Coctelera

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¡Vale, Magino! Tenemos que Fello Suberví no defraudó a quienes habían apostado, desde hace más tiempo que el carajo, que se entendería con el Presidente Hipólito Mejía y sería su acompañante en la boleta presidencial perredeísta. Un chusco me dijo anoche que cada vez que Fello decía que no sería vicepresidente «de nadie», él, el chusco, aumentaba las apuestas a que acompañaría al mandatario. Y lo mismo había hecho cuando don Hipólito renegaba de la reelección…..

Maginito, don Jean Bertrand Aristide acaba de comprender que donde compran, también venden. El se puso muy contentito cuando el entonces presidente Bill Clinton lo colocó en un altar de oro y dispuso que las tropas del Tío Sam le acompañaran a Puerto Príncipe para reponerlo en el poder, después de desguabinar a Raoul Cedras y a muchísimos más. Aristide creyó que era falso eso de que una cosa es con guitarra y otra con violín. ¡Volvió a volvió! Pero se olvidó de que eso era una cuestión exclusiva del Doctor y que había que usar la cabezota. Aristide creyó que la cabeza era una percha para colocarse una cachucha. Le enredaron la soga. El se la enredó aun más. Y sus protectores gringos, que le llevaron en un acto de fuerza, a la fuerza recurrieron para sacarlo de su propio país…..

Ahora tenemos que el Presidente depuesto habla más pendejadas que el carajo. Inclusive habla de acusar en una corte internacional nada menos que a Estados Unidos y a Francia. ¡Acusarlos de secuestro! ¡Descargados, ambos, por insuficiencia de pruebas! Y que no se le ocurra acusar a República Dominicana de haber intervenido en su derrocamiento, aun cuando sabido es que el moreno le guarda muchas cosas a este país. ¿No lo cree? Pregúntele a su antiguo profesor, el obispo Mamerto Rivas. ¿Que hay quienes desean que se ‘investigue’ la participación norteamericana y francesa en el derrocamiento de don Tití? No joda nadie la pista. ¿Acaso condujo a algo la indagación en Irak, para establecer si Sadam disponía de `armas de destrucción masiva`? Mire, Maginito, déjese de boberías, que el caso es muy facilito: George Bush juega con su equipo de halcones y le mete un picotazo a cualquiera. Y lo lindo es que tiene por ahí regados más discípulos que el carajo, con tal de que los dejen ejercer el mando. ¡Después no se quejen cuando el manager diga Quevedo por Malpica!……

Ahora tenemos, Maginazo, a más gente que el carajo protestando por el hecho de que existen oficios autorizando `impuestos únicos` para la importación de automóviles que serían destinados a funcionarios del Gobierno. No vamos a decir que eso es bueno por no ser nuevo o que está dentro de las facultades del jefe del Estado otorgar el privilegio. Lo que sí podemos hacer es congratular a quienes rechacen esa vaina. De todos modos, don Magino, hace unos años se nos ocurrió una idea tonta sobre el particular, idea que exponemos nueva vez…

Para evitar privilegios irritantes, se podría consagrar, en la Constitución, que todo ciudadano tiene derecho a una exoneración impositiva o a un impuesto único para la importación de un vehículo de motor. En una de las reformas a la Carta Magna, en la parte correspondiente a los derechos individuales, podría agregarse un articulado que dijera, más o menos, lo siguiente: «Artículo-. Todos los dominicanos, por nacimiento u origen, al llegar a la mayoría de edad, adquirirán el derecho a que el Estado les exonere de todos los impuestos, cargas, gravámenes, tributos o tasas, la importación de un automóvil de hasta seis cilindros, sin considerar el valor F.O.B. del mismo. En caso de que el beneficiado, a la hora de adquirir la mayoría de edad, disponga de un automóvil propio, debidamente registrado en los organismos oficiales correspondientes, tendrá derecho a disfrutar solo de un impuesto único por la importación del vehículo de motor, también restringido a seis cilindros sin tomar en cuenta el valor F.O.B. del mismo. La concesión impositiva será intransferible y el Estado se obliga a conceder un préstamo a cada ciudadano beneficiado para que pueda adquirir el vehículo importado, préstamo que se hará sin pago de intereses y en cuotas anuales que nunca representen más de la centésima parte del valor de la importación»… ¡Y haréis justicia!

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