Coctelera

Coctelera

Buenas tenga mi querido don Magino al iniciarse esta semana laboral. Llevése de mi consejo, viejo zorro, y deje esa vaina de la tomadera de tragos en grande para los aficionados. Tenga su cabeza en su sitio y no se ponga a comer bolas, para que en enero no comience a gritar como un desesperado y a echarle la culpa al sistema por sus errores garrafales…

Dice Rhadamés Virgilio que la gallina fue primero que el huevo. Hay que creerle, pues resulta muy cuesta arriba concluir que es preferible haber comenzado esa carrera abrazando, acariciando y besando a un huevo. Con una gallina, y si ésta es buena, mejor, el asunto es más agradable…

«Una patana y una hormiga son igualitas en la frontera dominico-haitiana: ambos la cruzan y nadie las ve». Farmacia Mella…..¿A quién se referirá el expresidente Hipólito Mejía cuando habla de un «precandidato soterrado» que le pidió abstenerse de ir al Mauricio Báez para evitar que le abuchearan? Unidad, unidad…

Maginito, hace tiempo, mucho tiempo, después que los venezolanos se sacudieron de la dictadura de diez años encabezada por el general Marcos Pérez Jiménez (era coronel cuando dirigió el golpismo) el jefe adeco Rómulo Betancourt dio lecciones de política y venció obstáculos que le hicieron acreedor de respeto internacional. Ascendió al poder tras ganar los comicios organizados por la Junta que presidió el almirante Wolfgang Larrázabal. Cubrió un período duro, con resistencia interna, subversión de grupos de extrema izquierda y derecha y de guardias ambiciosos, una tentativa de asesinato dirigida desde Santo Domingo con el auspicio del dictador Rafael L. Trujillo y miles de firmas más…

Betancourt terminó su mandato aun cuando tuvo que dar funda en reiteradas ocasiones. Entregó el mando a su compañero adeco Raúl Leoni y comenzaron las divisiones en Acción Democrática. Los grupos de Luis Beltrán Prieto y Gonzalo Barrios se dieron gusto socavando a un monstruo de partido. Betancourt, con un liderazgo extraordinario, nada hizo por unificar a los adecos. Prefirió quedarse en el extranjero y la división permitió a los cristianos de COPEY entrar en Miraflores, con Rafael Caldera como huésped principal. Lo  que pasó después no es culpa de una muy democrática alternabilidad. Es culpa de políticos ambiciosos, inescrupulosos, a los cuales les importó un carajo hipotecar a una nación riquísima en todos los aspectos. Venezuela aun no ha podido sacudirse de todos los problemas en que le metieron quienes se consideraron dueños de la patria del Libertador y todavía no conciben que un gobierno que no sea el de ellos esté al frente de la cosa pública. Que los venezolanos respalden mayoritariamente a ese gobierno es paja pa»la gaiza. Fuera de Venezuela, Maginito, a quien le sirva este traje, que se lo ponga, que es fabricado en serie, con buena tela, forros que no están podridos y ruedos pesados. Anímese y póngaselo si le sirve, viejo charlatán, que lengua no tumba gobierno…

El director de hospitales y la encargada de compras de Salud Pública renunciaron sus respectivos cargos. Mire, Maginito, lo mejor que haría el gobierno es explicar al país las causas reales por las cuales estos dos funcionarios renunciaron sus posiciones prácticamente al comenzar el período constitucional. Los cuentos no son buenos consejeros. Que la transparencia que tanto se invoca no sea de pura boca. Hay que decir la verdad y solo la verdad, muy especialmente en un caso en que un encargado de compras renuncia, lo que siempre provoca y provocará suspicacias en Radio Bemba y su propietario, que es el propio pueblo. Vamos a decir qué pasó ahí. Recuérdese, Maginito, que la primera vez, allá por 1996, vino la denuncia de Solano, su posterior cancelación y comenzaron más comentarios que el carajo, comentarios que en nada beneficiaron al posteriormente llamado comesolismo…

¡Qué bueno, Magino! Condenaron a un «buscón» de haitianos. Carajo, viejo bandidazo, algún día había que comenzar. Ahora falta que, por riguroso escalafón, se siga llevando a los tribunales a quienes negocian con la desgracia ajena. Y no se preocupe que aun cuando las cárceles dejan mucho que desear, allí, como dijo una vez un querido político, se puede afirmar «entren, que caben todos»…

Si a Romana le robaron 700 sacos de azúcar y la policía recuperó 587, no se pueden quejar los romanenses: lograron un promedio de 838, mejor que el conquistado, en cualquier época por sus Azucareros de béisbol…

Y ya que de béisbol hablamos, Samuel Sosa cree que Leonel quiere convertir el país en «un pequeño París». ¿Qué pasó ahí? ¿Nadie le habló a Sosa del pequeño Nueva York? Bueno, que sea todo, menos el «gran Chicago» de los decenios del 30 y del 40 del pasado siglo, en los días de Al Capone, Frank Nitti, Lucky Luciano y otros prohombres de la delincuencia que nos espanta.

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