Coctelera

Coctelera

Muy buenas, mi querido Magino. Tengo para decirle que leo con mucha atención cuantos pronunciamientos formula el doctor Oscar Arias, el tico ganador del Nobel de la Paz en 1987 y quien, a los 65 años de edad, puede convertirse en presidente de Costa Rica el venidero 5 de febrero. El doctor Arias considera que América Latina gira a la izquierda por la debilidad de la democracia. Mire, Maginito, puede que constituya un atrevimiento por parte del Coctelero eso de disentir del doctor Arias en materia de política, pero al Coctelero le parece que ese giro hacia la izquierda constituye, contrario a lo que afirma el doctor Arias, una prueba de la fortaleza de la democracia…  Supongo que está claro que el giro que ve el doctor Arias está constituido por la elección de Néstor Kirchner en Argentina; Luis Inacio Lula da Silva en Brasil; Tabaré Vázquez en Uruguay; Hugo Chávez Frías en Venezuela y ahora Michelle Bachelet en Chile y Evo Morales en Bolivia. Esos ciudadanos han sido encumbrados a la más alta posición en sus respectivos países por un ejercicio puramente democrático de sus compatriotas…   No hay que discutir mucho eso de que la inmensa mayoría de las naciones de este continente reclaman profundas reformas económicas y sociales y es muy posible que los electores latinoamericanos, al dejárseles escoger libremente a sus gobernantes, están conscientes de que sin esas reformas ponen en peligro su ejercicio político en libertad…   Decir que naciones de la región giran hacia la izquierda, como señala el doctor Arias, no significa, como dan a entender mal intencionados, que esas naciones son encadenadas por sus regímenes. Por el contrario, esos gobiernos desean ejercer el poder al servicio de sus grandes mayorías, aún cuando saben los obstáculos que tienen que vencer en el camino. Entre esos gobiernos, desde luego, no puede citarse al cubano, el régimen comunista de La Habana, que dirige el doctor Fidel Castro Ruz desde 1959 y que se ha mantenido contra viento y marea, desafiando la fuerza más poderosa del universo. Pero ese régimen llegó con las armas en las manos, producto de una guerra contra una dictadura y siempre se ha impuesto desde arriba, aunque desde el principio mostró a América que los cambios sobrevendrían…   Mire, Maginito, cada vez que un llamado izquierdista gana unos comicios, de inmediato le quieren anteponer el cuco tradicional, es decir, el gobierno de los Estados Unidos. Sin duda alguna no se puede negar que los norteamericanos se ponen medio bravitos cuando eso pasa, pero ahora mismo, ni modo, no les queda más remedio que aceptar la realidad, aún cuando siempre mantengan una especie de respaldo a intereses tradicionales y poderosos, pero tan miopes que no acaban de comprender que es preferible manejar el 15 por ciento de cien que el cien por ciento de cero….   El doctor Arias tiene razones de sobra cuando se refiere a las llamadas desigualdades que se observan en la región, donde la escolaridad apenas alcanza seis años y medio en una época en que se quiere que la computadora domine hasta nuestras sociedades más primitivas. Además, Magino, y esta es una pregunta idiota, pero ¿cuándo contaremos, en la región, con una nación del primer mundo, teniendo Argentina y Brasil, como lo tienen, cuantos recursos naturales necesitan para su cabal desarrollo? Algo, sin embargo, traba ese desarrollo, y si eso ocurre en las dos grandes naciones del Cono Sur, ¿qué nos espera a nosotros, pobres caribeños bananeros?…   No se trata, viejo sinvergüenza, de desafiar el imperio o cosa que se le parezca. Se trata, simple y llanamente, de poner los pies sobre la tierra y comprender cual es la realidad que se vive. Veamos nuestro caso, ¿qué demonios se nos exige que invirtamos en educación y en salud, si trabajamos para pagar una deuda externa que es más bien eterna, una deuda contraída, en gran parte, alegre e irresponsablemente, con créditos otorgados, también en gran medida, para atarnos de manos y de pies por largos años? Sin duda alguna, viejito vagabundón, hay que perder el miedo y girar como dice el doctor Arias, a la izquierda. Pero no es un giro para perder la libertad sino, por el contrario, para ganarla, pues ¿qué libertad del carajo tiene un pobre hombre que no puede acudir a una farmacia para comprar un antibiótico de última generación porque su salario mínimo no le alcanza para un paquetito, mientras intereses despiadados ven con beneplácito como aumentan los fondos de pensiones en los bancos comerciales y no pueden arrancar un seguro familiar que le auxilie?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas