Coctelera…

Coctelera…

Cada vez estamos más convencidos, mi querido Magino, de que Jeanne es una de las grandes vainas que le han echado encima a este país en los últimos tiempos. Los daños causados por ese huracán en la geografía nacional pueden calificarse como devastadores. Y sobrevienen en un momento sumamente difícil para la nación, cuando no se dispone de recursos económicos suficientes ni para pagar a los productores de energía eléctrica, quienes no juegan con su dinero y les importa un carajo dejarnos a oscuras…

Es muy posible que estemos necesitados del inmediato concurso internacional para enfrentar los males que nos afligen como resultado del paso de Jeanne por estos lares. Es cierto que fue ayer cuando gritamos –gritó el canciller Carlos Morales Troncoso en la ONU-, pero la comunidad internacional no ignora cuanto ocurre aquí. Independientemente de las irreparables pérdidas de vidas y de los miles de damnificados de la tragedia provocada por fuerzas de la naturaleza, a la larga se contarán por miles y miles de millones de pesos los daños causados a las instalaciones turísticas, al sector agropecuario, al campo de las viviendas y a los negocios en sentido general… El gobierno, es evidente, no tiene los recursos necesarios para enfrentar esta situación con la premura requerida. Es más, ya se sienten las protestas de muchos sectores, protestas que pueden calificarse de precipitadas por algunos, pero la realidad es que solo el corazón del ñame conoce el cuchillo. Y todo esto pasa en medio de una crisis económica sin precedentes en la reciente historia local, cuando se nos obliga, producto de esa crisis, acudir a un implacable Fondo Monetario Internacional (FMI), que impone su disciplina a base de puro tolete, sin importarle un comino el estrangulamiento de la población de menos recursos económicos…

Muchos miran hacia Estados Unidos, a quien se considera el «aliado» más poderoso. Pero es claro, muy claro, que los norteamericanos son tímidos cuando de soltar lana se trata y por más que se diga lo contrario, luce que no están muy «contentos» por la forma en que nuestros gobiernos enfrentan la corrupción en todos los órdenes, corrupción a la cual atribuyen, en gran medida, la crisis que nos abate. Habrá que esperar, empero, la solidaridad prometida por el Presidente George Bush, pues pronunciamientos de autoridades norteamericanas, formulados en Washington y Nueva York y la frecuente visita al país de jerarcas estadounidenses, hacen pensar a cualquier entendedor medio de cuanto acontece aquí, que hay inconformidad por lo que puede creerse como falta de voluntad política para respaldar que el Poder Judicial enfrente con energía aunque garantizando el debido proceso, a quienes se considere como responsables de la crisis bancaria que afectó a la nación, llevándola, en gran medida a crear la situación deplorable en que se encuentran todavía la economía nacional. Ese aparente proceder de los Estados Unidos ha sido respaldado por naciones de la Unión Europea y, naturalmente, por organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)…

No hay duda alguna de que el paso de Jeanne por el territorio nacional cambia reglas de juego, pues el gobierno, por más dificultades que tenga que afrontar, no puede evadir ir en auxilio de las personas afectadas por el huracán y que carecen de todo para hacerlo por medio de sus propios recursos. No se trata de resarcir, digamos, a Luis Alvarez Renta por la pérdida de su yate en la Marina de Casa de Campo o al lanzador Armando Benítez por la destrucción de su vivienda en Ramón Santana, amparados por buenos seguros. Se trata de los miles de damnificados en distintos parajes por el paso de Jeanne y las inundaciones que le siguieron. Simultáneamente, hay que acudir a la reparación inmediata de carreteras, caminos vecinales y puentes, para normalizar el tránsito entre ciudades. Y ojalá que los puentes nuevos tengan la consistencia del viejo ubicado sobre el Soco, de larguísima data, y cuyas estructuras de acero resistieron el embate lateral del río hasta que sus aguas pasaron por encima de la vía ocasionándole solo daños muy menores. Es decir, Maginito, no son dos ni tres los centavos que se necesitarán en los próximos días, independientemente de la ayuda internacional que pueda venir, sobre todo para los campos de la salud y la alimentación. ¿Qué hacer? Bien, lo que sí se puede dar por un hecho es que el país, pese a la rigidez en los controles del FMI, no se va a suicidar y la presión foránea que es visible por más que se niegue, lo puede obligar a lo que nadie quiere, ¡los vituperados inorgánicos! La simple declaración de Bush –de solidaridad con el país- no resolverá satisfactoriamente la situación.  Además, Magino, no olvide que Bush dijo, una y otra vez, que Irak contaba con armas de destrucción masiva.

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