Coctelera

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¡De nuevo, feliz Navidad, mi querido Magino! Confío en Dios que usted y los suyos pasarán bien tranquilitos y no por eso menos divertidos, las tradicionales fiestas…q Usted pueda estar seguro, viejo cuentista, que ahora aparecerán los comerciantes que suelen decir, cada año, que las ventas mejoraron mucho, que la gente acudió a comprar distintos productos, pero que ignoran si los negocios fueron “tan buenitos” como en el año anterior.

¡Todo es cuestión de sistemas!… De lo que sí puede usted estar seguro es que la cosuanita esa de la cena para los barrios de seguridad, constituyeron un palo y Franklyn Almeyda no puede quejarse. Vendrán las críticas desde la oposición; es lógico que se deba cenar cada noche, pero eso no quita valor a cuanto se hizo… Muy bueno eso de que la Policía disponga que todos sus miembros tengan que “hacer patrulla”. Desde luego, en eso hay también su retoriquita. Pero de que la Policía está llena de vagos, nadie lo duda. Como tampoco se duda de la gran cantidad de pendejos agentes —hasta con grados de oficiales— que cobran un salario que pagan los contribuyentes y solo saben donde queda el llamado Palacio policial cuando allí se debe ir a cobrar. Y ahora, para colmo, está la facilidad del “cajero bancario”… Maginito querido, en estos días se habla mucho de presupuesto, de asignación del fondos, de transferencias y de patatín que patatán. Eso recuerda una muy ilustrativa anécdota de los días del Jefe. Ocurre que la Secretaría de las Fuerzas Armadas, dirigida por el general Héctor B. Trujillo Molina (Negro) pedía a la Dirección de Presupuesto una suma fijada en la Ley de Gastos Públicos. El hombre encargado de asignar los fondos o Presupuesto era el brillante contador Pedro Miguel Caratini, quien llegó al país en el primer decenio del siglo pasado. Era un espectacular jugador de béisbol, que cerró filas con el Licey y a quien corresponde el honor de ser miembro del Pabellón de la Fama de Dominicana y de Puerto Rico. Pues bien, ante el silencio de Presupuesto, tal parece que Negro Trujillo llevó la queja ante su poderoso hermano, quien no vaciló en llamar a Caratini. Trujillo le preguntó las razones por las cuales no autorizaba que la Tesorería entregara el dinero a la Secretaría militar. Caratini, con la calma y la seriedad que siempre le caracterizaron, respondió al Generalísimo que, sencillamente, los fondos no se encontraban disponibles, pero que tan pronto entraran a la cuenta de lugar, ordenaría la entrega. Trujillo, entonces, le dijo a Caratini que no entendía eso, pues la partida estaba consignada en la Ley de Presupuesto. “Sí, señor”, respondió Pedro Miguel, “la partida figura en la Ley de Presupuesto, pero la misma palabra lo dice, presupuesto, que presupone, no que están disponibles ahí para cuando uno quiera girar sobre ellos”…. Trujillo, entonces, miró fijamente a Caratini y le pidió que no lo retirara. Cuando el corpulento domínico-boricua salía de su despacho, el Jefe comentó, con una persona que se encontraba a su lado: ¡Qué valioso es ese hombre, que viene al Palacio a pies porque no tiene un carro de su propiedad, que es honrado a carta cabal y que no tiene miedo de explicar al jefe del Estado cualquier problema que se le plantee!”… Y ya que del dictador Trujillo se habla, vale la pena recomendar la lectura del libro “Trujillo, el hombre y su personalidad escrito en forma brillante por el eminente psiquiatra dominicano doctor Lino Romero. Importa destacar, por encima de todas las cosas, que el doctor Romero ha escrito un texto que es producto de sus investigaciones, no deja nada al azar. Allí hay entrevistas, además, con personas humildes que tuvieron muy cerca de Trujillo en su hacienda Fundación, de San Cristóbal. Enjuicia a los hermanos de Trujillo y a su hijo Ramfis con gran propiedad, y los pequeños errores de forma que se muestran en estas fases del libro no cambian para nada el fondo del mismo el doctor Romero ofrece detalles pormenorizados de hasta dónde llegaba el brazo de Trujillo, en el exterior del país, para asesinar a sus enemigos. El psiquiatra hace un certero análisis de la personalidad del dictador y no se anda con muchos rodeos para llamar pan al pan, y vino al vino. Puede que sea un tanto riguroso al examinar la personalidad de colaboradores de Trujillo, pero eso no le quita valor a su trabajo, un trabajo que merece el reconocimiento de cuantos leen su obra. El doctor Romero, sin duda alguna, hace un gran aporte para conocer, cada vez más, la personalidad de un hombre que gobernó con mano férrea durante poco más de tres decenios y quien, a más de cuarenta años de muerto a tiros, se constituye en noticia diaria.

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