Coctelera

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Graeme Wheeler  es el director gerente del Banco Mundial. Y ese buen señor, que no tiene fama de alarmista, produjo unas declaraciones que solo los insensatos ponen en dudas. Wheeler advirtió las consecuencias devastadoras que provoca el alza simultánea de los precios del petróleo y de los alimentos en los países en vías de desarrollo.

Wheeler, con gran sentido de la realidad, señala que las constantes alzas en el valor del petróleo, sube los costos de los fertilizantes y del transporte. El economista del Banco Mundial expresa que la situación descrita alienta la producción de los biocombustibles. Wheeler dijo que la cuarta parte de las cosechas de maíz del año pasado año se destinó a la producción de bio-combustibles. El precio del grano se disparó y subió un 75 por ciento con respecto a los valores imperantes en el 2005. Wheeler manifestó que el arroz alcanzó en el 2007, el más alto precio de los últimos veinte años. El economista manifiesta que el alza en los precios del petróleo significa que los más pobres tienen que destinar el 70 por ciento de sus ingresos a los alimentos y a la energía. Y lo que es tan grave, o más grave aún, se tienen que recortar los gastos en la educación…

Cuando  uno lee a Wheeler, mi querido Magino, tiene que preguntarse ¿cómo se pueden congelar los precios de los alimentos? ¿Cómo congelar, en un buen manejo de la economía, los precios de los derivados del trigo o del maíz? ¿Cómo congelar el precio de la leche en polvo con la explosión de precios en los mercados mundiales? ¿Podemos, desde aquí, regular esos mercados? Dígame, Magino, ¿cómo torear la espiral que genera el alza del petróleo? Suben los precios de los fertilizantes y suben los costos para los productores agrícolas. Sube el precio del transporte de carga y tienen que subir, por tanto, los precios de los alimentos, aunque le rompan el pichirrí a los consumidores. Eso no significa, viejo Magino, que la autoridad se cruce de brazos y permita que la intermediación explote al consumidor. ¿No se ha fijado usted, acaso, que por estos lares y solares la ley que más fácil se cumple es la de la oferta y la demanda?…

Creo, don Magino,  que nuestra clase dirigente, en el gobierno y en la oposición, debe dejar la demagogia de lado y ofrecer a la ciudadanía cosas que saben, de antemano, que no podrán cumplir. ¿Por qué no decirle a la población la realidad que se vive y que se apriete el cinturón porque el futuro no es nada halagüeño. Eso sí, el ejemplo tiene que partir de la cúpula hacia abajo. La austeridad tiene que imponerse, aunque sea a la cañona, en la administración pública. No se trata de fomentar la paranoia, pero si no tomamos medidas de prevención desde ahora, mañana vamos a llorar largo y tendido.

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