Coctelera

<p data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2006/12/F07AE701-4CC6-492B-88CF-D77525DD2C22.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=284 data-eio-rheight=390><noscript><img
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Mi muy querido Magino, a continuación publico el texto de una carta que, al editor de HOY, dirige el señor Michael A. Meigs, Consejero Político y Económico de la Embajada de los Estados Unidos en la República Dominicana. El señor Meigs, aún cuando no la cita por su nombre, se refiere a una “pregunta tonta” que se le formuló en Coctelera al embajador Hans Hertell, en adición a la misma inquietud en un editorial del periódico.

Gracias mil a la misión diplomática por el texto de la misiva, que será respondido, oportunamente, pues tratándose de una comunicación del gobierno de los Estados Unidos, es muy posible, como reza el viejo dicho, que existan cosas que se ven y cosas que no se ven, pero a lo mejor las que no se ven son más importantes que aquellas que sí se ven. Lea, por favor, el texto de la carta de la embajada de la Leopoldo Navarro… “En la Embajada de los Estados Unidos siempre disfrutamos de la lectura de su columna de la página 2 del periódico Hoy y valoramos su habilidad para abordar problemas serios de forma cómica e irónica. Sin embargo, en la edición del 8 de diciembre, así como en el editorial del lunes 11 de diciembre, encontramos una pregunta retórica para la cual hay una respuesta muy concreta. Usted escribió: “Una pregunta tonta a don Hans Hertell: ¿entregan en los Estados Unidos algún papel a los indocumentados? ¿Y por qué tenemos que hacerlo por aquí? No, por nada…  “El Embajador no estaba discutiendo la situación de los individuos que no tienen derecho a residencia: mas bien estaba discutiendo el registro de nacimientos en el territorio nacional de los hijos de extranjeros. La respuesta a su pregunta es sí, las autoridades de cada uno de los cincuenta Estados de la Unión registran el nacimiento de todos los nacimientos en su jurisdicción, sin importar el estatus legal de los padres. Esto incluye los nacimientos de niños de diplomáticos, que no adquieren la nacionalidad porque no están sujetos de las leyes de los Estados Unidos de América. La situación es diferente en República Dominicana. La Ley de Migración de 2004 dispone de un proceso para registrar el nacimiento de los hijos de extranjeros, pero el reglamento de la Ley de Migración aún no ha sido puesto en vigor. Las autoridades dominicanas no documentan los nacimientos en el territorio nacional de los hijos de extranjeros no residentes. Eso causa problemas para los ciudadanos de los Estados Unidos y también para el consulado de los Estados Unidos, donde normalmente se requiere un certificado de nacimiento oficial para la emisión del documento “Reporte Consular de Nacimiento en el Extranjero de un Ciudadano de los Estados Unidos de América”. “La falta de un documento de registro de nacimiento oficial afecta a los niños de otras nacionalidades extranjeras también. Ciertamente éste es el caso de los niños que puedan calificar por la nacionalidad haitiana de acuerdo con el razonamiento de la Suprema Corte de Justicia dominicana en su decisión del 2005. El registro de un nacimiento, sin importar la nacionalidad de la persona, es fundamental en el establecimiento de la existencia jurídica del individuo. El derecho del niño a ser inscrito tras su nacimiento es, de manera expresa y específica, reconocida por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Ambos tratados han sido aceptados por la República Dominicana sin reserva alguna. El derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica “es un derecho humano proclamado en el artículo 6 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y de manera específica, reconocida en el artículo 16 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. Este último ha sido firmado por nuestras dos naciones. “Cada nación soberana tiene el derecho a determinar los criterios para la ciudadanía. También tiene el derecho y la responsabilidad de controlar el flujo de personas y bienes por sus fronteras. El Gobierno de los Estados Unidos tiene actualmente una amplia gama de programas para otorgar millones de dólares en apoyo logístico y técnico a los esfuerzos de la patrulla fronteriza dominicana. Por ejemplo, en respuesta a una solicitud del Presidente Fernández, en julio de 2005 el Gobierno de los Estados Unidos hizo un estudio sobre la frontera con Haití, y en noviembre de ese mismo año le entregó al Presidente una evaluación y un conjunto de recomendaciones dirigidas a la administración de la frontera. Con la esperanza de que esta explicación y estos comentarios sirvan para motivar una resolución temprana al actual impasse administrativo que afecta el bienestar de nacionales extranjeros en República Dominicana, me despido con sentimientos de consideración, atentamente, Michael A. Meigs, Consejero Político y Económico…. “Bien, Maginito querido, aun cuando no se trata de asuntos de ciudadanía, vale recordar que en los últimos tiempecitos, el Tío Samuel, con todo derecho, realiza redadas para atrapar indocumentados. Esos indocumentados —o ilegales— usan los nombres de otras personas. No es que se apoye el robo de identidad, pero hay que señalar que si los perseguidos los usan es porque Estados Unidos no les concede alguno en particular. Los ilegales buscan documentación falsa para protegerse ante la decisión del gobierno de no documentarlos. Por eso hay reacciones en contra de los ilegales en muchas partes de los Estados Unidos. Cuando ellos se ven envueltos en un accidente probablemente no tienen licencia (la de sus países son válidas en muchos Estados por un período limitado de 90 días). Si no tienen licencia no pueden comprar el seguro de accidente. Y si no tienen seguro no pueden hacerse cargo de las compensaciones por concepto de los daños que causan en esos accidentes. Las víctimas de estos casos están al grito. Para solucionar esto, que le den documentos a los indocumentados. A los congresistas americanos que no jodan con nosotros que ellos tienen el mismo problema con distintas vertientes, todo en un país riquísimo que enfrenta a uno muerto de hambre.

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