Coctelera

Coctelera

¡Hola, don Magino! ¿Le va bien con los apagones? Si me dice que si, ni modo, es usted un chulazo que merece que le impongan una dieta perpetua a base de culitos de plátanos con chocolate de agua. Le decía ayer, mi caro viejo charlatán, que el fenecido exvicepresidente Segundo Armando González Tamayo, después del derrocamiento del gobierno al cual pertenecía, hizo mutis de la actividad política. Eso no evitó, sin embargo, que se uniera a la lucha patriótica contra la intervención norteamericana en abril de 1965. Lo hizo desde que pudo retornar al país y presente se encontraba en los acontecimientos acaecidos en el hotel Matum, ese mismo año, cuando «tropas regulares» trataron de aniquilar a los constitucionalistas que habían acudido a rendir un tributo al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez en el cementerio municipal de Santiago…

Maginito, este terruño no hay quien lo entienda. Un legislador afirma que propondrá que se envíen a su país alrededor de medio millón de haitianos que se encuentran ilegalmente aquí. Le responden dos agrupaciones locales, pro haitianas, y le señalan que eso es imposible. Lo lindo del caso es que ambas organizaciones están contestes en que si se envían esos haitianos de regreso a su país, el que «sufrirá» por ese hecho será el nuestro. Nos echan en cara que si eso pasa se paralizará la industria de la construcción, se acabará la obra de mano barata y otras cositas más. Si eso es todo así, nos jodimos. Lo lindo del caso es que las organizaciones de marras señalan que cuanto deben hacer las autoridades dominicanas es dotar a los ilegales de documentaciones de ley y después que hagan eso, cerrar la línea fronteriza. ¡Timbales!…

Esto es algo del carajazo. Para defender a su gente, los pro haitianos nos hacen veladas amenazas y nos exigen cosas, cosistas y cosotas. De hecho, ni  modo, dan a entender que prefieren que se siga abusando de «obra de mano barata» y otras pendejadas, pero que no se repatrie haitianos, son pretexto de «evitarle males» a los dominicanos. Mire, Maginito, repatriar medio millón de haitianos no es una vainita. Lo veo como prácticamente imposible ahora mismo, sobre todo por un hecho muy claro: quienes tienen a Haití virtualmente bajo un fideicomiso no permitirán eso, pues ¿sabe usted lo que representaría para la vecina República tener que soportar el retorno de medio millón de sus súbditos? Ahora bien, aunque sea por una cuestión simbólica en la práctica, ¿por qué no nos dejan a los dominicanos el derecho a decir quién puede vivir en este país? ¿Por qué tienen que dirigirnos, hasta en eso, desde afuerita y ahora extranjeros desde adentro? Por eso, Maginito, es que hay gente que dice que irá a San Cristóbal, a pedir perdón, el próximo 24 de octubre, y no en ocasión de la inauguración de un campeonato de béisbol?…

Sigue el lío de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y esa es una verdadera lástima. Por cierto, Maginito, ¿no sería oportuno que el gobierno y la propia UNPHU aclararan alguito relacionado con los terrenos que ya vendió o venderá, del Campus I? Se afirma que cuando el presidente Joaquín Balaguer patrocinó la donación de esos terrenos, se hizo por virtud de una ley que prohibía, bajo toda circunstancia la venta de los mismos. Pero ahora se asegura que el presidente Hipólito Mejía dictó un decreto que permitiría la venta de 57,000 metros cuadrados de ese camps. Eso es lo que se debe aclarar. ¿Existe la ley? Y si existe, ¿puede modificarla un decreto?…

El Nacional da cuenta de que apareció otro jabón para la higiene femenina y veinte mil firmas más: se llama el «QK New» y lo producen en el Ensanche Ozama, de esta ciudad. Eso provocó que un chusco comentara anoche: «De momento surge, para variar el «Bimbolo Soap», aunque sea patrocinado por uno de esos carajetes que considera que la patología «estudia» a los patos». Sin duda alguna, Maginito, nos jodimos, no nos salva ni Checheré…

Me contaron, viejito verde, que al camión recolector de desperdicios que operaba en el Centro Olímpico le sacaron el motor y le pusieron uno inservible. Lo más probable es que quien hizo eso se llevara el motor nuevo en un bolsillo, para evadir que los militares y policías que `cuidan` ese centro se dieran cuenta del asunto.

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