Coctelera

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 ¡Hola, don Magino! ¡Ayer cayó su agüita para refrescar un tanto estos días primaverales en que cualquiera coge fuego sin ser candidato a los comicios de “medio término,” como suelen llamarlos los políticos que se quieren hacer “transparentes” y no precisamente por la delgadez que puede proporcionar una dieta sino, paradójicamente por la obesidad que deja en algunos el exceso del consumo de grasa animal servida para un idem…  

Veo, viejito verde, que tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) dan su respaldo a una nueva provincia, producto de una mayor fragmentación de lo que fuera el Distrito Nacional y que ahora es pasto de los políticos, pero pasto del bueno de verdad, por eso de que para los chiquitos la cosa rinde más. Ese respaldo de los muchachones de la alianza nada tiene de raro en estos días electorales. Pero lo que sí sorprende es el silencio de esta gente ilustre ante la petición de que se consagre como provincia la vieja calle El Conde y su entorno de la Nouel, Mercedes, Palo Hincado e Isabel La Católica. En esa zona no habría que gastar un solo centavo en nuevas obras, aunque tal vez ése sea un escollo en la consecución de la medida. El Conde dispone de las edificaciones necesarias para las oficinas públicas y privadas, tiene alumbrado soterrado, teléfono del bueno, agua, energía cuando a los suministradores le viene en ganas darla —igual que en el resto del país—. También cuenta con iglesias de distintas religiones, bancos, salas que podrían rehabilitarse para cines. En fin, por allí hay todo lo material que se necesita…   Pero donde está la grandeza de El Conde es en su potencial humano. Para comenzar, en esa vía se cuentan más vagos que en el propio Congreso que tendrá que dividir otra vez el Distrito, pero también hay más gente que trabaja y mire usted que en las Cámaras Legislativas eso es grande. En esta época del turismo globalizado, con un Conde provinciano no hay que ir a Juan Dolio o a Boca Chica para alquilar padrillos. En El Conde aparecen por doquier, de distintas edades y colores. Hay en esa vía una cuerería subterránea de las que gustan a ciertos promotores turísticos. Y se afirma que los precios por servicios son variados, “de acuerdo a la temporada”, como ponen los restaurantes a la hora de indicar el valor de los platos de mariscos que ofrecen. A propósito de mariscos, por esa vía está el cundango al pecho, producto que, al parecer, es muy requerido por algunos degenerados que vienen con la etiqueta de turistas en vuelos charters. En fin, Magino del alma querida, hay que insistir que El Conde sea provincia, pues esa sería, al mismo tiempo, una vía para dar quehacer a muchísimos atracadores y contrabandistas que hoy están en una especie de semi-retiro….  El Sindicato de Arrimo Portuario (POASI) es una prueba inequívoca no de la indigencia en que viven sus viejos miembros, sino de la indigencia del sindicalismo quisqueyano. Hubo una época en que algunos sindicalistas, conducidos por partidos de la extrema izquierda completamente equivocados en su metodología de trabajo, quisieron mostrar que POASI era más fuerte que el gobierno. No se podrá negar que POASI logró “conquistas”, pero fueron conquistas sin educación, pues muchos de sus miembros se creyeron dueños del país. POASI construyó un tremendo edificio en Borojol, pero fue un edificio en el cual prefirió abrir centros de diversión en vez de escuelas para los hijos de los obreros que eran usados a manera de condones por experimentados políticos. Vino lo que tenía que venir: una división de ese poderoso sector obrero y el debilitamiento de la clase. Se hicieron exigencias al gobierno, en materia económica, como si los obreros fueran empleados públicos. Y hoy está la dura realidad. El sindicato carece de recursos para atender las necesidades de sus afiliados, especialmente de los retirados. Ya no hay puerto que explotar como en el pasado. ¿Habrá todo esto servido de lección al sindicalismo dominicano? Y no me vengan con pendejuanas, que el sindicalismo ha sido aquí una bendición de “alto nivel” pero si la clase obrera ha languidecido sin defensa alguna, se debe más bien al “trabajo” que han realizado sus líderes, con honrosas excepciones.

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