Coctelera

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En estos días, mi querido Maginito, mucho se ha hablado de guaguas, de tranvías, de trenes. Se han escuchado opiniones locales y extranjeras. Y vamos a suponer que todas, absolutamente todas, se han hecho de la mejor buena fe, en interés de ayudar a resolver los problemas que hacen del tránsito vehicular, en esta primada y privada, un auténtico caos. Eso sí, Maginito, no se deje llevar por cantos de sirenas o, mejor dicho, por pitos de sirenas. Desde hace muchos años que hay intereses detrás del tránsito y delante también. La situación se ha querido complicar, sin razón alguna, pues el 16 de agosto pasado, el recién estrenado presidente Leonel Fernández sorprendió al país al designar al ingeniero Diandino Peña como secretario de Estado para una cosuanita nombrada como metro de Santo Domingo…

Esa es la primera vez, que recuerde, que se nombra un secretario de Estado para una idea, pues eso es, hasta ahora, el metro capitaleño, una idea. Por tanto, no se justifican las críticas de que el gobierno ha invertido o invierte que se yo que o que se yo cuanto en la “construcción” del metro citado. El gobierno, de hecho, no invierte un solo centavo en la “construcción” planeada, pues nada se construye. Sin embargo, se trabaja en el estudio del metro en cuestión. Y así tiene que ser. La planificación de una obra de esa naturaleza es cuestión de cuando menos un par de años de trabajo continuo. Hasta donde se tiene entendido, pues el gobierno guarda hermético silencio sobre el particular, se trabaja en firme en los estudios, se consultan firmas extranjeras de prestigio, sobre todo en Alemania y en Francia. No se ha hecho compromiso alguno, aunque tampoco se ha descuidado el estudio de posibles financiamientos. Y ahí es que la puerca tuerce el rabito, a la hora que se habla de dólares o, simplemente, de euros…..

Hay quienes dicen que España estaría muy interesada en meterse en el negocio de buscar soluciones a los problemas del tránsito local. Los iberos no juegan a la hora de nones. De lo contrario, pregúntenle a la Unión Dichosa, perdón Fenosa. Recientemente se escucharon opiniones de un especialista español, muy destacado en Málaga y quien no vino al país a cantar La Malagueña ni cosa que se le pareciera. Como quien no quiere las cosas, y en la exposición de ideas, el especialista ibero habló de la construcción de un tranvía. Se sabe que, desde hace años, existe esa idea en algunos círculos extranjeros representados aquí. Desde luego, para quienes dan por un hecho que el tranvía resolvería graves males en el tránsito, no existen las dificultades en las intersecciones para el citado tranvía o para los autobuses. Y si conocen éstos, al menos los silencian. Queda, asimismo, el asunto de la instalación hacia arriba de las líneas eléctricas para alimentar el tranvía, que en una ciudad como Santo Domingo, no sería tan efectivo como en la civilizada y super educada Amsterdam…

Mire, Maginito, lo de la construcción de un metro no es un jueguito para niños, pero creo que, hasta el momento, el gobierno del presidente Fernández no se precipita en esa materia. Las fuentes consultadas expresan que las cosas se hacen con calma, que se estudia la situación sin prisa alguna, pues un metro no es para retozar por la magnitud de la obra. La planificación lleva tiempo, más tiempo las negociaciones de un concurso internacional, tiempo para lograr un financiamiento razonable y más tiempo, todavía, para la realización del trabajo. No hay gobierno sobre la tierra que pueda hacer todo eso en cuatro años, pero dado el principio de continuidad del Estado, en algún momento había que comenzar… 

En cuanto a la propuesta de hacer una encuesta popular para que el ciudadano diga cuál es la obra que resolvería los problemas de tránsito, y con todo el respeto que nos merece ese ciudadano, vale invocar a un gran estadista francés, Francois Mitterrand: “Los pueblos no tienen la capacidad técnica para resolver los problemas técnicos. Los problemas técnicos los resuelven los técnicos”…

 

 

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