Coctelera

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Muy buenas, mi querido Magino. Tengo para decirle que, al parecer, al expresidente Leslie Manigat los golpes no le han ofrecido experiencia suficiente. El viejo profesor, desguabinado del poder en una oportunidad, cree que la ley es dura pero es la ley, algo que no se sabía en parte alguna. Por eso, y aún cuando solo dispone del 11 por ciento de los votos de su empobrecido País —votos electorales— cree que sería necesaria una segunda vuelta contra René Preval, poseedor del 48 y pico por ciento de los sufragios. En vista de este deseo, y para evitarle mayores sufrimientos al ocupado Haití, ¡manigueta contra Manigat! ¡Para que aprenda y no vuelta a joder la pista!… Los viejitos también tenemos derecho a recordar hechos gratos. Por ejemplo, leo que el polibromero Radhamés Virgilio dice ayer en El Nacional, que la expresión beisbolera “ahí viene la bola” es de la autoría del cubano René Cañizares (Cañita) y no del inmortal maestro Buck Canel. Radhamés Virgilio tiene razón. ¡Y cuántos años, pero cuántos, mi querido Magino, que no oía mencionar el nombre de quien fuera un buen amigo! Cañita —el ron de caña era altamente cotizado— fue un formidable narrador deportivo que se dedicó al mundo de los negocios. En los años finales del decenio del 30 o al comienzo del 40 del pasado siglo, entró a trabajar con la firma Gillette Razor Company, productora de la mundialmente hoja de afeitar… Amante de los deportes, Cañizares tuvo mucha influencia en la formación de la que sería “Cabalgata Deportiva Gillette”, que se dedicaría a transmitir los más importantes espectáculos deportivos, tales como las series mundiales de las grandes ligas de béisbol de Estados Unidos y las peleas de boxeo por títulos mundiales. Estas últimas, por cierto, también eran filmadas y luego proyectadas en el cine y con el paso de los años en la televisión. Esa “Cabalgata” tenía como eje central a “Papá Canel” y por allí desfilaron, que recuerde, el propio Cañizares, los cubanos Cuco Conde y Felo Ramírez, los mexicanos Lalo Orbañanos y el Mago Septúen y los venezolanos Francisco José Croquer (Pancho Pepe), llamado por el propio Canel como “La Voz Deportiva de América”, y Marco Antonio de la Cavalerie (El Mosiú)… Cañizares hizo muchos amigos en la República Dominicana, país que visitaba anualmente, ya que era el jefe de promoción de la Gillette para el área del Caribe. La hoja de afeitar era distribuida aquí por la Insular Trading Company, que dirigía don Ricardo Molinari, ligado al deporte a través del Golfito Tenis Club, de la Bolívar, que regenteaba junto a su esposa doña Poupé Soler de Molinari. Cañita hizo una gran amistad con el internacional Billy Berroa y ya en 1951, cuando se efectuaba el primer torneo profesional de béisbol ocupaba asiento en una vieja e incómoda caseta del viejo parque de La Normal, como narrador invitado, en la HIN después H15K de Pimpín Santana Recuerdo que, en una ocasión, preguntamos a Cañita las razones por las cuales ellos tenían en la Cabalgata a narradores mexicanos, cuyos estilos eran totalmente diferentes a los nuestros y que empleaban termologías “beisbolistas” totalmente desconocidas, tales como la de llamar “camarero” al intermedista, “arranca margaritas” a los roletazos fuertes por el cuadro y otras rarezas para los caribeños. Cañita, muerto de la risa, nos decía que había comprobado que en el país existía una especie de “estado cultural” que obligaba a la gente a sacarle filo a las navajitas de afeitar frotándolas en los bordes de un vaso de cristal, mientras que en México, después que se usaba una o dos veces, la hoja iba al basurero. “Ahí está el secreto”, reía el buen cubano. Gracias a Radhamés Virgilio por darme la ocasión de recordar a un viejo amigo que tantas atenciones nos ofreció.

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