos, consignado en el presupuesto nacional, pues no es una secreto que si alguien gastaba poco dinero en este país, del suyo desde luego, era el jefe del Estado, boleado por la chulería globalizada… ¿Usted quiere conocer un viejo cuentecito presidencial? En septiembre de 1963 el licenciado Emilio de los Santos cayó en el gancho de jurar la presidencia del Triunvirato, sustituyendo nada menos que al presidente que él proclamó, Juan Bosch, como ganador de los comicios del 20 de diciembre de 1962, comicios que De los Santos, dirigió como presidente de la Junta Central Electoral. Pues bien, mi querido Magino, nadie duda en este país que De los Santos ha sido uno de los ciudadanos más austeros que ha pasado por el Palacio. Cuando juró la presidencia, al día siguiente, acudió vestido de blanco, con un traje arrugadito, que parecía haber sido objeto de algunos slides en béisbol. Se cuenta que el finado Luis Amiama Tió, al verlo, llamó a un sastre amigo y le tomaron la medida a De los Santos para hacer seis trajes distintos. Se cuenta que el “presidente” dijo que seis trajes juntos no había tenido él jamás en la vida… Y ya que le tocamos el tema de sastres y sastrerías, ¿gustaría usted de otro cuenticito? Aquí hubo sastres a los que jamás se les apretó el pecho para hacer de las suyas. Uno de ellos, considerado uno de los mejores de todos los tiempos, que ni siquiera “probaba” el traje que hacía, era la “confianza” de los jefes militares. En julio de 1952, recibió una tela para hacer el frac y el smoking que usaría el general Héctor B. Trujillo en su toma de posesión el 16 de agosto siguiente. Al llegar la tela a su sastrería, el “dueño” dio la orden de que la “mojaran”. Eso quería decir, en su jerga, que la empeñaran. Días después, cuando se investigó a que altura estaba la confección de los trajes y descubrirse cuanto ocurría, el “maestro” jefe de sastres y sus ayudantes fueron a parar en “chirona”. La tela por fin apareció y los trajes del general Trujillo se confeccionaron “a tiempo”, pero tremendo susto pasaron los ayudantes de sastres, pues su “comandante” no se amilanaba ante esas pequeñeces. Por cierto, Magino, quiero recordarle que un sastre bisoño de esa época, serio y cumplidor todo el tiempo, gracias a Dios vive. Es el maestro Borrell, propietario del prestigioso centro Riviera, de esta ciudad. ¡Ese sí sabe cuentos de esa época!.

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