Coctelera

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Magino querido,  buenos días para usted y los suyos. Tengo para decirle que al gobierno le conviene explicar, con lujo de detalles, cómo se manejó la hidroeléctrica de Taveras durante la crisis provocada por su amiga Olga.

El desborde de las aguas de esa presa afectó, severamente, poblaciones del Cibao Central, dejando un saldo indeterminado de muertes, millones de pesos en pérdidas materiales y muchísimas familias dejadas en las calles por la destrucción de las aguas del Yaque del Norte. La aclaración gubernamental es muy oportuna, pues estamos afectados por la política partidarista, hasta el punto de que gente que se suponía con cierto equilibrio mental, generan disparates que deben ser llevados al «pabellón de la fama de los idiotas». Mire Magino, resulta muy cuesta arriba creer que un legislador responsabilice al presidente Leonel Fernández por la tragedia sufrida en Santiago. Ese legislador tiene que poseer unos timbales cuadrados para atreverse a irrespetar al jefe del Estado de esa manera. ¿Quién, en su sano juicio, puede afirmar que el presidente Fernández ordenó la subidita de potencia para desaguar Taveras y enfurecer al Yaque. Es comprensible que la oposición política trate de sacar ventaja de la tragedia. El partido de gobierno y el gobierno mismo lo hacen. Pero de ahí a lanzar las acusaciones más descabelladas hay una gran diferencia… Oiga,      mi viejo Magino, por estas cálidas zonas caribeñas se corre el riesgo de ser azotado por fenómenos de la naturaleza. Ningún gobierno puede evitar que se formen huracanes, tormentas y demás vainitas. Solo le queda a manos el recurso de la prevención. Y no es un pecado decir que gustamos de la improvisación. Pero con los fenómenos de la naturaleza no se puede jugar. Creo que sí hubo improvisación para enfrentar la tormenta Noel que causó muertes y destrucción en distintas zonas del país. ¿Qué hubiera ocurrido con una crecida del Ozama o el Isabela? Es preferible no pensar en eso, pero ¿cómo soslayar la presencia de miles de familias pobres en las orillas de esos ríos? La responsabilidad en la formación de ese problema humano es de los gobiernos que hemos padecido. Las autoridades se quejan de las familias que se resisten a abandonar sus casuchas y dirigirse a los refugios marcados por el gobierno. Pero lo cierto de la cosuanita, mi querido Magino, es que cuando se trata de proteger vidas, hay que jugar con duro. Ningún gobierno del mundo podrá evitar la destrucción de bienes materiales al paso de los fenómenos de la naturaleza. Puede, sin embargo, y dado el avance de la ciencia, proteger algunos bienes materiales. Ahora bien, Maginito, la protección de la vida humana tiene que ser protegida por encima de todas las cosas. No se puede tolerar que un gobierno actúe con tardanza ante la amenaza de un huracán o una tormenta. La fuerza pública tiene que trabajar con efectividad, aunque en ocasiones tengan que dar sus palitos. Los dominicanos tenemos que unir esfuerzos para reclamar a los gobiernos que mantengan activo, todo el año, un aparato especializado que pueda disponer de un plan de contingencia para ser aplicado cuando la situación lo amerite. Usted me dirá que eso cuesta dinero. Y le digo que más dinero cuesta reconstruir y nada ni nadie puede reponer las vidas humanas, que son tronchadas por las aguas de ríos desbordados, y no crea, viejo querido, que la improvisación que conduce a la destrucción puede ganar popularidad.

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