Coctelera

Coctelera

Frederic Mazourka está preso en Brasil. Por delitos, supuestos o reales, cometidos en la bella tierra de la samba. El popular haitiano tenía ciertos negocios en Brasil y parece que se cruzó o cruzó a sus socios. Cosa rarísima en un honesto empresario que tantos favores recibió en esta tierra de adulones y sinvergüenzas.

Lo que mueve a cierta risa es el hecho de que hay autoridades dominicanas frotándose las manos y afilando la lengua. Dicen que estudian ver cómo piden la extradición del haitiano. ¿Qué extradición del carajo? ¿La de un hombre preso en Brasil por un delito cometido en Brasil? Cabe suponer que autoridades quisieran resucitar el expediente aquel del fraude en la Lotería Nacional al cual se vincula a Mazourka. Pero hay que decir que el haitiano fue enjaulado y luego trasladado a una clínica de esta ciudad, de la cual “escapó” con el policía que le custodiaba. Mazourka se fue a Haití. Allí se estableció. Dio entrevistas de prensa y lo que es peor, recibió autoridades nacionales que fueron objeto de valiosos obsequios por parte del mafioso haitiano. Ahora, Maginito del alma querida, vuelve el show para distraer la atención de otros serios problemas. Mazourka no está entre esos problemas. Pero nada cuesta entretener al pendejo…  El Palacio anunció que el presidente Leonel Fernández asistiría ayer mismo al almuerzo que se ofrecería al ex presidente George Bush en Casa de Campo, República de La Romana. Sería en “Quinta Serenísima”, del potentado venezolano Gustavo Cisneros, anfitrión del papi del actual mandatario norteamericano. ¡Buen provecho!…  Maginito querido, no hay duda alguna de que estamos muy contentos con la victoria de René Preval en Haití. Eso lo entendemos como muy bueno y muy beneficioso para los vecinos y para nosotros mismos. Pero si usted cree que los problemas haitianos se resolvieron con el triunfo de Preval, quien disfruta del favor del aparato político del controversial ex presidente Jean Bertrand Aristide, usted está muy equivocado. Por el contrario, ahora es cuando hay que hilar finito en el medio haitiano, sobre todo para evitar la influencia extranjera en las decisiones a tomar. En primer término, y aunque el exilio luzca abusivo, creo que sería un error de Arístide presionar a Preval para instalarse en su propio país. Así como suena. Aristide, por más vueltas que le den a la vainita, por más líder que sea, es una manzana de discordia y el pragmatismo recomienda que ayude a consolidar a Preval en el mando y después hablamos…  No pase por alto, por otra parte, la pendejuanita esa del posible regreso de Baby Doc Duvalier. ¿Qué tiene derecho a vivir en su país? Correcto, como lo tiene Aristide y lo tienen los ochocientos mil o un millón de haitianos que viven aquí. La llegada de Duvalier a Haití sería fuente de dificultades. El antiguo dictador quiere el poder que perdió. Tiene gente de recursos preparados para joder la pista y quienes fueron aplastados por Preval no vacilarían en ayudar al hijo de don Francoise. Nada de eso conviene a Haití. Al propio Duvalier le resultaría más beneficioso quedarse fuera, pues él bien sabe que cuanto merece es un carcelazo por bandolero…  Y aquí, Magino, con todo y todo, el gobierno tiene que tener el ojo abierto a tiempo completo, pues por este ladito hay intereses que se prestarían a cualquier vaina contra Preval y a favor de Duvalier. Recuérdese bien que los dominicanos, al parecer, no escarmentamos. Creo que cuanto tenemos que hacer es contribuir a que Preval se afiance y pueda emprender las reformas que Haití necesita. Ayudando a Preval ayudamos a contener la migración haitiana hacia nuestro país. Y que no jodan los norteamericanos si no prestan su concurso al mandatario haitiano. A fin de cuentas, ¿Qué beneficios puede recibir este país por estar de chulo con la política estadounidense hacia Haití? ¿Ya se olvidó usted, Magino, que cuando obligaron a Balaguer a movilizar tropas hacia la frontera, en los días en que se preparaba el derrocamiento de Raoul Cedras, todos los gastos tuvieron que salir del magro presupuesto de la nación, es decir, quitarle el pan de la boca a infelices dominicanos para obedecer dictados imperiales?

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